Ideas para decorar los espacios públicos
Si la decoración de un hogar dice mucho de quienes lo habitan, el modo como se amueblan los espacios públicos refleja también la sensibilidad de la administración municipal y el grado de exigencia de los usuarios. La atención hacia el diseño ha comenzado a conquistar los espacios urbanos, empujada por la capacidad de innovación del propio sector y el mayor cuidado de arquitectos y urbanistas.
Quien quiera conocer las variadísimas posibilidades que se han abierto en este campo puede tener una idea clara en la exposición que ha abierto Carpepal en Camargo. Con 30 años de historia a sus espaldas, la empresa cántabra resume en su propia trayectoria los profundos cambios que ha experimentado el mobiliario urbano, donde funcionalidad y estética cada vez están más entrelazadas.
Una obra muy personal
El camino que ha sabido abrirse Carpepal en el mercado nacional dice mucho de la personalidad de su creador, Ricardo Montes. Un empresario peculiar, capaz de unir en su persona facetas tan diversas como la de gerente y diseñador o la de ser el mejor comercial de sus propios productos. Tampoco necesita apoyarse en un departamento de compras para muchos aprovisionamientos que él mismo realiza en China o en la más cercana Chequia. Con sus rudimentos de inglés y alemán y las nociones de chino que ha aprendido en unos cursos de la Universidad de Cantabria, Montes no tiene ningún reparo en aventurarse por aquel país, que ha visitado ya una decena de veces, en periplos que a veces le llevan a recorrer más de seis mil kilómetros en busca de proveedores o para conocer las fábricas locales, entendiéndose en su propio idioma, aunque eso sí “cuando hablan muy despacio y si lo hacen en cantonés” precisa Ricardo Montes.
De fabricante a vendedor
Los inicios de Carpepal en el campo del mobiliario urbano están ligados a las necesidades de Hergom. La actividad de Montes como carpintero se complementaba a la perfección con los contratos de esta fundición para abastecer del llamado ‘banco romántico’, a los ayuntamientos de Cantabria. Mientras Hergom fabricaba las patas de hierro, Carpepal aportaba los miles de listones de madera que acabaron siendo necesarios como consecuencia del éxito alcanzado por este modelo. Un diseño pionero que se propagó por toda España.
A esta primera colaboración le siguieron otras, como la fabricación de mesas de picnic y una ventana que anticipaba las ‘velux’, que no se llegó a comercializar. La presencia de Carpepal en el sector no pasó inadvertida para otras firmas nacionales de mobiliario urbano, de las que también se convirtió en proveedor.
Quedaba por dar el salto desde la simple fabricación hacia la comercialización de sus propios productos y en 1992 Carpepal pasó a competir con sus antiguos clientes, y lo hizo con un empuje que le ha llevado a convertirse uno de los referentes del sector.
Aunque la madera continúa teniendo su nicho de mercado, otros materiales, como el metal o el plástico, se han abierto camino en el mueble urbano. Ricardo Montes fue uno de los pioneros en introducir el plástico reciclado en España, con el que ha hecho, entre otras cosas, muchas de las pasarelas construidas en Cantabria. Un aprovechamiento que podría ser mucho mayor si, como lamenta Montes, “las ingenierías y los estudios de arquitectura estuviesen más mentalizados con el uso del plástico reciclado”.
Con cualquiera de estos materiales, Carpepal ha dejado su huella en sitios tan diversos como el delfinario de Benalmádena, la zona de pequeños primates del Zoo de Madrid o los cientos de bancos y papeleras que decoran los núcleos urbanos de lugares tan escondidos como el valle del Mulhacén, en Granada o Las Hurdes, en Cáceres. En Cantabria, donde como es lógico está su principal mercado, no hay apenas pueblo que no cuente con algún banco, columpio o papelera fabricado o comercializado por esta empresa. Suyo es el mobiliario urbano de la península de la Magdalena, el equipamiento que acompaña a la carretera que enlaza Ampuero con Marrón o el más reciente amueblamiento de la playa de Tregandín, en Noja, con casetas para discapacitados, una biblio-playa y una torreta para socorristas diseñada por el propio Montes.
A este impetuoso empresario tampoco se le ha resistido la comunidad vasca, un territorio difícil de conquistar donde ha logrado instalar todo el mobiliario urbano del recinto que alberga el Centro Tecnológico de Álava.
Un escaparate para su catálogo
La gama de productos que Carpepal ha llegado a manejar es tan amplia que resultaba imprescindible contar con un nuevo espacio donde poder mostrarla. Este objetivo se ha cumplido con la inauguración de un gran escaparate en el polígono de La Cerrada, en Maliaño. Son 1.600 m2 de superficie de exposición donde se pueden apreciar las últimas tendencias en mobiliario urbano, parques infantiles, parques acuáticos –Carpepal va a montar dos en Astillero y Noja– o juegos de movilidad para mayores, una demanda en alza. Los Ayuntamientos, atentos a las necesidades de la creciente población de la tercera edad, empiezan a solicitar que el mobiliario urbano sea más accesible y adaptado a sus necesidades.
Con la apertura de este espacio expositor, Carpepal suma ya 36 personas en su plantilla. Que en una época de profunda recesión una empresa sea capaz de crear nuevos puestos de trabajo es un hecho resaltable. Algo a lo que, en este caso, no es ajeno el incremento de la demanda que están provocando las pequeñas obras financiadas por el fondo estatal para los municipios. Al menos, de esta crisis se saldrá con las ciudades remozadas y una estética urbana casi tan cuidada como los espacios privados.