El triunfo de las carretillas eléctricas

Mientras el mundo de la automoción espera que la tecnología avance lo suficiente como para que el coche eléctrico pueda popularizarse, en el campo de las carretillas elevadoras esa revolución ya se ha consumado. Aunque algo más tarde que en otras comunidades, hace dos años que la demanda de carretillas eléctricas supera en Cantabria a las tradicionales de motor de combustión, alimentadas por gas o por gasóleo. Un buen ejemplo de ese desplazamiento es la reciente decisión de Aspla de renovar sus máquinas diésel con carretillas eléctricas fabricadas por la alemana Linde, una firma que lidera la evolución hacia modelos eléctricos, mucho menos contaminantes y más rentables.

Una tecnología madura

Las carretillas eléctricas no son una novedad en el campo de la logística o de las actividades industriales. En Cantabria ya se introdujeron en los años setenta, pero aquellos primeros modelos tenían serias limitaciones de autonomía. En las carretillas con motor de combustión bastaba con rellenar el depósito de gasoil o cambiar la bombona de gas para que continuaran funcionando, mientras que en las eléctricas la recarga de las baterías duraba unas ocho horas.
Además, eran especialmente sensibles a la humedad ambiental, lo que las hacía poco adecuadas para un clima como el del norte de España. Aun así, su uso era exigido en sectores como la alimentación o el farmacéutico, para evitar una posible contaminación en el traslado de cargas. Salvo en estos campos, la industria se inclinaba mayoritariamente por las carretillas diésel, más robustas y eficientes.
Las mejoras que se han ido introduciendo en los modelos eléctricos han variado sustancialmente esta situación. No solo han deparado máquinas mejor preparadas para trabajar en cualquier entorno, sino que han igualado la autonomía de las carretillas convencionales. Incluso les ganan en rendimiento, gracias a sistemas de doble batería que aseguran un funcionamiento ininterrumpido, ya que sólo gastan energía cuando trabajan. Una ventaja notable frente a las carretillas de gasoil, que suelen estar permanentemente encendidas y consumiendo combustible.
A las mejoras técnicas se ha unido una creciente conciencia ambiental que potencia la introducción de maquinaria menos contaminante. Esta ha sido una de las razones que han impulsado a Aspla a renovar su flota de carretillas con modelos eléctricos, convirtiéndose en una de las primeras industrias locales que aplica unos equipos que ya son bastante comunes en las empresas de transporte y en los almacenes logísticos.

Una demanda en alza

Desde que en 1986 Reyca comenzó su actividad como distribuidora en Cantabria de la marca Linde, la demanda de carretillas elevadoras ha conocido un alza ininterrumpida, que se ha acelerado en la última década. Hoy ningún sector que necesite mover cargas prescinde de estos equipos. Esta rápida evolución se mide en el hecho de que, de las dos mil carretillas vendidas por Reyca en sus 25 años de vida, la mitad se han comercializado en los últimos ocho años.
Las carretillas cumplen una función tan básica que la crisis económica no ha hecho demasiado mella entre los proveedores de este tipo de máquinas. Si bien las empresas se han retraído algo en la compra de nuevos equipos, la fórmula del alquiler sigue dando respuesta a sus necesidades, y el alargamiento de la vida útil de las viejas máquinas se compensa –para quienes como Reyca abastecen este sector– con los trabajos de mantenimiento o con los de reparación. De hecho, Reyca se dispone a incrementar su plantilla de taller.
La firma de Gajano es la más potente del mercado cántabro de carretillas elevadoras, en el que compiten cuatro empresas. Reyca tiene cerca de un millar del clientes y una cuota de mercado del 50%. Un mercado en el que las carretillas eléctricas se han apropiado ya de las dos terceras partes del parque regional de máquinas, en un proceso semejante al que se estaba dando en otras comunidades. Las carretillas diésel nunca desaparecerán, al estar mejor adaptadas a los ambientes industriales hostiles, como las acerías o los trabajos portuarios pero, en conjunto, las eléctricas están ganando claramente la partida.

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