Austral choca con la Consejería de Industria al abrir un taller en Sevilla
La serpiente de agosto ha estado este año en las supuestas subvenciones a la empresa Austral. Un comentario equívoco del consejero de Industria originó que el director de Austral diese a conocer su intención de abrir un taller en un pueblo sevillano, ante la ausencia de subvenciones en Cantabria. Como un resorte, el director de Sodercan salió al paso asegurando que la empresa de Maliaño había recibido 38 millones de pesetas en ayudas, pero sin clarificar que esa circunstancia se produjo en 1988 y concedidos por la Administración Central. Sodercan añadía más tarde que Austral no había pedido nada y finalmente, el director de la empresa ponía sobre la mesa los documentos presentados en distintas ocasiones ante la Administración autonómica cántabra en solicitud de ayudas que nunca le fueron concedidas.
Eduardo de Pablo, director de Austral y principal accionista, teme haber sido reflejado en los medios de comunicación con una imagen ajena a su filosofía empresarial. “Siempre he defendido que si una empresa va mal, debe cerrar, no puede tratar de vivir de las instituciones. Por eso nunca me ha quejado cuando nos han denegado una subvención. Lo que no podía admitir era que se dijese que las habíamos recibido cuando realmente no ha sido así. De la Administración autonómica sólo hemos recibido 800.000 pesetas en todos estos años”.
La fábrica de ropa deportiva de Maliaño produjo el año pasado 350.000 prendas y facturó unos 700 millones de pesetas. Pero su existencia no es fácil en un mundo “donde poner la etiqueta made in Spain, como hago yo, es de ingenuos”, sostiene De Pablo. Los talleres en economía sumergida y las multinacionales que fabrican en Extremo Oriente, con salarios ínfimos son unos competidores tan difíciles que productos tradicionales como los chandals poco a poco están saliendo de los circuitos de la ropa deportiva. Algunos fabricantes nacionales han tenido que recurrir a sistemas tan rocambolescos como confeccionar a bordo de barcos alquilados que se encuentran en aguas internacionales y que sólo entran en puerto para recoger la materia prima y entregar las prendas hechas, lo que les permite utilizar trabajadores procedentes de países subdesarrollados y no aplicar la normativa laboral española.
Austral también ha tratado de hacer marca, un empeño muy trabajoso en un sector con competidores del calibre de Nike, Adidas o Puma, que han invadido todos los mercados del planeta. Este esfuerzo era la única salida para diferenciar el producto, junto con el diseño que está conduciendo a la empresa, cada vez más, hacia las prendas de vestir desenfadado (sportwear) donde los márgenes son algo más holgados que en chandals, camisetas, polos, anoraks o bañadores. De su departamento de diseño salen ya dos colecciones de moda al año y nada menos que doscientos modelos por campaña.
Para abrir hueco en este mercado tan difícil, la empresa cántabra ha apostado por crear una franquicia con tiendas de la marca, de las que ya dispone de 20, seis de ellas propias, repartidas por todo el país.
Pero la polémica no ha estado en estas actividades comerciales sino en la producción. Austral intentó hace años crear un centro especial de empleo aprovechando el hecho de que la ONCE participa en la empresa con aproximadamente un tercio del capital. Pero la iniciativa no cuajó. Después de adquirir la maquinaria y adecuar un local dentro de la fábrica, no encontró el respaldo de sus socios ni de la Administración, lo que impidió la puesta en marcha de esta sección de minusválidos, con la que se esperaba abaratar los costes y vincularse más estrechamente con los fines de Fundosa, el holding industrial de la ONCE.
Al no conseguir la autorización para crear el centro especial de empleo, De Pablo tuvo que buscar otros talleres para hacerse cargo de la producción que no podía atender con sus medios y desde entonces aproximadamente un 20% se subcontrata. En realidad, se trata de labores de cosido, las que requieren menos especialización, ya que el patronaje y el corte se realizan en Maliaño, donde todo el proceso está informatizado y Austral dispone de una espectacular cortadora automática.
Esta producción externa es la que De Pablo pretende canalizar ahora hacia un centro de trabajo propio que, sin embargo, no estará ubicado en Cantabria. El empresario se justifica en las ayudas que ofrecen otros lugares y muestra una carta del ayuntamiento de La Carolina (Jaén) que intentaba atraerle con ventajas como una subvención a fondo perdido del 30 al 50% del coste de los activos fijos, suelo industrial gratuito, 500.000 pesetas de ayuda por cada empleo creado, una línea de crédito que cubriría el 70% de la inversión, una línea de avales o bonificación sobre los impuestos locales.
Austral rechazó aquella invitación, pero ha optado finalmente por dejarse seducir por otro municipio andaluz, Los Corrales, donde el ayuntamiento acondicionará un antiguo matadero como nave industrial y ha dado todo tipo de facilidades para crear un taller textil.
De Pablo recalca su intención de concentrar en la nueva planta los trabajos que ya se desviaban a otros talleres, por lo que no producirá efectos sobre la fábrica de Maliaño. La plantilla ha respaldado el proyecto, como una fórmula eficaz para ganar en competitividad, la única receta para permanecer en un mercado tan agresivo.
La empresa ya había realizado el pasado año una inversión de cien millones de pesetas en su planta cántabra, sin ningún tipo de ayuda “y esa es la única razón por la que en esta ocasión no me sentí obligado a consultar a nadie. Por otra parte, Sodercan, como accionista de Austral debiera tener toda la información”. La empresa regional de desarrollo tomó una participación del 2% cuando entró la ONCE pero lo cierto es que se mantiene muy distanciada de la gestión y ni siquiera ha acudido en los últimos años a las juntas generales.
“La empresa no se va a ir de aquí, que nadie tema nada”, dice De Pablo. Llevamos muchos años sacando producción de Cantabria, porque crecer aquí, sin ayuda y sin una sensibilidad hacia el textil no tiene mucho sentido. Kelme se ha ido a fabricar a Rusia y nadie se rasga las vestiduras”, añade el gerente de Austral.