Solvay quiere construir una central de ciclo combinado en Barreda

Mientras la fusión de Endesa con Iberdrola ha creado bastante incertidumbre sobre lo que ocurrirá con la planta de ciclo combinado de Requejada, Solvay ha comenzado a moverse para construir otra supercentral eléctrica junto a su fábrica de Barreda, sólo dos kilómetros río arriba. La factoría cántabra ya tiene una cierta experiencia en la producción de energía puesto que tiene en funcionamiento dos grupos de cogeneración, con 82 megavatios de potencia. La intención de Solvay es compartir esta nueva iniciativa con una empresa del sector eléctrico y ya ha encontrado varias interesadas.
De conseguir la autorización administrativa, el área industrial de Torrelavega puede quedar convertido en una de las mayores zonas de producción eléctrica del país de la noche a la mañana y de una manera casi espontánea. En apenas cuatro kilómetros se van a concentrar la cogeneración de Solvay, la de Sniace –que está a punto de entrar en funcionamiento y será la más importante del país– y dos plantas de ciclo combinado, la solicitada por Endesa para Requejada y la que ahora trata de instalar Solvay. En total, cerca de un gigavatio de potencia, el equivalente a dos veces la capacidad de la central nuclear de Santa María de Garoña, y una inversión global que puede estimarse en unos 75.000 millones de pesetas.
Una suerte de circunstancias ha ido a concentrar en el espacio y en el tiempo semejante eclosión de plantas de generación eléctrica, que cambiarían el signo energético de Cantabria. De ser una de las regiones más deficitarias en energía del país pasaría no sólo a autoabastecerse, sino que estaría en disposición de poder exportar electricidad a otras zonas.
La decisión de Solvay de reforzar su presencia en la generación eléctrica enlaza, de alguna manera, con sus aspiraciones anteriores. La fábrica de Barreda había pedido a comienzos de los 90 la autorización administrativa para construir dos grupos de cogeneración con capacidad para producir 84 megavatios. La solicitud durmió durante años en un cajón del Ministerio de Industria, temeroso por la reacción que podía tener en las empresas eléctricas ante un proyecto tan importante, dado que los cogeneradores tienen un estatus más favorable en precios que el de los productores eléctricos propiamente dichos. Finalmente, a la fábrica cántabra le fue autorizado sólo uno de los grupos (42 Mw) en consideración a que ya tenía en funcionamiento otra planta de 40 Mw y con los dos grupos sobrepasaría la potencia máxima autorizada para los autogeneradores, que es de cien megavatios.
Poco después, Sniace solicitó un proyecto de 89,75 Mw, que fue autorizado y que con la anterior cogeneración, completa el máximo legal para esta empresa.
Inicialmente, Solvay valoró la posibilidad de instalar los nuevos grupos de cogeneración en los terrenos que en su día ocupó su filial de plásticos Hispavic en Barreda, frente a la fábrica de sosa. Al reducirse la potencia y el tamaño, optó por emplazar la nueva instalación junto a la planta eléctrica que ya tenía en el interior de la factoría, lo que facilita que sean atendidas por la misma plantilla. Ahora se plantea utilizar esos terrenos de Hispavic, muy próximos al río, para ubicar la central de ciclo combinado, cuya potencia será de 300 Mw y que tendrá un coste de 30.000 millones de pesetas, un proyecto, por tanto, mucho más ambicioso que la propia cogeneración.
Solvay pretende hacer otra central semejante junto a su fábrica de Martorell (Barcelona) y en ambos casos la financiación sería aportada por su socio eléctrico, como ha ocurrido en la cogeneración de Barreda, para la que constituyó una sociedad mixta con Air Liquide denominada Solal.
Las centrales que ya tienen en funcionamiento generan la energía equivalente al consumo de una población superior a las cien mil personas, además del vapor necesario para cubrir las necesidades de la fábrica, pero Solvay aún se ve obligada a realizar importantes compras de electricidad para sus procesos de electrolisis. La fábrica pretende obtener esta energía de la futura planta de ciclo combinado que, como ya ocurre con la cogeneración, vendería sus excedentes (en este caso muy abundantes) a la red.
A cambio de la autorización para una central de ciclo combinado, Solvay probablemente tendría que renunciar a su grupo de cogeneración más antiguo, que funciona con carbón y fuel, curiosamente, el más rentable en estos momentos, ya que la fábrica importa el carbón a unos precios muy competitivos. Esa circunstancia obligaría a obtener gran parte del vapor que necesita de la planta de ciclo combinado, que también puede funcionar en régimen de cogeneración.

La central de Endesa se difumina

Si Solvay y Air Liquide emplearon en su planta de cogeneración de gas 4.000 millones de pesetas, muy poco tiempo después, Sniace comenzó a construir la suya, con una inversión de 7.500 millones. La separación geográfica entre ambas es de apenas dos kilómetros y ya han convertido la zona en un notable complejo eléctrico, si se tiene en cuenta que conjuntamente, superan la potencia de la mayoría de las centrales térmicas del país. Pero eso apenas será un aperitivo de lo que está por llegar con las centrales de ciclo combinado.
La primera de las que se pretenden construir en Cantabria fue planteada por Endesa ante las presiones de la Consejería de Industria tras la absorción de Electra de Viesgo. La eléctrica cántabra había acumulado unos recursos propios de 125.000 millones de pesetas, sustanciales para el desarrollo de la región, si se tiene en cuenta que cuadruplican los que actualmente posee la Caja Ahorros y que cualquier otra empresa regional se encuentra a años luz de estas cifras. La absorción de Viesgo por Endesa suponía la desaparición de la única gran palanca financiera que tenía Cantabria para la instalación de un gran proyecto industrial, ya que, como ha ocurrido, Endesa acabaría utilizando el dinero de la empresa cántabra en alguno de sus proyectos internacionales.

Las prisas de Viesgo

La presión mediática hizo que el Gobierno cántabro moviese los hilos y Viesgo anunció en su junta general del pasado año que Endesa revertiría a la región 30.000 millones de pesetas a través de la construcción de una planta de ciclo combinado en Requejada. Pero el proyecto, que fue presentado como el producto de un largo análisis, en realidad estaba cogido con pinzas. La junta general se celebraba un viernes y los abogados de la empresa se habían presentado el martes anterior por primera vez ante el propietario de los terrenos para hacerle saber su deseo de adquirirlos con toda urgencia. Esa improvisación ha durado hasta ahora. Aunque la operación de compra ha quedado cerrada estas últimas semanas, y los trámites legales no se han detenido, nadie es capaz de asegurar, hoy por hoy, que el proyecto continúa vigente.

Cambian las circunstancias

Las circunstancias de Viesgo y de la propia Endesa han cambiado tanto que exigen un replanteamiento de toda la actividad. Si hace dos meses el Ministerio de Industria estipulaba que Endesa no podría aumentar su capacidad de generación y para evitar aumentar su posición dominante en el mercado, la construcción de una nueva central debía conllevar el cierre de otras de capacidad equivalente, la fusión con Iberdrola ha venido a crear aún más incertidumbre. La primera exigencia se hubiese podido cumplir con el cierre de algunas térmicas de carbón ya obsoletas, pero la fusión no sólo obliga a un juego de suma cero, sino que la empresa resultante tendrá que desprenderse de casi la mitad de los activos de generación que va a acumular, algo que no resulta sencillo hacer de la noche a la mañana, cuando se trata de vender varias centrales nucleares, decenas de centrales térmicas y centenares de saltos de agua.
En cualquier caso, la autorización para construir la central en Requejada tiene un alto valor en sí misma y todo hace suponer que Endesa concluirá los trámites aunque sea para venderla a un tercero.

Una zona muy favorable

La coincidencia de cuatro proyectos energéticos tan importantes en un ámbito tan reducido es consecuencia de los factores favorables que se dan en la zona. Tanto Solvay como Sniace tienen grandes necesidades de electricidad y de vapor, los dos productos de la cogeneración, y ahora disponen de una fuente energética muy abundante y de gran poder calorífico, el gas natural. Lo mismo ocurre en Requejada, donde el tendido del gas está a punto de llegar. Y tanto las fábricas como la futura planta de Endesa están al borde del Saja-Besaya o de su desembocadura, lo que garantiza agua abundante para la generación de vapor y para la refrigeración, además de la posibilidad de compartir los tendidos eléctricos que serán necesarios para la evacuación de la energía excedente hasta las grandes redes de distribución que permitirán su comercialización nacional.

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