La ciencia al día

Chocolate: ¿Sólo o con leche?

La aportación de antioxidantes del chocolate puede perderse cuando se combina con leche. El chocolate es un alimento rico en antioxidantes, que reducen los niveles de radicales libres en la sangre que, cuando aparecen en altos niveles, se suele relacionar con las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Los investigadores de un reciente estudio dieron a doce voluntarios 200 gramos de chocolate con leche, o 100 gramos de chocolate negro, de modo que el nivel general de antioxidantes fuera el mismo, y el resultado fue que los segundos aumentaron el 20% su nivel de antioxidantes en el plasma y los primeros se quedaron como estaban. La explicación dada es que los antioxidantes formaron vínculos con las proteínas de la leche inhibiendo su absorción. Aunque eso sea una buena noticia para los amantes del chocolate negro, advierten los investigadores que se está hablando, en cualquier caso, de consumos moderados.

El sida y los plátanos

Hay veces que las aplicaciones de los descubrimientos científicos son insospechadas y este es el caso de los medicamentos para luchar contra los retrovirus humanos que se usan normalmente para el VIH. Ahora resulta que sirven también para combatir las enfermedades víricas de los plátanos.
Concretamente el virus streak era hasta hace muy poco imposible de eliminar y la clave para conseguirlo ha sido el considerar que el virus se vale del mismo tipo de encimas para replicarse que los que afectan a los humanos, de modo que se empezó a probar con los medicamentos que inhiben la hepatitis B y el VIH. El resultado fue que dos de ellos, el adefovir y el tenofovir se mostraron altamente efectivos para erradicar el virus de los plátanos.
Se espera que este nuevo tratamiento beneficie a unos 400 millones de personas que en el mundo tienen los plátanos en su dieta base, además de mejorar el medio ambiente, al reducir el uso de pesticidas.

Gases invisibles se hacen visibles

Al paso que vamos, vamos ver lo invisible, comer lo incomible, beber lo imbebible y oir lo inaudible. De todo eso, lo primero ha sido conseguido por unos científicos escoceses, que han inventado un aparato para ver gases invisibles. ¿Pero para qué queremos ver cosas invisibles, podríamos preguntarnos, con la cantidad de cosas visibles que hay? Pues, aunque no lo parezca, eso tiene ciertas aplicaciones para las que puede ser útil, como en la industria de la energía, donde puede evitar accidentes y proteger el medio ambiente.
El aparato supone un importante ahorro económico con respecto a los sistemas de rayos infrarrojos, ya que utiliza un láser y un scanner mecánico y óptico.

Pierde el perro y encuentra un invento

Que a uno se le pierda el perro cuando va de caza no deja de ser un triste acontecimiento propio de esa actividad. Que tarde cuatro días en recuperarlo ya demuestra el empeño del dueño y la capacidad de supervivencia del perro cuando esto sucede en unas condiciones tan difíciles como las de la caza invernal del alce en Suecia, pero además, si el perro llevaba un aparato por si se perdía, eso supone un acicate para decidirse a inventar algo más efectivo.
El percance sirvió para que aquel cazador ideara un mecanismo que permite más exactitud en la localización de perros perdidos en las nieves, y que se basa en la emisión automática de mensajes de teléfono móvil por satélite y el sistema de información geográfica GIS por internet. Con este sistema se podría localizar un perro perdido en cualquiera de los 140 países con cobertura, con un margen de error de tres metros.
El descubridor pensó en vender su invento a los cazadores, como es lógico, pero al anunciar el aparato en una revista sueca se encontró con que entre quienes se pusieron a la fila de los pedidos no estaban sólo los propietarios de toda clase imaginable de mascotas, sino también los dueños de objetos bastante más grandes, como los camiones de transporte de mercancías, interesados en saber en donde diablos estaban en cada momento, las compañías de alquiler de coches y yates e, incluso, padres que querían tener localizados a sus hijos.
El aparato incluye el llamado “botón del pánico” que puede pulsar el portador (obviamente, si se trata de un humano) en situaciones de peligro, y eso empieza a convertirlo en una tortura para las autoridades, porque personas solas o que temen ser atacadas, hacen un uso mucho más asiduo del botón del que cabía suponer.

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