Nada es como parece
ELECTRICIDAD SUBVENCIONADA.– Tradicionalmente nos hemos quejado del dumping en los productos industriales llegados de algunos países del Este, a través del precio subvencionado de la energía, pero lo cierto es que en todas partes cocemos las mismas habas. En España los grandes consumidores industriales quieren negociar con las eléctricas la continuidad de su régimen tarifario veinte años más. No es de extrañar, porque pagan el precio del kilovatio cinco veces más barato que un consumidor doméstico y casi a la mitad de lo que cuesta generarlo.
PROFESORES ‘DE LA CASA’.– El sistema de cooptación parece imposible de erradicar de la Universidad española. Un estudio del CSIC indica que el 70% de los profesores titulares obtuvieron la plaza siendo únicos candidatos y como el 96% de ellos ya trabajaban en el centro, parece claro que la plaza prácticamente llevaba su nombre. Al parecer, no hay reforma capaz de acabar con este estado de endogamia que, además de impedir una auténtica competencia, propicia el inmovilismo. La mitad de los profesores españoles nunca han ejercido ni ejercerán en otra Universidad.
¿Suben los tipos de interés?.– Lo importante es evitar el impacto psicológico y dar al cliente la sensación de que va a seguir pagando lo mismo. Bancos y cajas han vuelto a echar mano de la imaginación y han lanzado hipotecas a más plazo –ya llegan a los 50 años–, en las que se puede pagar durante algún tiempo sólo intereses, cambiar el importe de las cuotas mensuales a voluntad, aplazar el pago del capital hasta el vencimiento… Tanta imaginación que el Banco de España se ha visto en la obligación de recordarle al cliente en su página web que todo esto acabará por salirle bastante más caro. Pero como el Banco de España no concede hipotecas, no es muy probable que los destinatarios del mensaje se tropiecen con su mensaje de cautela.
¿INVESTIGACION O PUBLICIDAD?.– Las farmacéuticas han justificado siempre el precio de sus medicamentos por el coste de investigación que conllevan, pero un estudio de la organización internacional de consumidores ha dejado este argumento en entredicho. En realidad, el primer coste con mucha diferencia es la promoción comercial. Por cada euro que gastan en investigación, emplean dos en prácticas para vender el producto, a pesar de las limitaciones que impone el no poder recurrir a la publicidad directa y las limitaciones que los distintos países han impuesto en los regalos a médicos.
CUANDO DONAR ESTA DE MODA.– Cualquier cosa es susceptible de ponerse de moda, incluso regalar dinero. Quien haya llevado una hucha en una colecta sabe muy bien que los donantes son más generosos cuando a su alrededor hay otros que han hecho lo mismo, bien sea por contagio, por emulación o por no quedar mal. Ocurre a todos los niveles. Las donaciones de Bill Gates a la fundación que preside su esposa, y que ya envía más dinero a Africa que la ONU, empiezan a calar en la sociedad norteamericana. Ahora es su amigo Warren Buffet, el hombre que resucitó Berkshire de la quiebra y convirtió la empresa industrial en una máquina financiera arrasadora ha decidido donar el 85% de su fortuna a la lucha contra la pobreza y las enfermedades en el Tercer Mundo. El problema es que los 29.000 millones de euros que ha donado van a desanimar a los posibles emuladores, al poner la cota a niveles inalcanzables para el resto de los humanos.
VIVIR EN ESPAÑA ES BARATO.– En un mundo global, las retribuciones tienen un poder de compra muy distinto en diferentes lugares. Y, a pesar de la mayor inflación, España resulta cada más atractiva para los ejecutivos extranjeros y para sus empresas, porque los precios de Madrid o Barcelona son muy modestos, en comparación con cualquier otra capital del mundo desarrollado. Pero, además, empiezan a resultar baratos en relación al mundo por desarrollar. Según la última comparativa de precios, Moscú se ha convertido en la capital más cara del mundo. Pero vivir en Hanoi, Pekín, Estambul, Bratislava, Singapur o, incluso, en las africanas Dakar y Lagos también resulta más oneroso que en España. Una prueba de que las diferencias de costes a favor de los países subdesarrollados tienden a perderse muy rápido.