La Asociación de Hostelería convoca elecciones

Como ya ocurriera hace cuatro años, la Gala Horeca de 2007 se ha convertido en el preludio de una convocatoria electoral. Hostelería, la asociación empresarial más numerosa de cuantas hay en Cantabria, va a abrir un año claramente electoral y no solo por los comicios generales que va a vivir el país en marzo para dilucidar cuál será el partido que gobierne en el próximo cuatrienio. En Cantabria se tienen que renovar las principales asociaciones empresariales. La de los hosteleros va a ser la primera que pasará por las urnas, el próximo día 21. Quedan por saber las fechas de la Asociación de Constructores y Promotores y la de Pymetal.
En esta ocasión, las tres atraerán una atención añadida, dado que sus resultados son sustanciales para saber cómo evolucionará la representación del empresariado cántabro, tras la reciente escisión sufrida en la CEOE-Cepyme.
En la Gala de Hostelería, tanto en el discurso del presidente de la Asociación, Emérito Astuy, como en el que realizó el anterior presidente, Miguel Mirones, en agradecimiento a la Medalla de Oro de la Asociación que le impuso su sucesor, hubo referencias muy significativas en favor de conservar la independencia de esta patronal. Un mensaje dirigido a quienes promueven candidaturas alternativas, parte de los cuales pertenecieron a la dirección anterior.
El hecho de que se trate de la asociación sectorial más importante en número de cotizantes –2.400– hace que la decisión de seguir en CEOE o salirse de esta patronal para secundar la nueva Federación Empresarial de Cantabria, que pudiera tomar alguno de los candidatos, resulte de una importancia capital.
Además del presidente, Emérito Astuy, han buscado avales para presentarse a las elecciones Mar de la Piedra, gerente del Balneario de la Magdalena, y Santiago Flor, propietario de la Venta de Castañeda y presidente de la Mancomunidad de los Valles Pasiegos. La decisión de la Junta Permanente de precipitar los acontecimientos y celebrar las elecciones el 21 de enero, en lugar de hacerlo en marzo, como se barajó inicialmente, no ha puesto fácil recabar el 5% de avales que exigen los estatutos para presentar candidatura, aunque antes de que se cerrase el plazo para hacerlo, el 4 de enero, Flor aseguraba tener cerca de 200, más del doble de los necesarios.

Voto ponderado

Tanto Mar de la Piedra, que fue cesada hace un año de la Junta Permanente de Mirones, donde era vicepresidenta, como Santiago Flor, un hostelero muy activo y con respaldo en el sector, se muestran críticos con la actual dirección y con la precedente. Ambos pueden considerarse más próximos al consejero López Marcano que Astuy, que mantiene una línea continuista con su antecesor, aunque haya mejorado las relaciones institucionales con la Consejería.
La experiencia de elecciones anteriores demuestra que Astuy parte con una ventaja considerable, al ocupar el cargo y hace presumir que los rivales puedan necesitar acudir a las alianzas. Hay que tener en cuenta que en la Asociación de Hostelería no todos los asociados tienen los mismos votos, ya que es un sistema ponderado, en función del tamaño del establecimiento y su cotización. Mientras que un pequeño bar tiene un voto, un hotel puede llegar a tener diez. Eso hace que resulte sustancial contar con el apoyo de los hoteleros, cuyos intereses no siempre coinciden con los de bares y cafeterías, ya que mientras estos últimos piden a la Asociación medidas para activar el mercado interno, los propietarios de los hoteles lo que demandan son campañas de promoción turística en el exterior.

Treinta años de la Asociación

Cuando se constituyó hace treinta años, la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria pareció una iniciativa de corto recorrido. En primer lugar, porque era una de las primeras patronales nacidas al calor de la apertura democrática, y obviamente no había experiencia alguna. En segundo lugar, por la dispersión de un sector donde las grandes empresas se contaban con los dedos de las manos y la mayoría de los negocios eran bares o restaurantes familiares. No obstante, y a pesar del escepticismo que suscitaba la posibilidad de unir un colectivo de semejantes características, la iniciativa prosperó. Incluso sobrevivió a una escisión que se produjo con la primera renovación de la junta directiva, cuando Modesto Sánchez Mier no aceptó el resultado de las elecciones que dieron la victoria a Gregorio Lamadrid Vejo y constituyó una patronal alternativa que aún hoy subsiste, aunque con apenas dos docenas de afiliados.
El proyecto de José López, el primer presidente, se consolidó ante la opinión pública con la Gala de Hostelería, una fiesta anual que, además de servir de punto de encuentro para todo este colectivo profesional, servía para reconocer la labor en favor del turismo de personas ajenas al sector. El primero de los premios, otorgado a Modesto Piñeiro por su contribución a conseguir el establecimiento de la línea de ferry con Gran Bretaña, abrió un camino en el que nunca han faltado candidatos. Así, se premió a personalidades del mundo de la cultura, como Paloma O´Shea, por su concurso de piano, a Jesús de Polanco, por crear la Fundación Santillana, o a la Librería Estvdio por haber contribuido a divulgar la cultura y los paisajes de Cantabria a través de su trabajo editorial. También se reconoció la contribución indirecta al turismo de instituciones como la UIMP o el Hospital Valdecilla; los beneficios de imagen que produce el hecho que el Banco Santander lleve por todo el mundo el nombre de la ciudad o iniciativas tan singulares y esforzadas como la de Ignacio Pardo de Santayana al frente de su Zoo de Santillana.
El premio también ha recaído en ocasiones en deportistas que han paseado el nombre de la región por otros países, como Seve Ballesteros y Oscar Freire. En esta ocasión, cuando se cumplía el veinticinco aniversario de la Gala, ha vuelto a ser una deportista la premiada, la saltadora Ruth Beitia, la primera española en superar la barrera de los dos metros de altura.
Si José López puso los cimientos de la Asociación partiendo de cero, su segundo presidente, Goyo Lamadrid, creo un entramado de servicios de asesoría fiscal y económica para los afiliados que atrajo a numerosas empresas, sobre todo las de pequeño tamaño que no tenían medios para hacer estas tareas por sí mismas. La sede de la calle Castelar empezó a convertirse en un hervidero por el que pasaba un sinnúmero de hosteleros con actividades muy diversas.
A Lamadrid Vejo le sucedió Indalecio Sobrino, intelectual y artista, además de hotelero, que no solo dio más consistencia a la Asociación sino que aumentó significativamente su patrimonio, al sustituir los pisos alquilados que hasta ese momento habían servido como sede por un magnífico local en propiedad, ubicado en el otro extremo de la calle Castelar. Un amplio bajo comercial que anteriormente había sido la sede del Banco de Crédito Industrial y en la que aún permanecían algunos expedientes financieros de relevantes industrias de la región que años antes habían entrado en procesos de reconversión y de las cuales el Banco público era acreedor.
Con Indalecio Sobrino, la Asociación de Hostelería siguió creciendo hasta convertirse en la sectorial más importante por número de afiliados y se iniciaron las actividades de promoción y comercialización turística, además de los cursos de formación para los trabajadores. Una iniciativa de la época fueron las Jornadas del Pincho, que se iniciaron en la Plaza de Farolas.

La época de las tensiones con Turismo

A Sobrino le sucedió Miguel Mirones, que no tuvo unos inicios fáciles. Las elecciones fueron extraordinariamente disputadas y con una campaña digna de una pugna política, ya que se libró con todo tipo de medios propagandísticos. La división en los órganos directivos que produjo el resultado se fue disipando con el tiempo y los dos mandatos de Mirones acabaron por resultar muy fructíferos, a pesar del desencuentro que se produjo en el segundo de ellos con el consejero de Cultura y Turismo, Francisco Javier López Marcano.
En estos años, la Asociación de Hostelería adquirió a Caja Cantabria, en unas magníficas condiciones económicas, la residencia Las Carolinas, ubicada en la calle General Dávila, y consiguió la calificación urbanística para poder convertirla en un hotel-escuela y construir, en una parte de la finca, las oficinas de la patronal.
La venta de su sede anterior en la calle Castelar y algunas ayudas públicas permitieron que la Asociación sufragase la operación con comodidad.
Las diferencias con la Consejería, no obstante, redujeron la financiación pública para sus programas, pero eso dio lugar a que la patronal buscase otras fuentes y lo cierto es que la actividad no se detuvo, sobre todo en el campo de la formación, tanto de trabajadores locales como extranjeros. También se pusieron en marcha iniciativas como el Mes de la Gastronomía o los viajes anuales de vacaciones para los empresarios del sector. Estos viajes, por lo general a centros turísticos de Centroamérica, tienen una acogida sorprendente, hasta el punto de llegar a fletar dos grandes aviones que salen desde Parayas, y pronto han sido imitados por otros colectivos.
Algo tan trivial como reunir a los empresarios de un sector para compartir las vacaciones mostró pronto otras ventajas, que multiplicaron el éxito de la iniciativa. Muchos hosteleros se tomaban por primera vez un descanso fuera de Cantabria, eso sí, en una época de temporada baja. Al tiempo, la convivencia entre empresarios tan distintos como el propietario de una cadena de hoteles y el tabernero de un pueblo, daba lugar a un estrechamiento de los lazos personales entre asociados que, de otra forma, no hubiesen tenido ningún contacto.

Menos tensión

Antes de finalizar su segundo mandato, Mirones renunció a la presidencia, al haber ganado, unos meses antes, la de CEOE-Cepyme de Cantabria. Con un nuevo titular, Emérito Astuy, y una junta directiva bastante renovada, la Gala de Hostelería de Cantabria no tenía esta vez los mismos ingredientes que en años anteriores, pero sí otros nuevos. Las tradicionales pugnas dialécticas entre Mirones y López Marcano y las no menos tradicionales entre Gonzalo Piñeiro y Miguel Angel Revilla han pasado a la historia, pero no por eso dejó de haber mensajes cifrados en algunos de los discursos. En el de Astuy, un hostelero de Isla procedente de una familia con larga tradición en la restauración gastronómica y en la gestión de hoteles, se dejó entrever el interés por mantener unas buenas relaciones con las instituciones, a las que instó a cerrar los acuerdos ya alcanzados y mostró alguna queja tácita, al pedir para el Hotel Escuela de Las Carolinas, por el que pasan más de mil alumnos cada año, el mismo trato que la Consejería otorga a otros centros, públicos y privados, de formación turística y hotelera.

Exito de la importación de trabajadores

El presidente de los hosteleros reconoció que el sector sigue padeciendo la insuficiencia de personal cualificado y pidió al Gobierno ayuda para repetir lo antes posible una experiencia que ha tenido un gran éxito, la formación de trabajadores de la República Dominicana en su propio país. La primera oleada se incorporó a las empresas locales el pasado mes de julio y, a tenor del interés por traer más, parece que a satisfacción de los empresarios.

Reforzar el efecto llamada de los aviones

El presidente de los hosteleros felicitó al Gobierno por el impulso que ha dado al aeropuerto de Parayas, pero pidió redoblar los esfuerzos en promoción para evitar que el efecto salida que están teniendo las nuevas rutas internacionales sea más poderoso que el efecto llamada, tal como ocurre ahora.
Astuy se ha mantenido fiel al tradicional espíritu crítico de la Asociación, que siempre ha aprovechado la presencia de las autoridades en su fiesta anual para hacer balance de lo mejor y lo peor de cada ejercicio, sin hacer muchas concesiones. No hubo mención alguna al Año Jubilar Lebaniego, a pesar de que concluyó en el ejercicio, como tampoco la hubo en el discurso del consejero López Marcano, que hizo un repaso muy rápido de la política turística y prefirió centrarse en las nuevas líneas aéreas que se abrirán muy pronto con Milán, Dublín y, dentro de un año, con París. Quizá porque en este sector, todo ocurre muy deprisa y todos los años hay novedades en las que fijar la atención del oyente.

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