Un grupo chino puede tomar el relevo de Isofotón en Reocín

La energía solar será el eje de uno de los grandes proyectos industriales del Parque Empresarial Besaya, en Reocín, pero, salvo que se consigan reconciliar posiciones que se han distanciado mucho en los últimos meses, la futura fábrica no va a llevar el rótulo de Isofotón. La iniciativa es ahora de un importante grupo chino que llega de la mano de un socio cántabro, Solarcan, para fabricar paneles solares.
La intención es levantar una planta con más de 150 puestos de trabajo a través de una sociedad constituida al 50% por la sociedad cántabra y el grupo chino, que aportará la tecnología para la fabricación de paneles fotovoltaicos de última generación, un producto que domina y elabora en otras factorías de su propiedad.
Representantes de la firma china han visitado ya la región para conocer el polígono que se ha construido en Reocín y mantener contactos con el Gobierno cántabro, que se ha mostrado muy interesado por una iniciativa que, no sólo es muy importante en términos de inversión y de impulso tecnológico, sino que le permitiría salvar la desairada situación en que amenaza dejarle el fallido proyecto de Isofotón.

Un proyecto que nació condicionado

La planta de Isofotón estaba llamada a ser uno de los ejemplos más representativos de la apuesta del Gobierno cántabro por el I+D. Se trataba de producir en Reocín las estructuras metálicas sobre las que descansan los paneles fotovoltaicos con una joint venture, en la que esta empresa española puntera en el ámbito de la energía solar se aliaba con la ingeniería cántabra Apia XXI. Así, al menos, se acordó en un protocolo firmado el pasado diciembre, con la presencia de la vicepresidenta del Gobierno cántabro, Dolores Gorostiaga, en las instalaciones que Isofotón tiene en el malagueño Parque Tecnológico de Andalucía.
Sin embargo, lo único visible hasta el momento de aquella iniciativa es un prototipo de los seguidores del movimiento solar que estaba previsto producir industrialmente y que ha sido instalado por Apia XXI en los terrenos reservados para la fábrica en el nuevo polígono de Reocín.
El acuerdo contemplaba una inversión de al menos seis millones de euros en la puesta en marcha de la planta. Isofotón sería el accionista de referencia, con una participación del 45%; le seguiría Apia XXI, con un 30%, y el 25% restante iba a ser aportado por la Sociedad para el Desarrollo Regional de Cantabria, Sodercan. Un proyecto empresarial en el que Apia XXI ponía su experiencia en el diseño de estas estructuras y en el que la empresa andaluza asumiría la fabricación. El protagonismo cántabro se veía reforzado por el hecho de que Isofotón es propiedad del grupo Bergé, con una fuerte presencia empresarial en el Puerto de Santander y con raíces en la región, a través de la familia Gorbeña.
El acuerdo parecía total, pero en el momento de poner en marcha el proyecto, Isofotón ha dado un paso atrás. El estancamiento hay quien lo atribuye al malestar del grupo Bergé por no haber logrado la concesión para construir y explotar la futura terminal de granos que el Puerto de Santander ha sacado a concurso y que ha sido adjudicada, finalmente, a otro consignatario, el grupo Gof.
Isofotón había pedido en Reocín 10.000 metros cuadrados para construir estas estructuras móviles y calculaba que el proyecto daría trabajo a una treintena de personas. Los soportes automatizados tienen una fuerte demanda, como todos los componentes para el aprovechamiento de la energía fotovoltaica, ya que permiten que en todo momento los paneles estén orientados hacia el sol, para captar el máximo posible de radiaciones. El mayor rendimiento que se obtiene de esta manera permite reducir el contenido de silicio en las células fotovoltaicas, una materia prima cada vez más codiciada.
Aunque el proyecto industrial parece haberse frustrado, sí se ha llevado a término la primera parte del protocolo de colaboración firmado con el Gobierno cántabro. Se trata del desarrollo de un prototipo de seguidor solar en cuyo diseño han colaborado dos empresas cántabras, Apia XXI y Acorde, que ha sido financiado con 420.000 euros por la sociedad pública Genercan (Gestión Energética de Cantabria).

El problema del suelo

A rey muerto, rey puesto y de materializarse el proyecto chino, Cantabria no perdería la oportunidad de abrirse camino en el prometedor campo de la energía solar, pero en lugar de construirse estructuras para los paneles, en la región se fabricarían los paneles mismos, lo que conlleva un mayor contenido tecnológico y más empleo. Como en el caso de Isofotón, también habría accionistas locales, esta vez, Solarcan.
Precisamente ha sido la relación que Solarcan mantiene con el grupo chino desde 2003, cuando comenzó a importar paneles de esa firma para venderlos en España, la que ha inclinado al grupo asiático a ubicar en Cantabria la fábrica que deseaba abrir en España. No en balde, nuestro país es una de las potencias mundiales en el desarrollo de paneles solares.
Sólo queda por salvar un obstáculo para que ese proyecto se haga realidad y es alcanzar un acuerdo sobre la fórmula para acceder al suelo que necesita la futura fábrica (25.000 m2), en condiciones competitivas con las que ofrecen otras regiones. En fuentes cercanas a los impulsores de esta iniciativa, se argumenta que comunidades limítrofes están dispuestas a ceder el suelo gratis, algo que la empresa pública cántabra Sican, que ha desarrollado el polígono de Reocín, rehusa hacer. Los inversores, que mantienen Cantabria como primera opción, parecen dispuestos a aceptar, como mal menor, fórmulas semejantes a las que han hecho posible la llegada de la francesa Haulotte, con la que el Gobierno llegó a un acuerdo de alquiler del terreno con opción a compra.
La existencia de suficiente suelo en el polígono para satisfacer las necesidades de la fábrica china es otra de las cuestiones que plantean algún problema, teniendo en cuenta que un 90% de la superficie ya está vendida. La única parcela grande que queda sin adjudicatario (20.000 m2) se mantiene así no por falta de compradores, sino para mantener una reserva estratégica de suelo, en previsión de la llegada de algún proveedor de Haulotte. No obstante, quedan otras 40 hectáreas repartidas en pequeñas parcelas de 2.000 m2, algunas de las cuales, en caso de necesidad, podrían ser dedicadas a este nuevo proyecto. Una iniciativa que supondría un notable impulso para el relanzamiento industrial de la región y la confirmación de que el camino de China no tiene solo dirección de ida.

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