Un hotel con raíces gastronómicas

Para cualquier profesional que haya alcanzado la metas que se proponía al iniciar su andadura, afrontar nuevos retos es una oportunidad para reinventarse y recuperar la energía y la ilusión puestas en otras etapas vitales.
En parecida tesitura se sitúa en estos días el restaurador Lucio, que tras más de veinte años labrándose un bien fundado prestigio como profesional de los fogones en Torrelavega, ha dado el salto desde el arte culinario a las responsabilidades hoteleras con la apertura en la capital del Besaya de un pequeño hotel en cuya puesta a punto ha volcado la misma intensidad y cuidado por el detalle que siempre puso en su restaurante. Claro que esta nueva responsabilidad no va a alejarle de la cocina, ya que uno de los puntos fuertes del nuevo establecimiento hotelero será la cafetería-restaurante que alberga en su planta baja y en la que Lucio seguirá aportando el conocimiento acumulado en su larga etapa profesional.

Un hotel urbano

Para alguien que quiere iniciarse en la aventura hotelera y vive el día a día de la capital torrelaveguense resultan evidentes las carencias de esta ciudad en materia de alojamientos. Salvo el Hotel Torresport, de reciente construcción, pero cuya ubicación, en Sierrapando, no puede calificarse de estrictamente urbana, no ha habido una renovación en la oferta hotelera acorde con la evolución y las necesidades de la capital del Besaya. Dos hoteles de cuatro estrellas, uno de tres y otros tres hoteles de categorías inferiores componen la infraestructura de Torrelavega en esta materia, sin contar hostales y pensiones. Una red de alojamientos demasiado ajustada para una ciudad que tiene 60.000 habitantes pero que actúa de centro administrativo y comercial de una amplia zona de influencia y que es, además, la más industrializada de Cantabria.
Con esta base de partida, Lucio ha planteado su negocio hotelero para tratar de responder al modelo que más éxito está teniendo en la oferta de alojamiento urbano: confortable, con un tamaño casi familiar y con una buena cocina como reclamo añadido.
Los profesionales y comerciales, a los que va esencialmente dirigida su propuesta, podrán huir así de la uniformidad fría de las grandes cadenas hoteleras para encontrar un lugar acogedor en un entorno plenamente urbano, algo que a priori parece incompatible.
Esto no quiere decir que no cuente con los visitantes que acudan a la ciudad por turismo. Aunque Torrelavega no es un destino turístico en sí misma, su situación en el centro de la región la convierte en una excelente base de operaciones para quienes deseen visitar lugares de tanto interés turístico como Santillana del Mar o Comillas e, incluso, para quienes pretenden conocer Cabárceno o la cueva de El Soplao, sin olvidar que las playas de Suances están a tan sólo diez minutos en automóvil.
Un edificio de nueva planta

El Hotel Montedobra está situado junto a la Finca del Asilo y muy cerca del Ferial de Ganados, en la confluencia de dos grandes vías de comunicación de entrada a la ciudad, desde Tanos –para quienes vienen por la autovía Madrid-Santander– o desde La Llama –para quienes proceden de Bilbao o de la propia capital cántabra–.
El edificio se levanta al pie de una amplia rotonda, en un entorno muy despejado pero a unos cientos de metros del corazón comercial de Torrelavega. Sus líneas exteriores son modernas y en la fachada se combinan los muros cortina con los colores blanco y rosáceo de la piedra utilizada en el revestimiento. Grandes jardineras estratégicamente situadas en cada planta aportan un contraste de naturaleza a la uniformidad de la fachada, pero lo más llamativo es la teja vitrocerámica utilizada en la cubierta y que hace que el hotel ya sea conocido en Torrelavega como ‘el del tejado azul’.
El establecimiento ocupa el lugar de un edificio preexistente de viviendas que no se llegó a habitar nunca y que Lucio compró en el año 2000. Tras un riguroso análisis que determinó el buen estado de la estructura, aprovechó su base para levantar el hotel, diseñado por el estudio del arquitecto Miguel Cabrillo. Sus 800 metros cuadrados de superficie se reparten entre un bajo, dos plantas y una bajocubierta, que albergan quince habitaciones, de las que doce son dobles, bastantes espaciosas, ya que oscilan entre los 15 metros cuadrados y los 19, sin contar los amplios baños dotados en algunos casos de jacuzzi, y en otros de bañeras o cabinas de ducha con hidromasaje.
Las habitaciones más llamativas son las situadas bajo la cubierta, con techos agaterados que les confiere una imagen casi doméstica, más cercana a la confortable habitación de un chalet que a la convencional estancia de un hotel. Esta sensación se refuerza con los muebles, de línea nórdica, y los colores cálidos y alegres de la pintura, diferente para cada planta, que se combinan con originales diseños, en papel pintado, en los cabeceros de las camas.
En la decoración del hotel se ha implicado a fondo el propio Lucio, con el que ha colaborado un decorador de interiores de Los Corrales de Buelna, Juan Manuel Campuzano. El efecto buscado, funcional pero acogedor, está en línea con las expectativas que Lucio tiene sobre su nueva actividad: “En Torrelavega no estamos sobrados de plazas –señala– y pienso que hay hueco para un hotel pequeño, a precios moderados y con buenos servicios”. En temporada alta, el precio por habitación doble con desayuno se situará en 88 euros más IVA y en 59 la individual, mientras que el resto del año la tarifa será de 68 y 44 euros. Esto no descarta la posibilidad de realizar ofertas para estancias de una cierta duración.
Aunque la calificación es de tres estrellas, las prestaciones del Montedobra lo aproximan a los establecimientos de mayor categoría, con aire acondicionado en todo el edificio, acceso gratuito a internet vía wifi, caja fuerte, mueble bar y pantalla de televisión de plasma en cada habitación.

Un aliciente gastronómico

El nuevo proyecto hostelero de Lucio se completa con la cafetería-restaurante situada en la planta baja del edificio y que será mucho más que un complemento del hotel. Pensando en el cliente tipo al que va dirigido este establecimiento, este avezado restaurador ofertará un menú del día muy extenso –más de veinte platos entre entrantes y segundos– que equivaldrá a comer a la carta pero por tan sólo 15 euros. La estratégica situación del hotel, cerca de un gran parking público utilizado por muchas de las personas que trabajan en el centro de la ciudad, le convierte, además, en el lugar ideal para el primer café de la mañana que, con buen tiempo, puede tener su prolongación a la hora del aperitivo en la amplia terraza de la cafetería Montedobra.
Para poner en pie su nuevo sueño, Lucio ha invertido cerca de dos millones de euros, pero no estará solo en el empeño. En este nuevo reto volverá a contar con la ayuda de su mujer y de su hija Almudena, cuyos estudios de Turismo van a tener el campo más deseable para su aplicación: un establecimiento propio.

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