El futuro del Ferial está en la recría

Pregunta.– ¿Qué precedentes hay de cierre del Ferial por brotes de fiebre aftosa ?
Juan Brizuela.– La aftosa es una enfermedad muy antigua, no tiene nada que ver con la modernidad de enfermedades como la EEB (Encefalopatía Espongiforme Bovina). Poco antes de la inauguración del Mercado, entre los años 1972 y 73, hubo un brote de verdadera importancia que obligó a las autoridades sanitarias de la época a clausurar cautelarmente las entonces llamadas ferias ganaderas de Torrelavega, que se celebraban en la plaza de la Llama. Fue un brote provincial pero con implicaciones nacionales, algo que por otra parte es habitual porque la aftosa tiene un poder difusivo enorme, es epizoótica, rápidamente rebasa límites y fronteras y se extiende como el aceite. Ese brote se debió de exacerbar en la primavera del 73, justo el año en que se inauguraron las nuevas instalaciones de este Mercado Nacional, hasta tal extremo que la primera feria que se celebró cuando se autorizó su reapertura tuvo lugar en lo que hoy son los aparcamientos de camiones de este Mercado que todavía estaba sin inaugurar.
P.–¿Cuántas veces más ha afectado la enfermedad a Cantabria?
J.B.–En base a lo que me contó un querido compañero ya desaparecido, Manuel Gutiérrez Aragón, es posible que aquella fuese la crisis más importante, porque se venía arrastrando desde el año 72. Con el Mercado ya en funcionamiento hemos padecido tres clausuras cautelares más por brotes de fiebre aftosa. Al poco de inaugurarlo, en marzo del 74 lo volvieron a cerrar a consecuencia de un brote que había surgido en una explotación de ganado porcino de Parbayón, pero aquello duró sólo dos semanas. Coincidió con la época en que se trasladaron las ferias a los miércoles, ya que tradicionalmente se celebraban en los primeros y terceros domingos de cada mes. Por problemas de tráfico y con el movimiento del turismo, sobre todo en verano, se decidió hacerlos los miércoles, el día que quedaba libre en el calendario nacional de mercados ganaderos. Aunque al principio teníamos miedo de las consecuencias, por la posibilidad de descolgarnos de la cadena de los tratantes y de los transportistas, lo cierto es que fue un éxito y, dada la categoría nacional del Mercado, pasamos de celebraciones quincenales a semanales.
P.– ¿Parece que el ganado porcino es particularmente sensible a la fiebre aftosa?
J.B.– Esta enfermedad afecta a todos los animales de pezuña hendida y, en consecuencia, tanto al ganado vacuno como al ovino, caprino, porcino, camélidos, ciervos, etc; no así a los solípedos como caballos, mulos o burros, que no la padecen. Es bastante habitual que aparezca primero en los cerdos, que parece ser el animal más lábil, más sensible a la fiebre aftosa.
P.– ¿Cuáles fueron las consecuencias del siguiente cierre cautelar?
J.B.– Hubo un segundo brote de aftosa, más importante que el anterior, en 1983. Duró del 18 de abril al 24 de junio, diez semanas y afectó, como mínimo, a 14 provincias españolas. Desde entonces no se habían vuelto a producir los cierres por este motivo hasta ahora, aunque ha habido otros por huelgas de transporte, de tratantes o de funcionarios.
P.–Aquellas crisis no requerían medidas internacionales. Ahora, en cambio, sí. ¿Cuál es el motivo?
J.B.– El panorama era distinto, no formábamos parte de la UE y no exportábamos. Desde el punto de vista sanitario la situación era diferente porque entonces la vacunación era preceptiva; aquí no entraba ni un sólo ejemplar de vacuno sin que se documentara la fecha en que había sido dicha explotación vacunada de aftosa. Entonces era una enfermedad endémica como lo era la brucelosis; también la brucelosis se ha dejado de vacunar y de vez en cuando sale algún foco.
Una enfermedad ruinosa

P.– Teniendo en cuenta que esta vez no se detectado ningún foco en España, ¿es exagerada la medida de cerrar cautelarmente los mercados?
J.B.– Con la EEB veníamos padeciendo el problema de unas ventas lentas, a precios bajos y con unas ciertas dificultades, pero se vendía mal que bien. Dentro de lo malo que es que en un mercado no se venda, esta medida creo que es más que acertada y las autoridades sanitarias no han tenido más remedio que adoptarla. Lo único que podemos hacer es poner en práctica las medidas preventivas que conocemos, desinfectar todo lo que se pueda desinfectar e inmovilizar hasta donde sea posible, evitar concentraciones porque ahí es donde puede surgir la chispa. Si esto conduce a que la enfermedad se quede allende de nuestras fronteras, creo que merecerá la pena. Por lo demás, a mí me ha permitido hacer en las instalaciones un vacío sanitario que hace muchos años que no podía hacer. Ese vacío de ganado es el mejor sistema de desinfección conocido.
P.– ¿La UE no debería discriminar entre aquellos países que tienen aftosa y los que no?
J.B.– Ya lo hacen y se han adoptado determinadas medidas liberalizadoras, pero con una cautela impresionante y con un gran miedo porque, desde el punto de vista sanitario, de patología animal, la EEB, con todo lo grave que es, resulta una pura anécdota al lado de la fiebre aftosa. El mal de las vacas locas tiene una casuística tan mínima que carece de importancia desde el punto de vista de patología animal, otra cosa es desde el punto de vista epidemiológico humano, aquí ya estamos hablando de salud pública, pero desde el punto de vista de epizootia, de transmisibilidad, de morbilidad, de consecuencias económicas para la ganadería de un país, la aftosa es una ruina y más en las actuales circunstancias, cuando llevamos diez años sin vacunar.
P.– ¿Por qué no se vacuna?
J.B.– Porque estamos dentro de la UE y es norma en Europa que no se vacune para poder gozar del carácter de país indemne a esta enfermedad. En el momento en que se vacune habrá anticuerpos y cuando se intente diagnosticar la enfermedad saldrán falsos positivos. Tenemos dos posibilidades, la vacunación y la exquisita de considerarnos un país indemne a esta enfermedad. Hemos estado años sin vacunar y si se baja la guardia podría rebrotar. En estos países de nuestro entorno estaba prácticamente erradicada y, sin embargo, fíjese la que se ha armado.
P.– ¿Cuál es entonces la mejor solución?
J.B.– Para países que no tengan todavía un recorrido suficiente en controles sanitarios exhaustivos es mejor vacunar, pero yo creo que España está capacitada para la determinación que ha tomado de estar entre los países indemnes y no vacunar; además la vacuna no es eficaz al cien por cien, ya que en el virus hay mutaciones y puede variar la cepa; es algo parecido a lo que ocurre con la gripe humana.
P.– ¿Ese criterio de no vacunación se está revisando?
J.B.– Ahora mismo, y con muchas reservas, ya está aceptando el comité veterinario de la UE que se proceda a vacunaciones de urgencia para formar anillos sanitarios en los países más afectados; por ejemplo en Francia y Holanda donde ya se han autorizado vacunaciones, pero con una salvedad y es que esos animales quedan perfectamente identificados; no se pueden mover del país en donde están y tienen que acabar sacrificándose.

Decadencia

P.– ¿Cómo ha evolucionado el Mercado de Torrelavega en estos últimos años?
J.B.– Esto ha cambiado bastante y yo creo que ha cambiado para mal. Todas las explotaciones ganaderas del país a la hora de reponer pensaban en Torrelavega, sobre todo antes de nuestro ingreso en la Comunidad. El ganadero montañés es muy buen ganadero, pero sobre todo sabe, más que producir leche, criar ganado. Aquí la leche, en mi criterio, se tiene por accidente; es verdad que hay explotaciones punteras de producción de leche, pero lo que se ha hecho toda la vida ha sido criar el ganado para su venta y vender la mejor vaca, no quedarse con ella en casa. Ahí abajo [señala el recinto de transacciones] yo he tenido muchos miércoles y durante muchos años mil setecientas y mil ochocientas novillas y vacas de producción de leche para toda España. Hoy, amarrar setecientas cuesta Dios y ayuda. El problema es que Europa es excedentaria de lo que nosotros producimos; sobran vacas, leche y derivados y muy bien hay que hacerlo y a unos precios muy competitivos para que el consumidor no compre en otros países de la UE. Pero espero que esta crisis sirva para que ganemos en autoestima.
P.–¿Cuánto ganado pasa por el Ferial?
J.B.– Cuando se cerró en el año 83, la media de ganado en cada sesión estaba en 4.600 o 4.700 cabezas por miércoles… había incluso mercados de 5.000. Ahora, justo antes de la crisis de la EEB, entraban 3.700 y en enero y febrero habíamos bajado a 2.700 o 2.600 reses.
P.– ¿Qué importe alcanzan las transacciones?
J.B.– Hasta hace muy poquito hablar de 12.000 millones de pesetas año de movimiento comercial pecuario era lo normal, o sea que unos 255 o 260 millones de pesetas cada miércoles. Ahora todo ha cambiado. La media por mercado en enero y febrero del pasado año fue de 212 millones de pesetas y en el 2001 está en 127 millones, un 40% menos. Los terneros frisones machos, que en enero o febrero del 2000 valían 36.000 pesetas, este año se habían quedado en 21.000, más de un 40% de diferencia; lo mismo ocurre con el de tres meses, que baja un 25%, e igual en el ganado mixto: el cruzado recién nacido bajó de 57.000 pesetas a 42.500 y las terneritas bajaron entre un 47% y un 16%. Las novillas y vacas de producción lechera subieron un 1%, pero otra cosa es el ganado de carne tras la crisis de la EEB. Por ejemplo, en las vacas de abasto el kilo de canal bajó de las 285 pesetas a 182, es decir, un 36% menos. Como balance del pasado año, podemos decir que se vendieron en el Mercado Nacional 154.827 reses, con un importe estimado de 10.480 millones de pesetas.
P.– ¿Qué futuro aguarda al Ferial?
J.B.– Las sacudidas como éstas modifican profundamente la estructura mercantil ganadera. Yo pienso que las cosas nunca serán como antes. El mercado de leche de adulto terminará por no venir; la mayor parte se va a comercializar directamente de explotación a explotación. El Ferial va a ser fundamentalmente de recría. El ganado de abasto quiero confiar en que también vendrá aquí, pero hay expertos europeos que dicen lo contrario, que ese ganado a término va a ir, igual que el de leche, directo a destino, en este caso, al matadero. El futuro que le espera al Ferial es la recría, aunque hay otros expertos que piensan que también deberá ser el sostén de las pequeñas y medianas empresas ganaderas, algo que aquí no hemos cuidado.

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