La llave para crear una gran área metropolitana

Sin dinero físico se puede ir cada vez más lejos. Ya nadie tiene que echar mano al bolsillo para utilizar los autobuses de la región, los trenes de FEVE o las lanchas de Pedreña. Desde que la Dirección General de Transportes puso en marcha la tarjeta electrónica sin contacto, hace dos años y medio, más de 50.000 viajeros la utilizan habitualmente.
Cuando llegó al Gobierno la coalición PSOE-PRC ofreció crear un gran área metropolitana de transportes terrestres en torno a Santander para que, al igual que ocurre en otras capitales, el movimiento entre la ciudad y las localidades de su perímetro sea completamente natural, sin tener que pasar por un rosario de compañías de transporte y pagar otro rosario de billetes. Hay que tener en cuenta que buena parte de los vecinos de Camargo, Santa Cruz de Bezana o Astillero trabajan en Santander y, a su vez, muchos santanderinos lo hacen en esos municipios, donde se enclavan la mayoría de las industrias.

El Gran Santander tendrá que esperar

No ha sido posible integrar todas esas redes de transporte en una sola compañía, porque para ello sería necesario poner de acuerdo a administraciones de varios colores políticos y rescatar varias concesiones privadas, pero se ha creado una fórmula de pago que, virtualmente, convierte esa quincena de empresas en una sola. Ya se puede viajar en autobús, en tren e incluso en barca utilizando la misma tarjeta monedero. La última incorporación será la más importante por volumen de usuarios, la de los Transportes Urbanos de Santander, cuyo Ayuntamiento ha sido reticente durante muchos meses a entrar en el consorcio y no lo ha hecho hasta que el Gobierno regional aceptó sufragar la mayor parte de los gastos de implantación del sistema.

Sin sacarla del bolso

La tarjeta recargable no evita pagar varios billetes para desplazarse a los pueblos cercanos, pero hace que sea más sencillo, ya que no es preciso llevar dinero en metálico y ni siquiera es necesario extraerla del bolsillo. El chip electrónico que lleva inserto es reconocido a corta distancia por la máquina validadora del tren, el autobús o la lancha que, al detectarla, efectúa la descarga del importe.
La tecnología ha conseguido que la tarjeta tenga tres monederos distintos en el mismo chip y de esa manera es posible pagar en quince empresas de transporte distintas. En función de las que utiliza normalmente, el viajero recarga los monederos virtuales del chip que considera necesarios y, a medida que usa los transportes, se van descargando automáticamente.
El sistema no sólo es funcional sino que también ha demostrado ser fiable. La estadística indica que sólo se dan incidencias en tres de cada 10.000 usos, menos incluso que con los tradicionales bonos de cartón que usaban los viajeros habituales en algunas compañías de transporte. Además, en caso de deterioro está asegurada la recuperación del saldo restante.

Empujar el transporte colectivo

La hegemonía del coche particular frente a otros modos de transporte ha llevado a la ciudadanía a medir la mejora en los desplazamientos exclusivamente por las obras que se realizan en las carreteras. Han sido las restricciones para aparcar en el centro de las ciudades las que están llevando a valorar, también, el papel que juegan los transportes colectivos en esta mejora. Para quien no tiene coche o preferiría no utilizarlo para ir cada día a su trabajo de poco valen unas buenas carreteras si no hay servicio de autobuses o de trenes que le permitan hacer el trayecto. Por eso, para muchos ciudadanos es tan importante la mejora de estos transportes públicos como la de las infraestructuras, y para el erario público es bastante más barata.
La Dirección General de Transportes se ha gastado hasta ahora alrededor de dos millones de euros en este proyecto que, entre otras cosas, permite recorrer la región de punta a punta en los trenes de FEVE (los 145,9 kilómetros entre Gibaja y Unquera) y dar servicio a los 4,2 millones de pasajeros que el año pasado se subieron o bajaron en alguna de las 52 estaciones del recorrido.
El objetivo es mejorar la comodidad del viajero que ya usa los transportes públicos y la captación progresiva de cuantos siguen utilizando el automóvil en trayectos que pueden hacerse en tren o autobús.
En muchos casos, el secreto está en hacer la transición entre un modo de transporte y otro lo más sencillo posible y para ello no cabe desdeñar ninguno, ni siquiera las lanchas que cruzan la Bahía de Santander. Para usar la tarjeta en estas embarcaciones se han instalado cinco máquinas expendedoras en los embarcaderos de Los Regina y a bordo hay diez terminales portátiles que hacen más cómodo y rápido el acceso de los usuarios.
Hasta el momento, el sistema de tarjeta sin contacto funciona en todas las líneas de autobús regionales y en las urbanas de Laredo, Santa Cruz de Bezana y Camargo; en las lanchas de Los Regina; y, si el Ayuntamiento no pone más obstáculos, a partir de septiembre en los autobuses urbanos de Santander (la tarjeta del TUS no sirve, en cambio, para desplazarse por otras líneas).
La intención de la Consejería es extender la tarjeta monedero también a los trenes de Renfe y a los autobuses que unen Castro Urdiales con los municipios de su entorno, con lo que estarían cubiertas las necesidades de casi todos los ciudadanos de la región, que pueden adquirir o recargar las tarjetas en kioscos, estancos, en las estaciones de autobuses de Santander, Torrelavega, Laredo o San Vicente y a bordo de los autobuses.
Para cuando se completen estos objetivos, el coste de implantación de este sistema habrá sido de tres millones de euros, bastante menos de lo que cuesta una carretera.
Cumplido el objetivo, el siguiente paso es llegar a crear un auténtico consorcio de empresas de transporte que gestione la tarjeta, lo que permitiría establecer combinaciones mucho más eficientes para los viajeros, tanto en los horarios como en los precios, pero las empresas son reticentes a perder autonomía y a desvelar los datos reales de cada ruta, lo que resulta paradójico, ya que el Gobierno subvenciona bastantes de ellas, para que no desaparezcan, ante la débil rentabilidad que argumentan las compañías.

Mucha información

La experiencia de los dos años largos transcurridos desde su puesta en práctica indica que han sido muchos los beneficiados: Al usuario le proporcionan la comodidad de un medio de pago moderno y la ventaja de obtener descuentos económicos. Para las empresas ha sido la forma de tener una información muy útil para optimizar sus recursos humanos y materiales y la Administración ha pasado a disponer de un conocimiento exhaustivo de la movilidad regional, lo que le permitirá planificar de una forma más racional las rutas y los servicios.
En la medida en que con esa información dé lugar a una mejora de los servicios, el transporte público conseguirá nuevos clientes. Quizá de esa forma pueda llegar algún día a disputarle la batalla al coche particular, que hasta ahora gana por goleada.

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