El Parador de Limpias, referencia turística de la zona oriental
Paradores Nacionales no parece tenerle temor a las fechas y el viernes, 13 de febrero, decidió inaugurar el parador de Limpias. El vicepresidente económico Rodrigo Rato acudía a la apertura de un establecimiento que se ha demorado en el tiempo, por los muchos problemas con que se ha encontrado el desarrollo de la obra.
El parador de Limpias es el cuarto de la empresa pública en Cantabria, donde ya posee los dos de Santillana del Mar (Gil Blas) y Fuente De. La cadena pública ha aprovechado un palacio del siglo XIX, con una magnífica finca, y se ha visto en la necesidad de construir un edificio anexo, ya que a pesar de las generosas dimensiones del inmueble (2.000 m2), sólo podían obtenerse de él 18 habitaciones. Gracias al anexo –de factura exterior muy convencional– se han alcanzado las 65 habitaciones, si bien en la fecha de inauguración sólo estaban ultimadas 25.
Un palacio con historia
El palacio Eguilior fue ordenado edificar por Manuel Eguilior Llacuno, conde de Albox, como residencia de verano, y la influencia en la Corte de su promotor propició que llegasen a celebrarse en él varios consejos de ministros presididos por Alfonso XIII. Su último propietario fue el empresario Víctor Picó, fundador de Magefesa, que lo adquirió a finales de los años 70 pero nunca llegó a habitarlo. De hecho, el edificio ha estado alrededor de 40 años sin ocupantes y eso produjo notorios deterioros tanto en el inmueble como en la finca, convertida en una pequeña selva.
Los muebles, cuadros y otros objetos de valor ya habían sido retirados y vendidos por los condes de Albox antes de proceder a su venta a Picó.
La compra del edificio
En 1996 el Gobierno presidido por Martínez Sieso tuvo constancia de que el edificio podía ser vendido para convertirlo en una academia de inglés y se dirigió al propietario para negociar la compra. Simultáneamente, se puso en contacto con el Ministerio de Economía, para convencerle de la oportunidad de convertirlo en parador. Después de dos años de negociaciones, se cerraban los acuerdos. El Gobierno cántabro se comprometía a adquirir el edificio y la finca (que le costaron 2,4 millones de euros), para cedérselas al Estado que, a través de la empresa Paradores Nacionales, corría con los gastos de rehabilitación y adaptación para usos hoteleros, además de construir un edificio anexo de 1.600 m2, lo que tenía un coste de 8,4 millones de euros.
En total, un gasto de 1.800 millones de pesetas, lo que representa un coste por habitación de 28 millones de pesetas, sensiblemente más alto que en los hoteles de categoría equivalente (cuatro estrellas) que se construyen en la región, lo que indica la calidad de un proyecto que pretende conjugar un cierto sabor tradicional con el servicio hostelero más moderno.
Los problemas de la finca
Paradores se encontró con muchos más problemas de los previstos al ejecutar la obra, ya que al realizar las excavaciones para el nuevo edificio se produjo un severo corrimiento de tierras en la ladera que ocupa la finca. Una incidencia que encareció el proyecto y lo retrasó. El acuerdo firmado en enero de 1999 por el Gobierno cántabro y Turespaña, presumía que el nuevo establecimiento estaría abierto en 2001. La realidad es que ha requerido algo más del doble del tiempo previsto.
El hotel dispone de una finca de 50.000 m2 denominada El Castañar, de gran variedad vegetal y con varios árboles singulares, aunque algunas de las especies se han resentido por los efectos de la obra. No obstante, mantiene el encanto de un establecimiento romántico, capaz de ofrecer largos paseos entre los árboles, que crean un entorno propio, a pesar de la escasa distancia del pueblo. El hecho de que Limpias haya conservado hasta ahora su sabor tradicional, algo que resulta casi insólito en una zona de construcción intensiva, y los encantos naturales de que goza, con una gran bahía, añade atractivos al nuevo establecimiento.
Varios tipos de visitantes
Si bien por concepto el Parador tiene muy poco que ver con el turismo de playa, no puede descartarse que sea utilizado por ese tipo de turismo, dado que se encuentra a unos pocos minutos de la playa de Laredo. Igualmente, cabe presumir que puede encontrar una fuerte demanda de visitantes vascos de fin de semana y de pescadores, ya que se encuentra al borde de uno de los pocos ríos de la Península Ibérica donde aún no ha desaparecido el salmón.
También captará parte del turismo religioso que sigue llegando a Limpias. Aunque las teorías milagreras sobre el Cristo que se venera en la iglesia parroquial de San Pedro tiene poco eco en la región, sigue siendo un foco de peregrinación religiosa de cierta importancia entre las colonias católicas de Estados Unidos y Centroeuropa. Este turismo religioso acude a conocer la talla del Cristo a la que desde 1919 se le han atribuido extrañas manifestaciones de vida, como lágrimas o sudor, y aunque no es tan numeroso como el que acude a San Sebastián de Garabandal, es persistente en cualquier época del año.
Los paradores tienen una ocupación bastante estable y mucho más alta que los establecimientos rurales convencionales. El pasado año, los paradores cántabros ya existentes tuvieron 33.000 clientes, con una ocupación media del 75%.
El precio de la habitación doble en el nuevo establecimiento oscila entre los 123 y los 139 euros por día, dependiendo de la temporada.
Sabor tradicional
La decoración del parador está ambientada en los estilos vigentes en el siglo XIX y comienzos del XX, con colores pardos, rojos y verdes y objetos de estilo art decó. De las 65 habitaciones, siete cuentan con una sala anexa. En las zonas comunes hay un salón social, sala de lectura, cafetería, dos restaurantes y sala de banquetes. Las concesiones a la modernidad son más evidentes en la zona de ocio, donde dispone de un gimnasio, piscina climatizada y pista de pádel.
En la gastronomía, que pretende estar especialmente vinculada a la zona, se hace un recorrido por la cocina cántabra, con especial atención a los cocidos, los pescados –salmón, trucha, bonito, sardina y langosta– y los quesos. Los postres buscan esa misma raigambre tradicional e incluyen en la carta la quesada, la leche frita, el arroz con leche y los sobaos.
Para resaltar ese carácter tradicional, la inauguración, a la que acudió el vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, se envolvió en una atmósfera de comienzos del siglo XIX, con coches clásicos, y figurantes vestidos de época. Una forma de retornar a los momentos de esplendor del edificio, cuando era visita obligada en las excursiones de los veraneos santanderinos de Alfonso XIII.
Nuevas tecnologías
A pesar de querer recordar en todo momento a una época pretérita, el arquitecto que ha dirigido el proyecto, Carlos Fernández-Cuenca, le ha dado un entripado tecnológico y el edificio está dotado de los últimos avances para el ahorro de los consumos energéticos, o en el control de las emisiones de humos.
La empresa IALEC ha instalado un novedoso sistema de detección de incendios que permite identificar las incidencias, para no incurrir en falsas alarmas, un problema que puede dañar la imagen de un establecimiento de calidad, al crear una situación de pánico sin motivos.
El mecanismo se basa en un sistema de sondas electroquímicas y un gran archivo de incidencias, de forma que los datos de humos y gases que suministran las sondas son comparados con todas las referencias existentes en archivo, unos seis millones. De esta forma, determina inmediatamente si el humo intenso de una habitación es producto de un incendio o de una reunión de fumadores empedernidos, y puede intervenir sobre las válvulas que controlan el paso del gas, si detecta gases explosivos.