El acero bate récords

Ferrallistas, caldereros, estructuristas, carpinterías metálicas, plantas de prefabricados de hormigón… son sólo una parte de los gremios y sectores industriales que utilizan el acero. Eso lo convierte en un indicador muy fiable del dinamismo y la capacidad de crecimiento de una sociedad.
La buena marcha de la economía española ha disparado el consumo de acero, que el pasado año alcanzó una cota histórica de producción: 18,4 millones de toneladas. En términos de consumo la cifra es aún mayor, ya que, sin incluir los productos transformados, se alcanzaron los 23,6 millones de toneladas, 527 kilos por habitante.
Más complicado es cuantificar el consumo en Cantabria, debido a la multiplicidad de fuentes de aprovisionamiento. Los gremios mencionados suelen abastecerse en los cuatro almacenes de material siderúrgico que existen en la región: Hierros y Metales Tirso, Hierros y Aceros de Santander, Arcelor Distribución Norte y Hierros del Cantábrico. Entre todos, el pasado año distribuyeron en Cantabria unas cien mil toneladas, destinadas en su mayor parte a ferrallistas –para el sector de la construcción– y al potente grupo de caldererías que trabajan en la región.
Pero esta cifra es sólo una parte del consumo real de acero en Cantabria, ya que varios clientes con elevados volúmenes de compra, como las empresas de electrodomésticos (Teka, BSH) o de componentes para la automoción (Edscha, Talleres Orán…), acuden directamente a las acerías o a centros de corte especializados, como Susider, para abastecerse.
Es precisamente en esta necesidad de diferenciarse de los canales de las propias acerías donde se juega el futuro de los almacenistas. En Cantabria, salvo Arcelor, ninguno de los almacenes está ligado a un fabricante de acero, lo que responde al modelo tradicional de distribución que se ha seguido en España. A las acerías les resulta más sencillo llegar a una clientela dispersa a través de esa red de comercialización ajena.
Sin embargo, ya no basta con ofrecer lo mismo que sale de fábrica. Los clientes demandan productos cada vez más elaborados y prácticamente listos para ensamblar, por lo que los almacenistas se han visto obligados a incorporar servicios de transformado (corte, granallado, pintado, escotado, taladrado, etc) que añaden valor a las planchas, vigas y perfiles metálicos.
Tampoco es fácil cuantificar con exactitud el volumen de ventas de los productos siderúrgicos consumidos en Cantabria, ya que en el caso de Tirso, por ejemplo, sus cifras de facturación engloban también la comercialización de chatarras. Además, tanto Tirso como Susider hacen la mayor parte de sus ventas fuera de la región.
El rasgo común entre todas las firmas del sector es el fuerte crecimiento de las facturaciones. El centro de distribución de Arcelor en Cantabria se ha situado ya en los 18 millones de euros y Susider alcanza los 140 millones, si bien opera en casi todo el país. Una evolución que no sólo es atribuíble al mayor consumo de acero, sino también a la imparable escalada de precios que ha conocido este material en los últimos años.

Un mercado inestable

Si algo ha caracterizado al mercado siderúrgico en esta última etapa, es la volatilidad de los precios debido a la voracidad consumidora de las economías emergentes y a las dificultades de las acerías para abastecerse de materia prima, tanto de mineral de hierro como de chatarra.
El siderúrgico es un sector con graves desequilibrios. El más notorio es la excesiva atomización de quienes producen acero frente a la gran concentración existente entre los proveedores de materias primas. Mientras que los seis primeros fabricantes suman tan solo el 10% del acero mundial, tres grupos (dos australianos y un brasileño) aglutinan el 75% de los recursos mineros, lo que les sitúa en una clara posición de dominio en este mercado.
La elevada demanda de acero ha disparado también la de chatarra, la otra materia prima que utilizan las acerías, cuyo precio casi se ha triplicado en los tres últimos años. De los 72 euros por tonelada de 2004 se ha pasado a los 235 euros que cuesta hoy una tonelada procedente de los desguaces navales de Rusia o Polonia, o del achatarramiento de automóviles. La enorme necesidad de acero de la pujante industria china es, en buena parte, la causante de esta elevación de precios. El país asiático no sólo es el mayor productor siderúrgico, sino que también consume el 30% del acero mundial.

Concentración

Frente a un escenario como el descrito, la única solución posible para estabilizar el mercado es la concentración. Un proceso que firmas como Mittal ya han comenzado, con el lanzamiento hace un año de una opa sobre la europea Arcelor, y la creación de un gran grupo que con sus 118 millones de toneladas, lidera el sector siderúrgico. El paso dado por Mittal es el inicio de un proceso que se va a acentuar en los próximos años, con iniciativas ya planteadas como la de la india Tata Steel, que ha opado a la británica Corus, o, a escala nacional, con la reciente compra de la siderúrgica gallega Añón por Celsa.
El objetivo deseable, según los expertos, es que existan en el mundo al menos diez empresas capaces de producir por encima de los cien millones de toneladas. Esta concentración permitiría, en su opinión, un mayor equilibrio de precios en un mercado tan globalizado como el del acero.
En el caso español, la preocupación de los fabricantes apunta también a la previsible caída de la demanda en el horizonte del 2009, cuando comiencen a hacerse patentes los efectos de la ralentización en los dos sectores que más acero consumen: la automoción y la promoción inmobiliaria.

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