El viento no será gratis

Gracias al fin de la moratoria eólica impuesta en 2001, Cantabria se ha convertido en el último gran bastión para las multinacionales interesadas en el viento. Ya lo dijo el director de la danesa Vestas cuando anunció que instalarían un centro tecnológico en nuestra región para probar sus prototipos. Hay viento de sobra y, sobre todo, voluntad política de aprovechar este recurso natural. Instalar parques nuevos es más rentable que renovar los antiguos, por el rápido incremento en la potencia de los generadores, así que todas las miradas de las grandes firmas del sector de las renovables están puestas en el concurso eólico que se resolverá en enero del año que viene.
Por primera vez en mucho tiempo no hay que ir a buscar a las multinacionales para que se instalen en la región porque vienen ellas solas. Una oportunidad que el Gobierno de Cantabria no está dispuesto a desaprovechar para generar riqueza a largo plazo. Por eso, va a exigir a los promotores que quieran optar al concurso eólico que presenten un proyecto de I+D+i, independiente del plan industrial y de sus previsiones de generación de empleo. Este proyecto ha de suponer una innovación sobre lo que ya existe en el mercado y, sobre todo, debe utilizar infraestructuras tecnológicas y recursos humanos del territorio donde se van a instalar.
La mayoría de los licitadores son compañías eléctricas que cuentan con departamentos de innovación y, por tanto, llegan a Cantabria con sus propios proyectos bajo el brazo. Pero, incluso en este caso, están obligadas a colaborar con grupos universitarios o centros tecnológicos cántabros utilizando medios que ya existen, como el supercomputador Altamira (uno de los 75 ordenadores más potentes de Europa, que se usa para resolver problemas de ciencia o ingeniería) o que se van a poner el marcha, como el Gran Tanque de Hidráulica para el análisis del comportamiento marino. También podrán apoyarse en la zona de pruebas que se habilitará en Santoña para experimentar con la energía undimotriz (generada por el movimiento de las olas).
El Ejecutivo ha marcado a los licitadores cuatro áreas energéticas que considera prioritarias (eólica terrestre, fotovoltaica y, en el ámbito marino, la eólica offshore y la undimotriz). El director general adjunto de Sodercan, Francisco Royano, explica que el objetivo último del Gobierno regional es retener a estas empresas para que echen raíces y no acaben montando “fábricas con ruedas” que hoy están aquí y mañana en otra parte: “Queremos que cuando una multinacional tenga que quitar una banderita del mapa se lo piense mucho antes de eliminar la de Cantabria. Y eso se puede conseguir si aquí se fabrica un producto único o se encuentra un centro clave para su innovación”, sostiene.

Oferta tecnológica

Sodercan ha identificado toda la oferta tecnológica que existe en la región para ponerla a disposición de los promotores que vengan atraídos por el viento. La mayor parte procede de grupos de investigación ligados a departamentos o institutos tecnológicos de la Universidad de Cantabria (cuadro página siguiente), aunque también hay más de media docena de empresas (cuadro superior) que buscan financiación para iniciativas atractivas por su alto nivel técnico y potencial futuro.
Una de ellas es Sonkyo Group, que desarrolla pequeños aerogeneradores (de 1 a 100 kilovatios) para ser instalados en viviendas, intentando abrirse camino en el prometedor mercado de la minieólica, un auténtico negocio en países como Estados Unidos, donde la legislación ya no frena su desarrollo.
La expansión de la energía eólica terrestre y fotovoltaica es un hecho a corto y medio plazo, de ahí que unas cuantas empresas locales se estén centrando en la consecución de mejoras para aumentar la eficiencia energética de los equipos o reducir el coste de los materiales empleados para su fabricación.
No obstante, la esperanza a largo plazo para la mayoría está en el aprovechamiento de la energía marina, un campo en el que Cantabria pretende convertirse en referencia, por el conocimiento universitario que existe en la región, la tradición de las empresas navales y los proyectos marítimos que ya están en fase experimental, como la boya de Ibermar (Iberdrola) o la de Idermar, liderada por Apia XXI.
Wedge, que desarrolla un prototipo de generador lineal o Sayme, inmersa en la investigación de sensores para el análisis y la medición en este tipo de sistemas, son otras firmas locales que buscan socios para desarrollos tecnológicos en este ámbito.
En la lista solo aparecen las que necesitan un espónsor para crecer, pero el número de industrias e ingenierías que están reorientando su actividad en busca de negocios alternativos es mucho mayor. Algunas como la calderería Degima se atrevieron a diversificar su actividad participando en la construcción de la boya de Santoña y, pasado el tiempo, se han encontrado con varios trabajos similares y han entrado en proyectos europeos.
No son los únicos que han comenzado a apuntar en la dirección del viento. También los grupos universitarios y los centros de investigación han empezado a ver en las energías renovables un camino para transferir sus hallazgos al mundo empresarial. Muestra de ello es el Centro Tecnológico de Componentes (CTC), que está desplazándose desde el sector de la automoción, en el que ha centrado su actividad hasta ahora, hacia el campo de la energía nuclear y las renovables, sobre todo la marina, para la que van a resultar especialmente útiles sus estudios sobre las condiciones de los materiales y su comportamiento en situaciones adversas, como la humedad o la salinidad.
El uso de las algas para la producción de biocombustible o para su aplicación en el sector farmacéutico y en la acuicultura (en empresas como Tinamenor) promovida por el Instituto Oceanográfico o los programas de predicción meteorológica en los que investiga el Instituto de Física de Cantabria (IFCA) son otros campos abiertos.
Dicen desde Sodercan que “los resultados hasta ahora son esperanzadores porque tanto empresas como grupos de investigación han entendido el cambio en el modelo productivo”. Solo hace falta que el Plan Eólico sea el revulsivo que todos esperan para poder cambiar de aires.

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