Ensa participa en el prototipo del reactor nuclear de quinta generación

La reactivación del mercado nuclear internacional ha situado a ENSA en una senda histórica de crecimiento y todo apunta a que en 2006 esa tendencia no se va a quebrar. Al formidable contrato de 40 millones de euros cerrado a principios de año con Sudáfrica para construir varios componentes de un revolucionario diseño de central nuclear y a los equipos que va a suministrar a las centrales nucleares suecas de Forsmark y Oskarsha, por valor de 16 millones de euros, se suma ahora un nuevo contrato con una compañía china, un país cuya voraz demanda de tecnología nuclear ha contribuido de forma muy significativa en el despegue de la empresa cántabra.
En concreto, se trata de un acuerdo con la compañía Ling Dong Nuclear Power Company Ltd. para resolver el problema que plantea el almacenamiento del combustible gastado en las centrales nucleares chinas de Ling Ao, muy cerca de Hong Kong. Aunque la cuantía es de sólo cuatro millones de euros, el contrato es muy importante para la firma de Maliaño, ya que viene a reforzar otra de sus líneas estratégicas: el diseño, fabricación y montaje de bastidores para el almacenamiento del combustible ya utilizado.
Del buen momento por el que atraviesa Equipos Nucleares, propiedad de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, da idea el hecho de haber acumulado una cartera de pedidos superior a los 175 millones de euros. Una bonanza que garantiza la actividad y el empleo, y que permite dar por superada la crisis que ha venido padeciendo desde la década de los ochenta, cuando el parón en la construcción de centrales nucleares acordado por el Gobierno obligó a la empresa a buscar su supervivencia en el mercado exterior y el posterior parón internacional prácticamente centró las expectativas de actividad en la sustitución de componentes de las centrales más veteranas, puesto que no se construían otras nuevas en prácticamente ningún país del mundo.

Un diseño propio

ENSA ha construido ya cerca de un centenar de generadores de vapor para centrales nucleares de todo el planeta y ha añadido una nueva línea de productos, en consonancia con una demanda que va creciendo a medida que las centrales avanzan en su ciclo de vida. Se trata del diseño, fabricación y montaje de equipos de almacenamiento (bastidores y contenedores) para el combustible gastado. Los contratos en China, Finlandia, Taiwán y Corea del Sur dan fe de que las expectativas son materializables. El bastidor de ENSA, que compite con el de otras empresas europeas y americanas, es un diseño propio y ya ha sido patentado por la compañía en los países que cuentan con mayor número de reactores nucleares. La empresa de Maliaño ha abierto una puerta decisiva para futuras adjudicaciones en China, un país que durante los próximos años tiene previsto construir veinte nuevas centrales nucleares.
Los bastidores se entregarán en 2008 y 2009 y supondrán cerca de 20.000 horas de actividad, sin contar las que van a ser subcontratadas en varios talleres de la región. El montaje final de los equipos se realizará por una empresa china bajo la asistencia técnica de la propia ENSA.

El reactor nuclear del futuro

Con ser prometedor el campo que se abre en el suministro de bastidores para el combustible nuclear gastado, más importante aún es la participación de ENSA en la construcción de un reactor de nueva generación que puede suponer la alternativa a las centrales ya conocidas, y que tantas reservas suscitan entre quienes se oponen a la energía nuclear. Se trata de un reactor de alta temperatura, refrigerado por gas helio, denominado PBMR (Pebble Bed Modular Reactor), para el que la empresa cántabra diseñará y fabricará la vasija principal, las tuberías y las vasijas auxiliares de la barrera de presión.
Este va a ser el primer prototipo comercial de una nueva tecnología nuclear, más sencilla, más barata de construir y con un concepto modular que facilita su adecuación a las necesidades reales de energía, lo que evitará uno de los inconvenientes principales de las centrales nucleares, su escasa flexibilidad para adecuar la producción de la energía a las necesidades del mercado más próximo.

Combustible encapsulado en esferas

Una de las principales innovaciones de este prototipo está en la alimentación del reactor. El combustible consiste en partículas de dióxido de uranio (U235) de medio milímetro de diámetro recubiertas de varias capas de silicato de carbono. Unas 15.000 de estas unidades son encapsuladas dentro de una esfera de grafito de 60 milímetros de diámetro denominadas pebbles, que pueden funcionar por encima de los 1.000 grados centígrados y que son refrigeradas por helio dentro de la vasija del reactor. En condiciones normales de operación, la vasija del reactor contiene 456.000 pebbles.
El helio, una vez caliente, sale de la vasija y alimenta una turbina de gas que, a su vez, está conectada a un generador eléctrico. El gas, tras producir energía eléctrica a su paso por la turbina y por los compresores, es conducido al sistema de recuperación, retornando de nuevo a la vasija, donde el ciclo se inicia nuevamente. Un procedimiento que mejora notablemente el aprovechamiento energético y que recuerda al empleado en las centrales de ciclo combinado.
Este reactor modular refrigerado por gas es tan seguro como los modelos de la llamada cuarta generación, que se han postulado como sustitutos de las actuales centrales. El encapsulamiento del combustible en esferas de grafito –que sirven también para contener los residuos a medida que se gasta–, hace innecesario, incluso, la existencia de un edificio de contención para posibles fugas. Esto abarataría considerablemente la construcción de las nuevas centrales y resolvería, en buena medida, el aspecto más oneroso de la energía nuclear, cuya producción es sustancialmente más barata que cualquier otra –excepto la renovable– pero requiere una inversión descomunal.
Las exigentes técnicas que son necesarias para fabricar las esferas donde se introduce combustible son la mayor dificultad que presenta, por el momento, este modelo de reactor.

Diseño modular

Otro de los principios que han regido la búsqueda de una tecnología nuclear de cuarta generación es conseguir que los nuevos reactores sean pequeños y modulares. De hecho, los de lecho de bolas permitirán que las nuevas centrales sean apenas una sexta parte de las que ahora conocemos. Cada reactor de este tipo tendrá una capacidad de producción de 165 megavatios eléctricos y se podrán acoplar varias unidades en serie, como ocurre con los ciclos combinados.
Las grandes centrales nucleares no son viables para países en vías de desarrollo y con unas redes eléctricas muy deficientes, por lo que estos modelos, pequeños y modulares, pueden tener un especial atractivo para China y otros países en rápido desarrollo que tienen poblaciones muy dispersas y prefieren instalar más centrales para evitar el transporte de la energía a grandes distancias. En cualquier caso, el sistema modular es muy versátil y el consorcio liderado por la compañía eléctrica sudafricana Eskom que fabrica el reactor de lecho de bolas PBMR tiene previsto el suministro de diez unidades para Excelon (USA) y otras diez a países centroafricanos.
El nuevo reactor está basado en experiencias realizadas en el Reino Unido, EE. UU y, sobre todo, en Alemania, donde algunos prototipos funcionaron con éxito a finales de los años ochenta. Aunque éste no sea el único reactor nuclear de alta temperatura refrigerado por gas que se desarrolla en el mundo, el proyecto sudafricano en el que participa ENSA es el precursor de todos ellos y sobre él recae la atención internacional, deseosa de evaluar las posibilidades que esta tecnología ofrece para el futuro de la energía nuclear en un momento en que la fortísima subida del precio petróleo ha llevado a muchos países a replantearse la moratoria.
ENSA se ha comprometido a hacer entrega de los equipos en el verano del año 2009. Eso le va a suponer 14.000 horas de trabajo de ingeniería y más de 60.000 horas de fábrica, en tareas de tecnología punta, así como un fuerte impulso en su estructura. Por lo pronto, la fábrica de Maliaño se plantea convertir en fijos a un buen número de trabajadores con contratos temporales e, incluso, aumentar su plantilla, que podría superar los 400 puestos de trabajo al finalizar 2007. Una perspectiva casi impensable hace algunos años.

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