PANORAMA INTERNACIONAL

De cabeza al hoyo
Durante años, los observadores extranjeros han advertido que la combinación japonesa de estancamiento económico y más deuda pública era insostenible. Japón necesita políticas radicales y nuevos líderes para ponerlas en práctica.
Tres grandes razones van a provocar que la crisis en sus finanzas públicas alcance una nueva cima. En primer lugar, el estado ha confiado en los ahorradores domésticos para que adquieran bonos públicos pero éstos van a tener menos dinero para invertir porque la población envejece y sus ahorros se acaban. El segundo problema, y más inmediato, es la deflación, que va a seguir deprimiendo el consumo, y el tercero, que Japón no puede contar con que la demanda exterior sea tan intensa como para sostener un crecimiento basado en las exportaciones.
Hacen falta reformas estructurales y reformas fiscales que podrían ir desde una revisión del código impositivo hasta la desregulación de la agricultura o la apertura a la competencia extranjera de áreas protegidas como el transporte o la energía.
La vieja guardia japonesa se preocupa porque unos pasos radicales puedan precipitar la crisis pero no se dan cuenta de lo peligroso que es el status quo.
The Economist

Empleo básico
Obama ha notado que, por sí mismo, el Gobierno no puede reemplazar los 8,2 millones de empleos perdidos en los dos últimos años. Lo que sí puede hacer –ha dicho– es “ayudar a crear las condiciones” para nuevas contrataciones. En marzo, la economía norteamericana ha añadido 162.000 empleos, pero el desempleo sigue atascado en el 9,7%.
Mientras los estados intentan recortar sus déficits aumentando los impuestos, los consumidores disminuyen sus gastos, lo que perjudica a las empresas y al empleo. Y como los estados también disminuyen sus gastos, hay menos negocio para los contratistas del sector privado y más despidos entre los empleados públicos.
El Congreso debe aumentar la ayuda para las pymes y el Tesoro ha de poner el dinero de la garantía bancaria para hacer préstamos a las pymes. También se necesita una legislación para reforzar el gasto en infraestructuras y energías renovables y crear empleo público, especialmente para los jóvenes en verano, ya que el desempleo juvenil llega al 26%.
El presidente debería explicar que, sin más ayuda de emergencia para los parados y para los estados en apuros, el desempleo permanecerá inaceptablemente alto y esa es una mala noticia para todos.
New York Times

Matrimonio y codicia
Los conservadores proponen reconocer el matrimonio dentro del sistema tributario inglés y que sea financiado por medio de una tasa impuesta a los bancos. Como ropaje intelectual, esto no es más que un descosido ya que al matrimonio no le hace ninguna falta tener ventajas tributarias.
Si se fomentara el matrimonio, los niños tendrían mejores perspectivas en la educación y el empleo gracias a un hogar más estable. Pero este no es el momento de dar dinero para que la gente haga algo que ya hace, casarse.
No debería ser asunto del estado hacer juicios sobre la vida de las parejas que escogen no casarse o de las personas que quieren quedarse solteras. Es altamente improbable que nadie vaya a contraer matrimonio para obtener un dinero público y tampoco sería deseable que lo hiciera. Una excepción fiscal es una mala razón para que una pareja permanezca junta si descubren que no están hechos el uno para el otro.
The Times

Te toca hablar, China
El Secretario del Tesoro americano está en lo cierto cuando aplaza la decisión sobre si considera o no a China un manipulador monetario. Ahora los políticos chinos tienen varios meses por delante para permitir que el yuan se refuerce sin que parezca que están cediendo a la presión norteamericana, lo que no es un asunto menor en un país de gran sensibilidad nacionalista.
Un yuan más fuerte no evitaría una guerra comercial entre EE UU y China pero ayudaría a los chinos a reequilibrar su economía hacia el consumo doméstico y a controlar la inflación, al dar al Banco Central más posibilidades de subir los tipos de interés. No obstante, los que se oponen a ello argumentan que el país no puede permitirse perjudicar a los exportadores que crean empleo.
Al reducir el precio de las importaciones, una moneda más fuerte podría aumentar el poder adquisitivo de los hogares chinos y favorecer los servicios, que contratan mucha mano de obra, pero eso, por sí solo, no sería suficiente para reequilibrar la economía nacional.
Dado el crecimiento económico del país, las disputas comerciales con China son inevitables. Ahora bien, si el yuan se revalorizara, podría apaciguar a sus socios comerciales y el país se ayudaría a sí mismo.
The Economist

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