El palacio de las emociones

La Fundación Botín inició hace una década una experiencia de fomento de la creatividad y la inteligencia emocional en algunos colegios de Cantabria. El éxito de la iniciativa ha propiciado su extensión a 160 centros educativos, algunos de ellos de Madrid, Navarra y La Rioja, y se prepara su implantación en Galicia, Murcia y Extremadura. Aparentemente, esta idea de que los niños sean estimulados en la creatividad y la utilicen para gestionar sus emociones, resolver problemas cotidianos o mejorar su relación con los demás, tiene poco que ver con el Centro Botín, el edificio que la Fundación construye al borde de la Bahía como un gran contenedor de las artes. Sin embargo, en gran parte de sus estancias, incluidos los Jardines de Pereda, los protagonistas no serán los grandes pintores, escultores o músicos, sino los ciudadanos de a pie, que van a participar en actividades artísticas de todo tipo.
Fátima Sánchez, la directora del Centro Botín, lleva años dirigiendo la experiencia de inteligencia emocional que ha puesto en marcha la Fundación Botín, una iniciativa en la que consiguió implicar a la Consejería de Educación de Cantabria y a un puñado de profesores y que, a día de hoy, ha dejado de ser un experimento. Un estudio realizado por la Fundación y la Universidad de Yale, una de las más prestigiosas del mundo, ha puesto de relieve la sensible mejora que han conseguido los alumnos con este sistema, tanto en las materias escolares convencionales como en la gestión de sus propios conflictos y en su relación con los demás.
A medida que los chicos que han recibido este tipo de enseñanza emocional maduren, podrán sacarse más conclusiones, pero los resultados son muy estimulantes para quienes se implicaron en esta evolución del sistema educativo que, curiosamente, no ha tenido dificultad de encaje, lo que deja algunas dudas sobre si realmente el problema de la enseñanza está en el marco legal.

Pregunta.– Estamos discutiendo sobre Pisa o las horas lectivas de cada asignatura pero da la sensación de que ustedes están en otra cosa.
Fátima Sánchez.– La educación está cambiando en muchos lugares y ese cambio tiene que ver, sobre todo, con el que enseña. No se trata solo de dar contenidos y conocimientos sino de desarrollar capacidades que todos tenemos, como la de crear, la de emocionarnos o la imaginar. Lo que se trata es de desarrollar esas habilidades. Y eso está cambiando en los centros educativos gracias a claustros y profesores que se dan cuenta de que la forma en que estaban enseñando no encaja con los alumnos y que necesitan desarrollar la enseñanza de una forma diferente. ¿Qué ocurre? Que ellos han aprendido de una forma también diferente, porque el primer paso que estamos dando es ese reciclaje del profesorado, para que ellos sean capaces de dar esas habilidades al alumno.
Yo no voy a entrar en si hay que cambiar o no hay que cambiar una ley. Creo, sin duda, que hay una tendencia para que Pisa evolucione a modelos de competencia pero, incluso, si se mantiene como está y cambiamos la forma en la que adquirimos los conocimientos, que es a través de la experiencia, del aprender haciendo y del desarrollo de las capacidades con que nacemos, cambiarían mucho los resultados. Para mejorar el rendimiento académico tienes que cambiar el clima del centro, cómo se encuentra el niño, sus habilidades emocionales, sus relaciones sociales y sus capacidades.

P.– ¿Y los docentes aceptan bien estos cambios?
FS.– Los aceptan de maravilla, porque ellos empiezan a entender mejor qué es lo que ocurre y porque se dan cuenta de que gestionan mucho mejor el grupo. ¿Dónde empezó el concepto de inteligencia emocional? Empezó en las empresas, porque se dieron cuenta de que una persona que se conoce, que sabe cómo funciona, que sabe gestionar a otros es mucho más productiva. Quiero una persona que solucione problemas. Un señor que se encuentra bien consigo mismo, que sabe cómo se encuentra y gestiona ese estado de ánimo es mucho más productivo. Un profesor que sabe sacar lo mejor de cada uno, porque los conoce y genera buenas relaciones hace que todo funcione mejor en la clase. Cuando el grupo empieza a funcionar mejor, empieza a aprender mejor y los resultados son más positivos.

P.– ¿Esa apelación a la inteligencia emocional funciona bien para todos o también ocasiona descuelgues?
FS.– Los resultados van a ser diversos, en función de la capacidad de cada uno, porque todos somos diferentes, pero serán buenos para todos. Unos van a tener mejores resultados académicos y otros van a tener más empatía. Las evaluaciones que hicimos para medir el impacto psicológico sobre los alumnos indicaron una mejora de la comprensión emocional. En tres años de trabajar de esta forma ha habido una mejora en el aprendizaje académico, emocional y social.
Mejoran también su asertividad, su capacidad de comunicarse con otros. Son niños con mucha más capacidad de decirte lo que necesitan, de saber qué quieren y cómo pueden conseguirlo.
El tercer resultado es la reducción de la ansiedad. Porque nosotros no tocamos su entorno. Su familia es su familia, su escuela es su escuela, su situación personal y social es la que es, pero le damos más herramientas para que gestione esa situación.

P.– ¿Se ha probado este modelo en otros países?
FS.– Es difícil encontrar en otros países programas con esta trascendencia de globalidad. Pero desde muy pronto fuimos a ver qué estaban haciendo en Estados Unidos, en Australia o en Finlandia. Hemos cogido las cosas que funcionan y mantenemos contacto con ellos. Nosotros tenemos algo único en el mundo, un master con la Universidad de Cantabria, con la que tenemos una colaboración maravillosa, que permite que un docente pueda hacer Magisterio y además especializarse en estos temas.

P.– Pero, si le dan a escoger a las familias entre completar la formación de sus hijos con habilidades en el manejo de herramientas tecnológicas o el manejo de las artes y las emociones, muchas elegirán las tecnologías.
FS.– Estoy convencida de que puede ser compatible. Lo que no podemos es poner por delante un dispositivo externo, un gadget a una capacidad propia. Lo que tenemos que hacer es desarrollar muy bien la capacidad creadora de cada uno y poner el dispositivo al servicio de esa capacidad del niño y no al revés. Son fantásticos y nos dan unas posibilidades que no teníamos para encontrar soluciones nuevas a muchos problemas, pero siempre que quien lo maneje sea la persona. Es muy importante no obsesionarnos con que los niños sean capaces de manejar tecnologías. Creo que antes hay que darles un tiempo para sepan cuál es su propia tecnología como persona.
Hay también una tendencia educativa en Europa de vuelta a la naturaleza, a las artes, a lo básico y fundamental, no dejando a un lado la tecnología, pero desarrollando las capacidades de cada uno.

P.– ¿Es paradójico que una fundación presidida por un banquero –con un negocio tan vinculado a lo material– se interese tanto por lo emocional?
FS.– No hay que confundir la Fundación con el Banco Santander, aunque compartamos el mismo presidente. La línea social y educativa es la principal de la Fundación Botín desde que se creó en 1964 y lo que hicimos fue avanzar hacia una mejora de la educación. Lo que pretende la Fundación es convertir el talento en riqueza y el programa de educación quiere convertir en riqueza el capital humano que está en las escuelas. Para eso tenemos que explotar todas las capacidades y posibilidades del ser humano. La creatividad es la capacidad del hombre para evolucionar desde la prehistoria, para solucionar los problemas diarios y esta es la creatividad que se va a trabajar en el Centro Botín.

P.– Entonces, la idea que nos hemos formado del Centro Botín quizá no vaya a coincidir con la realidad. Pensamos que va a ser un centro donde vamos a ir a ver y, por lo que usted dice, da la sensación de que va a ser un lugar donde ir a participar.
FS.– Al Centro Botín hay que ir a crear, hay que ir a hacer, a participar, porque eso es lo que nos va a permitir experimentar y cambiar. Yo lo he imaginado muchas veces con diferentes escalones. Toda la intervención urbana que se ha hecho, además del Centro, va a generar espacios de encuentro con uno mismo y con los demás. Todos los públicos tendrán la posibilidad de participar en muchísimas actividades. Lo que queremos es que, tanto si eres un adulto, como un joven, una familia, un profesional o un parado tengas una actividad que encaje con lo que te interesa, sea la danza o la literatura. Nadie te va a obligar a participar. Puedes ir a ver una exposición, porque en el volumen oeste habrá 2.500 metros cuadrados donde vas a poder ver arte en diferentes plantas. En la de arriba, con exposiciones internacionales; en la primera planta, la colección de la Fundación; las exposiciones de dibujo, la exposición de los becarios –un arte más reciente–. Vas a poder escuchar conciertos…
Lo que me interesa son los pasos siguientes, ya que cada una de esas actividades va a tener continuidad a través de un taller, un curso, un cineforum, para que no solo puedas recibir arte sino también crearlo, sin miedo y sin presión.

P.– ¿Habrá alguien para conducir este proceso creativo ciudadano?
FS.– Claro. Nosotros vamos a generar esas actividades y tú vas a poder participar en ellas. En los Jardines de Pereda este verano ya habrá tres ciclos de cine y quien quiera implicarse un poco más podrá estudiar y desglosar el potencial que tiene el cine para nosotros. En los Jardines va a haber un trabajo de Carsten Höller. Tú podrás ir a verlo y disfrutarlo y se acabó, o implicarte todos los lunes por la tarde en ese trabajo y disfrutar de otra forma. O, si eres un niño, puedes venir los jueves por la mañana a los Jardines y trabajar sobre la figura de Madrazo, desarrollando talleres sobre sus paisajes. Y si quieres venir con tu familia los domingos vas a poder trabajar cada una de las seis artes (literatura, cine, música, teatro, danza y artes plásticas) y durante dos horas no solo vas a recibir el arte sino que lo vas a producir.
Vas a tener la experiencia con tus propias manos, con tus propios ojos, con tus sentidos. Vas a ser tú el protagonista.

P.– Es decir, que nos acostumbraremos a ver familias pintando, tocando o haciendo teatro.
FS.– Efectivamente. No tiene por qué ser una producción de teatro tal como la imaginamos, pero son actividades que a partir del teatro nos permiten desarrollar otras habilidades y fundamentalmente la capacidad de crear. Pero tenemos que pensar en una capacidad de crear que no es solo hacer un producto, es solucionar un problema, es generar una idea. La imaginación y la creatividad son cosas que ya existen pero que tú a veces las juntas de forma diferente. Las variables implicadas en la creatividad son la observación, la generación de ideas, el pensamiento crítico, el pensamiento lateral…

P.– Es muy sugerente, pero no parece fácil de materializar si no hay una implicación de los usuarios.
FS.– Muchas de estas actividades las hemos hecho ya en la Fundación y cuesta. El que alguien vaya al Centro Botín sólo a ver algo es absolutamente lícito pero el que sea valiente y quiera implicarse un poco más en la cantidad de propuestas que se van a hacer le costará un poquito al principio pero los beneficios que se obtienen son inmensos. Ha habido una tradición de separar las ciencias de las artes y muchos hemos tenido muy poco contacto con las artes pero las artes pueden desarrollar la capacidad de crear en cualquier terreno. Por ejemplo, se habla en el informe de lo bueno que es el teatro para generar empatía en los sanitarios. Ponerte en el papel de otro y sentir cómo siente otro te ayuda en tu profesión diaria y esa capacidad no se enseña.
Con los universitarios de la UC queremos que haya una asignatura que puedan cursar todos, sean de la facultad que sean, que utilice las artes para desarrollar su capacidad de crear, porque les van a servir para desarrollar su profesión.
Pero sí, hay que implicarse en las actividades. Si queremos cambiar un territorio, tienen que implicarse las personas. Magia no podemos hacer.

P.– ¿No le da vértigo la expectativa que se ha creado de que el Centro Botín va a traer decenas de millares de visitantes y poco menos que va a resolver los problemas de Cantabria?
FS.– La verdad es que yo me centro en trabajar en los objetivos y en lo que queremos que sea el Centro Botín. Yo no pienso tanto en cuantísima gente va a venir o no. Pero sí creo que va a poner a Santander en el mapa. El presidente dice que es el proyecto más global de la Fundación Botín y el más importante en cincuenta años. Creo que va a ser un centro de arte de referencia, tanto en España como en el ámbito internacional y, por tanto, sí creo que van a venir visitantes, porque las exposiciones van a ser maravillosas. Pero eso no me parece un objetivo tan complicado de cumplir cuando la Fundación lleva más de 26 años trabajando en esto y tiene una comisión de arte excepcional, presidida por Vicente Todolí. Creo que va a atraer mucha gente, porque el propio edificio supone un cambio radical. Al fin y al cabo, es un crecimiento orgánico, que necesitábamos. Teníamos la capacidad de hacer mucha más actividad, con mayor intensidad y repercusión, pero necesitábamos un proyecto como este.
A mí me preocupa más la conexión con el ámbito local, que sea un lugar de encuentro y que potencie la vida de Santander y de Cantabria con las artes.
Que venga gente de fuera a ver el Centro Botín y las exposiciones me parece lo más factible. Y tenemos las sinergias del propio Guggenheim, que tiene un millón de visitantes. Confío en ese turismo cultural, por la calidad del Centro y de las exposiciones, que van a ser maravillosas.

P.– Es decir, que tampoco tenemos que descartar la idea de que el edificio funcione como un icono.
FS.– Absolutamente. Pero en España se han hecho muchos proyectos de edificios vacíos. No podemos cerrar los ojos, porque eso ha ocurrido. Sin embargo, esto es todo lo contrario. Este proyecto tiene un contenido enorme, que es el trabajo de la Fundación Botín durante 50 años y que ahora va a tener un contenedor que también va a ser maravilloso y una zona fantástica. Pero a mí me preocupa el contenido, porque quiero que la gente se implique, con lo cual tengo que ser absolutamente exigente a la hora de dar esos contenidos.

P.– ¿No será demasiado escasa la población de Santander y de Cantabria para mantener tantas actividades participativas?
FS.– Cantabria, y lo dice mucho el director de nuestra Fundación, es muy pequeña o muy grande dependiendo desde donde la mires. Si miras de Madrid a Santander es pequeñita, pero desde dentro y al mirar ese trabajo que hacemos con cien centros educativos ya no lo ves igual. Incluso creo que tenemos una posibilidad de crecimiento muy grande. Me han ilusionado mucho los 12.000 amigos del Centro Botín que ya tenemos. Con esta campaña, de repente, gente cercana a mí se ha empezado a interesar mucho más por lo que hacemos, por los contenidos, y creo que todavía hay posibilidad de acercarnos a mucha más gente que no nos conoce.

P.– ¿Qué le va a sorprender más a la gente, el edificio de Renzo Piano, las exposiciones y otros contenidos o los propios Jardines de Pereda?
FS.– Yo creo que el contexto va a ser maravilloso y va a producir un cambio enorme. De hecho, a mí me parece que los contenidos van a verse potenciados absolutamente por el lugar y esa es una de las razones por las que estamos ahí. Los Jardines de Pereda van a ser una maravilla y la posibilidad de volver a conectarnos con la naturaleza va a dar unas opciones maravillosas de trabajo. Todas las actividades de este verano van a ser fantásticas, también por dónde se van a realizar. ¿Qué es lo que más va a sorprender? Pues inevitablemente, el primer impacto emocional va a ser el de estar allí. Luego, yo pediría que se diese un paso más. Y a veces cuesta porque, sin querer, ponemos barreras que no existen, pensamos en quién me voy a encontrar, qué voy a hacer. Toda la gente que esté en el Centro Botín va a ayudar a quien vaya allí a estar como en su casa. A convencerle de que no es necesario saber más o menos sino que se trata de experimentar. Y hay muy pocos sitios donde se pueda hacer eso hoy en día.

P.– O sea, que va a ser un espacio de libertad mental.
FS.– Sí, yo creo que va a ser un espacio donde casi todo será posible.

P.– ¿Por fin hay una fecha de inauguración del edificio?
FS.– No. No hay fecha por el momento. En los próximos meses la diremos.

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