Con el viento a favor

Aunque fue recibido con cierta desconfianza debido al hermetismo con el que se desarrolló la operación de venta, y a la falta de perfil industrial de un comprador carente de tecnología y orientado hacia los negocios, en el año y medio transcurrido desde que el grupo holandés Buce Industries se hiciera cargo de la planta de ABB en Reinosa, la antigua Cenemesa se ha situado en el mapa internacional de uno de los mercados con más proyección de futuro: el de la energía eólica.
De la mano de la también holandesa Lagerwey, que aporta parte de la tecnología, Cantarey –nombre con el que ha rebautizado Buce Industries a la factoría reinosana–, ha desarrollado un nuevo modelo de aerogenerador que les ha abierto el pujante mercado de la energía eólica en Japón, Europa y Sudamérica.
El giro dado a la producción de la fábrica reinosana, tradicionalmente orientada hacia los motores industriales y de tracción, ha tenido ya su reflejo en la evolución económica de la empresa que cerró el pasado año con una facturación de 2.886 millones de pesetas frente a los 2.200 de 1999, y que espera llegar este año a los 3.600. La plantilla ha experimentado también un crecimiento moderado, hasta llegar a 155 personas con la reciente incorporación de diez nuevos trabajadores.

Las ventajas del
“direct drive”

El modelo de generador eólico desarrollado por Cantarey es de accionamiento directo (direct drive) y a diferencia de los convencionales, que utilizan caja reductora, limita el número de piezas móviles, con lo que disminuyen sustancialmente las averías derivadas de la fricción y la necesidad de mantenimiento, algo que resulta muy importante si se tiene en cuenta que muchos de los parques están en lugares de difícil acceso.
Una segunda ventaja de los generadores eólicos de Cantarey es el operar en un régimen de revoluciones que permite aprovechar mejor las fluctuaciones del viento. Mientras un rotor tradicional funciona a una velocidad de giro de entre 15 y 22 vueltas por minuto, los de accionamiento directo pueden girar las aspas entre 18 y 32 veces por minuto.
Estas ventajas tienen su contrapartida en el mayor tamaño de los aerogeneradores, que alcanzan cerca de seis metros de diámetro y un peso de 32 toneladas. Cantarey está trabajando ya en el desarrollo de prototipos más pequeños que minimicen la diferencia de tamaño que existe entre el sistema de acción directa y los aerogeneradores convencionales.
El mayor tamaño de los componentes supone también un mayor precio, aunque el esfuerzo inversor queda compensado por su menor mantenimiento. Así lo han entendido empresas como la española EHN (Energías Hidroeléctricas Navarras) que ha encargado a Cantarey la construcción de 50 generadores eólicos, los primeros que construye la empresa de Reinosa para el mercado nacional cuyo potencial de crecimiento es espectacular. España ya es el segundo país del mundo en producción eólica y el elevadísimo número de parques que ahora mismo se encuentra en tramitación impulsaron a Buce Industries a interesarse por la fábrica reinosana. “El mercado nacional está todavía sin saturar, y lo estará por mucho tiempo” –explica el director general de Cantarey, Ralf Wagenhauser–. “Hay más de 1.500 megavatios autorizados en España para los próximos tres años lo que, a razón de 750 kilovatios por máquina, supone que será necesaria la fabricación de 2.000 aerogeneradores”.
Esta cifra da idea de la magnitud de un negocio en el que los generadores suponen el 60% del valor de los bienes de equipo que se precisan para transformar la energía cinética del viento en energía eléctrica.
La fabricación para el mercado nacional tiene la ventaja añadida de simplificar los problemas logísticos que plantea el transporte de generadores tan grandes como los que construye Cantarey. Los pedidos que se remiten a Japón –para el que ya se han fabricado 80 generadores y se está completando la entrega de otros 78– se embarcan en Requejada rumbo al puerto de Amberes donde se completa la carga con el resto de los componentes (aspas de fibra de vidrio o de poliéster, barquilla, etc.).
La carga de trabajo prevista por la fábrica reinosana para este año es de 114 generadores eólicos, de los que casi la mitad se quedarán en territorio nacional gracias al encargo de EHN. El gerente de Cantarey confía en que la innovadora tecnología que ofrece la fábrica reinosana se traduzca en nuevos pedidos: “El encargo de EHN tiene un carácter de prueba, por lo que podría aumentar. Esta empresa busca una tecnología más fiable y la de accionamiento directo lo es. Además somos junto a la alemana Enercon, la única empresa en el mundo que fabrica este tipo de generadores”.
Esta apuesta por la innovación ha llevado a Cantarey a investigar, junto a una empresa norteamericana, las posibilidades de un nuevo modelo de accionamiento directo con imanes, que le permitirá contrapesar la dependencia tecnológica de Lagerwey y diversificar su cartera de clientes.
Aunque el suministro de los rodamientos especiales que precisan los generadores de Cantarey corre a cargo de una empresa alemana, su fabricación en la planta de Reinosa implica también a otras empresas de la zona con las que Cantarey subcontrata algunos trabajos. La aportación más importante es la que realiza Sidenor, que fabrica parte de la estructura metálica en la que se ensambla el generador.

Remodelar la fábrica

La primera tarea del actual gerente a su llegada a Cantarey fue la redistribución de los 10.500 metros cuadrados de la fábrica para aprovechar al máximo una línea de producción que ABB había ya iniciado pero a la que no había dado el suficiente impulso al no formar parte de su estrategia industrial. Los cambios introducidos en el flujo de material dentro de las instalaciones –evitando desplazamientos de piezas de 15 toneladas como el estátor o el rotor– han hecho posible fabricar cuatro veces más generadores con el mismo espacio útil.
La compra de grúas y nueva maquinaria y los cambios introducidos en la estética de la propia factoría completan un proceso de renovación en el que los nuevos propietarios habrán invertido cuando finalice este ejercicio 600 millones de pesetas. “Hemos cambiado la cara de la fábrica –subraya Ralf Wagenhauser– porque no se puede vender un producto de alta tecnología que se llama ecológico sin cuidar nuestro aspecto. Además, hemos creado posibilidades de crecimiento para que la fábrica sea lo más flexible posible”. Cantarey tiene aún disponibles 14.000 metros cuadrados en los que se podría levantar otra nave con la que duplicar la producción, pero esa necesidad no se va a producir por ahora, ya que las actuales instalaciones cuentan todavía con un 30% de posibilidades de ampliación.

Motores de tracción

Si la fabricación de generadores eólicos supone una faceta relativamente reciente para la factoría reinosana, no ocurre lo mismo con otras líneas de producción más tradicionales como la de motores de tracción, que no serán abandonados. A través de clientes como Adtranz, Siemens o Alsthom, la planta de Reinosa está presente en los concursos para el equipamiento del metro de Sao Paulo (Brasil), la construcción de equipo ferroviario con destino a Egipto, o la fabricación de los motores para los nuevos trenes de alta velocidad que entrarán en servicio en España.
La existencia de esta segunda línea de producción, que se complementa con la reparación de motores y el reacondicionamiento de motores antiguos (revamping), permite a Cantarey no depender de un sólo producto y mantener un nivel de ocupación adecuado para una plantilla cuya versatilidad les permite trabajar indistintamente en ambas líneas de fabricación. Algo que resulta especialmente útil en un segmento de mercado de carácter cíclico, como el de la fabricación de motores de tracción, que está sujeta casi siempre a las circunstancias presupuestarias de las administraciones públicas. “El personal –subraya Wagenhauser– es el punto más fuerte que tiene Cantarey. Su polivalencia nos permite utilizarlo en las áreas de trabajo que necesitemos en cada momento, con lo que no tenemos miedo de que haya parones en la producción porque nos falte un pedido grande de eólicos”.
En cambio, hay una de las líneas de producto tradicionales, los motores industriales, que dejarán de ser fabricados por Cantarey a partir de diciembre. Así se pactó en su momento con Asea Brown Bovery (ABB) que mantiene por este producto el interés que perdió en los motores de tracción al vender en 1998 su participación en Adtranz (una joint venture formada al 50% con Daimler Benz para unificar los negocios de ambas compañías).
Esta limitación no parece importar demasiado a Cantarey cuya apuesta industrial camina claramente por otros derroteros: “El mercado de motores industriales es un mercado bastante competido, con precios muy ajustados, y no es el negocio que nosotros estamos buscando. Es verdad que el pacto nos obliga a dejar de fabricarlos, pero además no es algo que encaje muy bien con la estrategia industrial de Cantarey que apuesta por otros productos y especialmente por la energía eólica” asegura su gerente. Y, al menos por el momento, el viento sopla a favor.

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