El tendido de nunca acabar, se acaba
Red Eléctrica de España nunca hace inauguraciones de nuevos tendidos. Pero ha roto esa costumbre en Penagos. Después de 22 años, esta línea era una espina clavada demasiado adentro y por fin ha podido sacársela. El mundo de la energía eléctrica de 2011 tiene poco que ver con el de 1989, cuando se empezó a tramitar ese tendido, pero el tiempo ha venido a cargar de razones su proyecto. Sin la línea de 400.000 voltios no se hubiese podido aprobar el Plan Eólico de Cantabria, porque no habría sido posible evacuar la energía producida, y tampoco se hubiese podido exigir el AVE, que necesita un suministro de muy alta calidad. Y lo que resulta aún difícil de asimilar: de no haber existido la nueva línea, hubiese llegado mucho antes el AVE –por mucho que se retrase– que la energía destinada a moverlo.
Hacer un nuevo tendido eléctrico en el Norte de España no es una tarea fácil, pero REE nunca se había enfrentado a un problema parecido. En el trazado entre Soto de Ribera (Asturias) y Penagos ha tenido que superar tantos recursos interpuestos por ayuntamientos, particulares y grupos ecologistas que lo que debiera haber llevado cinco años de tramitación y dos de obras ha sumado veintidós, a pesar de haber accedido en varios casos a modificar los trazados para aprovechar otros tendidos previos. Y la línea todavía no ha llegado a Güeñes, cerca de Bilbao, que es su auténtico objetivo, dado que el déficit energético de Cantabria apenas necesita una fracción de la energía que sobra en Asturias, mientras que en el País Vasco están los grandes centros de consumo que se convertirán en su principal clientela.
La energía no pasaba de Cantabria al País Vasco
Por muy lleno de tendidos eléctricos que esté el territorio nacional, hasta ahora era imposible transferir energía de Cantabria al País Vasco, porque el reparto histórico de mercados entre las compañías eléctricas hizo que nunca se lo plantearan. Podía darse el caso de que las presas vascas se viesen obligadas a desembalsar agua sin producir energía, por falta de demanda suficiente, mientras que en ese momento las térmicas asturianas se veían obligadas a quemar carbón a todo trapo para atender las necesidades de su clientela, porque la energía se producía y consumía en el territorio de cada compañía. Con la creación de Red Eléctrica Española estas ineficiencias comenzaron a resolverse gracias a la nacionalización de las grandes líneas de transporte que recorren ya todo el país, con dos excepciones Gerona y, hasta ahora, Cantabria.
En realidad, sí era posible enviar energía eléctrica desde Asturias al País Vasco, pero dando un rodeo por Palencia, con grandes pérdidas de energía. Tanto que el sistema regulador procuraba, siempre que fuera posible, recurrir a otras alternativas de suministro. Una vez que se culminen los pocos kilómetros que restan desde el límite de Vizcaya, a donde ya llega la línea de 400 kV, hasta Güeñes, cerca de Bilbao, el problema estará solucionado y nadie tendrá que decirle a los kilovatios por dónde han de viajar, porque tienen la habilidad de encontrar el camino más corto. Una buena noticia para HC Energía, la antigua Hidrocantábrico, cuya central térmica de Soto de Ribera será reclamada en más ocasiones para atender las necesidades del País Vasco.
La ventaja de la línea de 400 kilovoltios es la gran capacidad de transporte (hasta 1.500 megavatios, el equivalente a tres centrales nucleares como la de Garoña) y su escasa pérdida de energía, apenas un 1%, un porcentaje bastante inferior al 5% que puede tener la línea precedente de 220 kV y más lejos aún del 10% que llegan a perder las de 55.000 voltios que distribuyen la energía a los consumidores finales, a excepción de las grandes empresas.
La tercera ventaja del nuevo trazado es la garantía de que no habrá interrupciones en el servicio. Si ahora, con la línea de 220 kV son muy escasas o nulas, en el futuro parecen muy improbables, dado que, además de la nueva conexión con Asturias en 400 kV, se mantendrá la que ya había de 220 kV. La continuación hacia el País Vasco garantiza un tercer enlace y aún habrá una cuarta línea que llega a la estación de Penagos desde la central de Aguayo. Allí conecta con Mataporquera y con las redes de la Meseta.
La línea Penagos-Aguayo ya existía, pero ha sido potenciada, de los 220 kV anteriores a los 400 kV, lo que permitirá evacuar la energía que en el futuro produzca la ampliación de esa central de bombeo que pretende acometer E.On.
Un rosario de incidencias
El proyecto Soto de Ribera-Penagos-Güeñes nació en 1989 con la pretensión de poner la línea en servicio alrededor de 1995, pero se encontró con la oposición de siete pequeños ayuntamientos asturianos y cántabros que empezaron a demostrar las debilidades jurídicas del procedimiento. Después de una batalla a brazo partido en la calle y en los tribunales, consiguieron que REE rectificase la traza prevista al paso por estos municipios, en varios casos para reencontrarse con el tendido de 220 kV, lo que evitaba crear un nuevo corredor y perjudicar a muchos propietarios. Cuando la mayor parte de los apoyos de la línea ya estaban construidos y, en el año 2000, parecía resuelto el problema, REE se encontró con una nueva paralización de los tribunales, por no haber sacado a exposición pública las modificaciones del trazado aceptadas. Una precaución que la compañía no había estimado necesaria, dado que no lo era con la ley vigente en el momento de aprobar el proyecto. Pero la ley había cambiado en ese plazo y los jueces entendieron que la reforma debía someterse a la nueva. El resultado fue una nueva guerra jurídica, con numerosos avatares, que no han concluido definitivamente hasta 2010
Por fin, el 18 de marzo de 2011 se inauguraba la nueva subestación de Penagos y el tendido hasta Soto de Ribera, además de la nueva línea hasta Aguayo. El éxito para REE sólo será completo cuando consiga llegar hasta Güeñes para conectar con la red vasca a la que va a ir la mayor parte de la energía transportada.
En ese momento habrá concluido la línea más problemática de todas las que haya tendido nunca la compañía eléctrica, a pesar de haber puesto especial empeño en evitar talas, lo que en algunos casos le ha obligado a construir apoyos muy altos –para que los cables sobrevuelen los árboles– y separados entre sí hasta 800 metros, o a utilizar helicópteros para llevar por el aire las guías de unos cables que no podía arrastrar desde la tierra. En otros casos, como a la entrada de Penagos, las mismas torres han acabado por soportar en sus brazos derechos los tendidos de 220.000 voltios y los de 400.000 en los izquierdos, para evitar saturar el pueblo de cables, una solución técnica muy inhabitual pero que consiguió imponer el fallecido alcalde José Francisco Montejo, después de una larga batalla.