El Gobierno recupera proyectos industriales de los grupos perdedores

Antes de fallar el concurso, el Gobierno no quiso reunir a los concurrentes para evitar duplicidades en los proyectos industriales o de investigación ni repartir algunas de las zonas de explotación –una opción que hubiese satisfecho a varios candidatos–. Temía que cualquier intervención diese argumentos a posibles impugnaciones. Pero, una vez fallado el reparto de los 1.336 Mw de potencia eólica, era inevitable que empezasen los contactos entre los adjudicatarios para coordinar los compromisos industriales o de investigación que han adquirido y para llegar a acuerdos en materia de logística, ya que no van a competir entre sí. Todos ellos tienen garantizada la venta de la energía que produzcan y los precios están regulados.
A su vez, el Gobierno ha puesto en marcha al Instituto Cántabro de Finanzas para tratar de recuperar algunos de los proyectos interesantes presentados por consorcios a los que no se les ha adjudicado ninguna demarcación. Si el proyecto se considera viable y el grupo que lo presentó accede, se le ofrecerá una vía de financiación para llevarlo a cabo a través del Instituto Cántabro de Finanzas. El ICAF va a dedicar a este fin buena parte de los 300 millones de euros que tiene previsto captar en el mercado para invertir en proyectos industriales.
El primer objetivo del ICAF es la danesa LM Glasfiber, que acudía en consorcio con Caja Cantabria y que no obtuvo una demarcación eólica, a pesar de la enorme relevancia económica que puede tener su proyecto. El fabricante de palas de aerogenerador es uno de los más importantes del mundo y había ofrecido construir en el puerto de Santander su sede central para Europa, Sudamérica y la India, con una inversión inicial de 25 millones de euros y la creación a medio plazo de 800 empleos.
Pedía, para ello, una concesión de 69.000 m2 en la zona de usos logísticos del Puerto de Santander, ya que buena parte del éxito de su iniciativa depende de poder embarcar directamente las palas desde la fábrica para reducir los costes del transporte de unas piezas que llegan a medir casi 50 metros.
Después de fallarse el concurso, y a pesar de que no consiguió ninguna zona en el reparto, la compañía danesa ha sorprendido al anunciar públicamente su proyecto, probablemente porque sabe que compite por el mismo espacio portuario con tres de los adjudicatarios del concurso, que también se habían fijado en el mismo emplazamiento. Un indicio muy claro que, en un mundo donde los mercados se han globalizado, cada día hay más interés por fabricar a pie de puerto, en detrimento de los polígonos industriales de interior.
LM Glasfiber sabe que su candidatura tiene el aval de una gran creación de empleo, muy superior a la de otros candidatos, dado que el proceso de producción de palas de aerogenerador sigue siendo casi artesanal. Como en los cascos de las embarcaciones, la exactitud en las torsiones y curvaturas de cada una de estos brazos de fibra de vidrio determina su rendimiento. Las enormes tensiones que deben soportar al atrapar la energía cinética del viento para convertirla en energía eléctrica en el rotor del generador también justifican el alto valor de cada pala.
Como ya puso de relieve esta revista cuando adelantó el proyecto de LM hace ahora un año, la compañía danesa no pasa por sus mejores momentos y eso plantea algunas incertidumbres. Con la maduración del sector eólico en España, el mercado interior se agota poco a poco y algunas de las fábricas montadas por la empresa al calor de las instalación de parques de aerogeneradores en Galicia, y Levante están sometidas a regulaciones de empleo. En la actualidad, la firma danesa tiene tres plantas en España, ubicadas en As Pontes de García Rodríguez (La Coruña), Ponferrada (León) y Les Coves de Vinromá (Castellón), además de oficinas en Madrid.
Su socio en la planta que quiere abrir ahora en Santander, Ítaca Wind Power, está especializado en la promoción y construcción de todo tipo de instalaciones de producción de energía. En cambio, del proyecto se ha descolgado Caja Cantabria.

Interés por el Puerto

Aunque los molinos eólicos se van a instalar bastante lejos de Santander, una parte de los proyectos industriales asociados apuestan por la capital, y más concretamente, por el puerto, desde donde podrán realizar los transportes y las operaciones de ensamblaje con más facilidad. En concreto, la sociedad portuguesa EDP Renovables ha pedido 7.000 metros cuadrados para levantar una base logística que usaría para la importación y exportación de molinos eólicos marinos hacia Inglaterra, donde se va a instalar el campo de molinos offshore más grande del mundo, aprovechando el estuario del Támesis. La iniciativa generaría unos 150 puestos de trabajo, entre empleos directos, indirectos e inducidos. A su vez, el grupo formado por el Banco Santander, Sniace y Helium aspira a conseguir 25.000 metros cuadrados de la Zona de Actividades Logísticas, para instalar una planta de ensamblaje de las piezas que componen el generador de los molinos eólicos. Estiman que con ello crearán unos 350 empleos.
La reserva de suelo que dejó el Puerto tras el desmantelamiento de los depósitos de CAMPSA se ha convertido en una gran oportunidad para la captación de proyectos industriales, ya que hay otros tres solicitantes, todos ellos operadores logísticos, entre los que el Puerto tendrá que decidir. Al tiempo, tendrá que pensar en la forma de conseguir otra reserva estratégica para futuras inversiones.

Críticas

La resolución del concurso ha producido menos suspicacias de las que cabía esperar, pero sí alguna. La más notoria es la de Gamesa, el fabricante español de generadores que tiene una planta en Reinosa y que no consiguió ninguna de las zonas en reparto. La durísima crítica por parte del comité de empresa, que más tarde fue secundada por la propia empresa y por el alcalde de Reinosa, parece destinada más que a justificar un recurso, a presionar al Gobierno para que empuje a los adjudicatarios a instalar las máquinas fabricadas por la empresa, lo que ya está comprometido en dos casos.
También ha sido crítica la secretaria general de UGT, María Jesús Cedrún, pero no por las adjudicaciones sino por la escasa información que ha dado el Gobierno a los agentes sociales sobre el Plan Eólico (“se ha pedido nuestro apoyo en la Concertación Social a algo que realmente desconocíamos», aseguró). También afirmó que son poco realistas las cifras de empleo que se han manejado o el suponer que va a cambiar el modelo productivo de Cantabria.

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