DAVID CASINO, GANADOR DE LA XI BIENAL DE ARQUITECTURA
Pregunta.– ¿El hecho de que le hayan premiado por un bloque de viviendas sociales indica que se puede hacer diseño con el presupuesto de VPO?
David Casino.– El diseño no tiene por qué ser caro y es perfectamente posible realizar una vivienda social interesante con presupuestos ajustados y con la calidad espacial como lujo. Más que de viviendas de diseño hablaría de vivienda social de calidad. Una calidad que debería de reflejarse en las cualidades espaciales de las unidades de vivienda, en la concepción arquitectónica del edificio y en la manera de relacionarse con su entorno urbano.
P.– Hay zonas de Santander como el Primero de Mayo o El Alisal que han vivido una expansión inmobiliaria sin precedentes durante los últimos años ¿Cree que se ha aprovechado la oportunidad para hacer bien las cosas?
D.C.– No las conozco todas en profundidad pero se trata de situaciones y modelos urbanos diferentes. Además de incidir en la calidad arquitectónica de los edificios, deberíamos reflexionar en el modelo de ciudad que están proponiendo estas nuevas áreas de expansión ya que no siempre poseen la intensidad urbana deseable, son lugares excesivamente zonificados en sus usos, poco amables para el peatón y en los que se echan en falta más espacios públicos verdes.
P.– ¿En Cantabria se pueden hacer diseños avanzados o somos demasiado conservadores en los gustos?
D.C.– Tal vez la arquitectura no deba juzgarse según un determinado gusto sino plantearse en términos de calidad espacial y urbana, en la relación que establece con los usuarios y con el resto de la ciudad en donde se inserta. Echo de menos proyectos más contemporáneos e innovadores que logren conectar de manera más eficaz con la sociedad actual y que además contribuyan a la evolución cultural de nuestra ciudad.
P.–¿Hay más libertad para el arquitecto en la promoción pública o en la privada?
D.C.– La confianza y el apoyo del cliente siempre es fundamental para desarrollar nuestro trabajo. En el caso del edificio con el que hemos sido galardonados en la Bienal de Arquitectura, podemos considerarnos afortunados ya que hemos podido desarrollarlo con libertad, situación que no siempre se produce.
P.– Las ciudades cada vez se parecen más entre sí. ¿Ha desaparecido la arquitectura vinculada al territorio o es que todos los edificios valen para los mismos lugares?
R.– No ha desaparecido, pero dentro del mundo globalizado en el que vivimos es habitual encontrar respuestas uniformes en contextos muy diferentes, generando, en ocasiones, una arquitectura poco atenta a las condiciones de un entorno determinado. Personalmente creo en una arquitectura vinculada al lugar. Un lugar que no debería entenderse sólo como entorno físico, sino como el conjunto de las necesidades, anhelos y costumbres de sus habitantes.
P.–¿Confía en que la calidad de vida de los santanderinos se puede mejorar a través de la vivienda?
D.C.– Por supuesto. La vivienda social en los últimos años, está siendo el foco de atención de muchos estudios de arquitectura, y en especial de jóvenes arquitectos. Además, hay un interés por plantear un modelo espacial de vivienda más flexible y versátil, y que se adapte mejor a los nuevos modos de vida y los nuevos grupos sociales.
Poner en valor nuestro patrimonio paisajístico
P.– ¿Ha llegado la hora de rehabilitar los cascos urbanos o seguimos prefiriendo las construcciones nuevas?
D.C.– Desde luego que la rehabilitación es importante, ya que la ciudad tradicional constituye nuestro patrimonio, pero no sólo debería realizarse a través de la restauración de antiguos edificios, también son necesarias nuevas edificaciones que activen y mejoren las condiciones, creando nuevos focos de intensidad urbana.
P.– En el centro de Santander no hay mucho margen de maniobra salvo por la reordenación del frente marítimo. ¿Qué no debería faltar en la nueva postal de la ciudad?
R.– La imagen de Santander la componen, en gran medida, fragmentos superpuestos de entorno natural como la costa y la montaña. Las nuevas actuaciones deberían poner en valor este patrimonio paisajístico, dialogando y siendo siempre respetuosos con él.
P.– ¿Un edificio emblemático como Moneo o el futuro Centro Botín compensa tantos barrios construidos sin acierto?
R.– Seguro que suponen una contribución interesante a la arquitectura de nuestra ciudad, pero nunca deberían entenderse como una compensación a otras actuaciones menos afortunadas del pasado. En arquitectura no todo es realizar obras emblemáticas. Hay una parte muy importante de actuaciones de pequeña escala, de carácter social, austeras y con presupuestos ajustados, encaminadas a mejorar el espacio urbano, que deberían fomentarse más.
P.– ¿De qué podemos presumir en Santander?
D.C.– De un marco natural y paisajístico extraordinario. Es algo propio y específico de nuestra ciudad que hay que aprovechar y poner en valor.
P.– A pesar de que el premio le ha colocado en primera línea, hasta hace poco estaba centrado en labores de doctorado y docencia, a falta de encargos. ¿Se siente parte de una generación superpreparada que no encuentra salida para todo su potencial?
D.C.– Es cierto que estamos viviendo una situación de recesión económica que afecta a la producción arquitectónica. Esto se traduce en que muchos estudios de arquitectura, especialmente los recientes como el nuestro, se vean con más dificultades para encontrar encargos. De todos maneras, hay que ser positivos e intentar aprovechar al máximo este momento, aunque sea complicado. Unida a esta crisis se ha producido la necesidad de volver a pensar en una arquitectura más austera, de presupuestos más ajustados y basada en una mayor economía de medios, lo que en cierto modo puede ser interesante, ya que nos obliga a los arquitectos a realizar planteamientos más ingeniosos y más eficientes.