‘El oro es intemporal’

P.– ¿Hasta cuándo va a durar esta fiebre del oro?
R.– Es imprevisible saberlo pero siempre se ha considerado un valor seguro y lo va a seguir siendo. En los últimos diez años su valor se ha multiplicado prácticamente por cuatro.

P.– ¿A qué se debe esta tremenda subida?
R.– Fundamentalmente, a un incremento de la demanda de oro como inversión y a que los bancos centrales de países como China o India están incrementando sus reservas y cambiando dólares por oro. Por otro lado, quizá la gente no sepa que muchos electrodomésticos llevan oro como materia prima. Y en Europa estamos en crisis, pero en muchos países emergentes siguen fabricando tanto joyas como electrodomésticos.

P.– ¿Las tiendas de compraventa de oro tienen un futuro más allá de la coyuntura económica actual?
R.– Nosotros no creemos que sea un negocio únicamente de la crisis porque no solo compramos oro, también ofrecemos una joyería de segunda mano, un sector poco desarrollado en España pero con buenas oportunidades de futuro, porque el oro es intemporal y se pueden conseguir joyas a mitad de precio. La calidad de una pieza comprada hoy es la misma que la de otra comprada hace diez años, a diferencia de otros mercados de segunda mano como el inmobiliario o el del automóvil, en los que sí hay una depreciación de la calidad del producto.

P.– ¿Cómo funciona una de estas tiendas de compraventa de oro?
R.– Como cualquier joyería, necesitan una licencia de la Delegación del Gobierno para demostrar que cumplen con unas medidas de seguridad. Y antes de iniciar cualquier transacción comercial lo primero que hacen es identificar al cliente pidiéndole su DNI. Después valoran las joyas y se las compran al cliente. Esta compra se apunta en un libro de registro que se hace llegar a la policía para que compruebe que el origen de las joyas es lícito. Durante quince días tienen bloqueado el género. Luego ya pasa a nuestra propiedad y lo enviamos a fundir o para vender.

P.– ¿Son frecuentes los intentos de venta de piezas robadas?
R.– El nivel de incidencias es mínimo y hay un control importante por parte de la policía, que puntualmente hace inspecciones en los establecimientos. No obstante, cuando lo primero que haces es solicitar a la persona el carnet de identidad estás cerrando puertas a los intentos de vender piezas robadas. Ademas, hacemos fotos y fotocopias de todas las joyas especificando cualquier dibujo o grabado que les haga reconocible, para evitar que las piezas robadas acaben en este mercado.

P.– Ya que el precio del oro fluctúa tanto, ¿hay que saber elegir bien el momento para venderlo?
R.– El cambio de precio de un día para otro no suele ser muy grande, a no ser que suceda algo excepcional. Nosotros actualizamos los precios dos veces al día, en el momento de la apertura y al cierre, en función de cómo cotice el oro en la Bolsa de Londres. Pero la estabilidad del oro en lo que llevamos del año está siendo enorme. Su precio suele situarse entre los 1.200 y los 1.300 euros por onza (unos 1.600 dólares) y todo se mueve en torno a esa horquilla.

P.– ¿Cuál es el perfil del cliente que acude a establecimientos como los suyos?
R.– El 65% son mujeres de entre 35 y 50 años. Aunque cada vez vienen más hombres, gente joven que trae piezas de su bautizo o Primera Comunión y gente mayor con joyas que ya no se pone.

P.– ¿Qué les anima a intentar vender sus joyas?
R.– Hay una parte de los clientes que viene por la crisis, de ahí la proliferación de este tipo de negocios, pero también hay otra clientela que viene porque tienen piezas rotas, pendientes desparejados, piezas de alguna antigua relación, pasadas de moda o que ya no les gustan y prefieren cambiarlas por dinero para hacerse un baño nuevo, irse de viaje o comprarse una televisión. Algunos, incluso, prefieren comprarse otra pieza de oro para ir cambiando de joyas.

P.– Por lo que cuenta, las joyas han dejado de ser para toda la vida.
R.– Ha habido un cambio de prioridades y, además, había una necesidad en el mercado, gente que tenía piezas de oro olvidadas en el cajón y que nunca se había planteado que pudieran tener un valor.

P.– Su compañía, Oro Caja, acaba de abrir en Santander su tienda número 87 en España. ¿Cambia mucho el mercado del oro de una zona a otra?
R.– Puede haber pequeños cambios culturales entre el norte y el sur de la Península, pero el mercado es básicamente el mismo y ha crecido y proliferado al mismo nivel en todas las comunidades. A España llegamos hace solo cuatro años, pero llevamos doce en otros países europeos y en este tiempo hemos abierto más de 500 tiendas.

P.– ¿Y hay muchas diferencias entre acudir a una u otra tienda de compraventa?
R.– No debería haberlas, pero yo haría hincapié en que la gente compruebe que se cumplen todos los trámites para quedarse tranquilos después de hacer cualquier operación

P.– Cuando uno se desprende de una joya se van también las emociones asociadas a ella…
R.– Una vez vino a nuestras tiendas una persona que traía piezas de una antigua relación con su ex marido y nos decía: “Dadme algo, pero muy poquito, porque para mí esto ya no vale nada”. Pero también nos ha sucedido lo contrario. Recuerdo a otra persona que vino con la alianza de su boda y quería que le diéramos todo lo posible para irse a cenar con su actual pareja.

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