El paro llena las aulas

Incentivar a los jóvenes para que optasen también por la Formación Profesional ha sido, durante años, uno de los grandes objetivos de las autoridades académicas y laborales. Hoy, cualquier campaña que persiga ese propósito resultará superflua. Al margen de los muchos efectos indeseables, la crisis económica que sacude a las economías occidentales ha tenido en España una consecuencia positiva, la de empujar a los jóvenes hacia la búsqueda de una cualificación profesional con una intensidad como no se conocía hasta ahora.
El pasado curso, el número de matrículas en Formación Profesional ya había crecido en Cantabria un 3,4%, rompiéndose por primera vez una larga tendencia a la baja en el interés por estos estudios. Dado que la crisis económica no se hizo patente hasta el otoño de 2008, esta subida habría que imputarla a otros factores, como una mayor valoración social de estas enseñanzas, la facilidad para encontrar empleo antes que con otras titulaciones o los elevados índices de inserción laboral.
Sin embargo, lo ocurrido en el plazo de presentación de solicitudes en FP para el curso 2009-2010, desborda todas las previsiones. El número de quienes aspiran a cursar estos estudios ha crecido un 30%. Este espectacular aumento es valorado por la Consejería de Educación con prudencia, ya que, según indica, el periodo de escolarización no acaba hasta septiembre y en el curso anterior se produjo una demanda importante fuera de plazo, algo que no está ocurriendo este año.
De continuar esta progresión, y lo deseable sería que así fuese, aunque se produzca una recuperación de la actividad económica, se podrá reducir ese 30% de jóvenes españoles que deja de estudiar al acabar la enseñanza obligatoria, superior al de la mayoría de los países europeos. También estaríamos en disposición de lograr que el 85% de los jóvenes tengan una titulación superior, porque se prevé que para el 2015 o el 2020 sólo el 15% de los empleos de los países avanzados se dirigirán a personas con baja cualificación.

Auge de la información no reglada

La mayor demanda de formación no se da sólo entre los jóvenes que quieren dar continuidad a sus estudios optando por la que se imparte en los Institutos y Centros de Formación Profesional. Al multiplicar el número de parados hasta cifras desconocidas desde hacía años, la crisis económica ha disparado también el número de solicitantes a recibir formación para el empleo, es decir, aquella no reglada que imparten los organismos (FOREM, IFES, etc.) dependientes de los agentes sociales y centros homologados para estas enseñanzas. Y no solo son los desempleados los que responden a este estímulo, sino también los trabajadores en activo que ven como la amenaza de un ERE (expediente de regulación de empleo) se cierne sobre su empresa, a los que habría que sumar aquellos que aspiran a mejorar sus capacidades laborales para fortalecerse en su puesto.
Si todavía el pasado año, organismos como FOREM (CC.OO) o IFES (UGT) se las deseaban para poder completar los cursos que convocaban –a pesar de que el número de alumnos no pasa de 15–, este año se ven forzados a seleccionar entre los aspirantes. El objetivo que se persigue es que exista cierta homogeneidad de cualificación y de aptitudes entre los participantes en cada curso, para que sea lo más eficaz posible. Pero lo relevante es que lo que hasta hoy era un esfuerzo casi baldío, debido al poco interés por formarse en un escenario económico que ofrecía más facilidad para el empleo, ahora se ha convertido en una angustiosa demanda de formación para conjurar el fantasma del paro.
No solo se completan todos los cursos que se convocan sino que también se ha vuelto a alargar el periodo de formación, revertiendo una tendencia de los últimos años hacia cursos más cortos.
El diseño de los contenidos se ha visto también afectado por la evolución del mercado laboral. La formación ligada a los gremios de la construcción ha desaparecido y los cursos se orientan ahora hacia sectores con más demanda. FOREM, por ejemplo, ya incorporó el pasado año la formación de monitores de tiempo libre infantiles y juveniles, un sector en alza –no hay más que ver la proliferación de campamentos de verano– y que está poco profesionalizado. También ha potenciado la oferta de cursos de guías de rutas turísticas y de agentes de turismo, sin olvidar el sector de restauración (cursos de camareros de sala, de barra, ayudantes de cocina, etc).
Los oficios tradicionales, como fontanería, electricidad o soldadura, continúan teniendo una gran demanda, así como los operadores de carretillas y los gruístas.
Tal y como ocurre en el mercado laboral, en los cursos de formación hay una gran diferenciación por sexos, y los dedicados a guías de rutas turísticas, aplicaciones informáticas de gestión y administración y contabilidad cuentan con más participación femenina.
Otra de las novedades que ha incorporado FOREM, es la de orientadores para la formación. Antes de incorporarse a un grupo, estos técnicos analizan las competencias y objetivos que persigue el solicitante para aconsejarle la formación más adecuada. “Es un servicio que nos está dando muy buenos resultados” –explica la directora de FOREM, Ana Cruz–. “La gente finaliza los cursos, está más motivada, y también les orientamos después en cómo buscar trabajo”, añade. Un asesoramiento que incentiva aún más a aprovechar las posibilidades de formación que brindan estos cursos.

Hacia la homologación de conocimientos

En un escenario en el que se ha agudizado tanto la competencia por un puesto de trabajo, se evidencia aún más la vulnerabilidad de quienes, a pesar de contar con una amplia experiencia laboral, no tienen un título que lo acredite. Una situación en la que se encuentra el 50% de la población activa de Cantabria. El remedio a esta situación podría no demorarse más allá del próximo otoño, cuando se publique el Real Decreto que pondrá en marcha el proceso de acreditación ante los organismos evaluadores de las competencias y habilidades profesionales adquiridas, incluyendo la formación no reglada.

Nuevos ciclos formativos

Las novedades no solo se dan en la mayor demanda que tiene la Formación Profesional. También aumenta la oferta. Se han introducido innovaciones que tratan de responder a las necesidades del mercado productivo y laboral de Cantabria y en el curso 2009-2010 se impartirán dos nuevos títulos: Técnico en Emergencias Sanitarias en el IES Cantabria de Santander, y Técnico Superior en Eficiencia Energética y Energía Solar Térmica, en el IES Estelas de Cantabria, situado en Los Corrales de Buelna.
La Consejería de Educación también tiene ya elaborados los currículos de nueve títulos que, con la implantación progresiva de la Ley Orgánica de Educación en Formación Profesional se van a impartir en Cantabria: (Sistemas Eléctricos y Automáticos; Construcciones Metálicas; Programación de la Producción en Fabricación Mecánica; Soldadura y Calderería; Sistemas Microinformáticos y Redes; Mantenimiento de Instalaciones Térmicas y de Fluidos; Carrocería; Automoción y Farmacia y Parafarmacia).
En el nuevo modelo educativo que se contempla para la Formación Profesional se prevé, también, la creación de una red de centros de referencia nacional en cada una de las 26 especialidades profesionales catalogadas. Uno de ellos se situará en Cantabria, en concreto en Torrelavega, donde ya está en avanzada construcción un centro para impartir las especialidades de electricidad y electrónica, en el que se invertirán cinco millones de euros.
Un campo cada vez con más demanda de formación es el que tiene que ver con la aplicación de la Ley de Dependencia. Desde los centros de educación de personas adultas, la Consejería de Educación ya ofrece cursos destinados a la formación para cuidadores de personas dependientes, una actividad destinada a convertirse en uno de los grandes nichos de empleo del futuro.

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