La exportación no tira de la economía cántabra

Las cifras de exportación con las que se cerró el primer semestre del pasado año desataron las alarmas. Las ventas de las empresas cántabras en el exterior habían caído un 13,2%, mientras que en el resto de España crecían un 5%. Esa tendencia se corrigió moderadamente en la segunda mitad del año y en noviembre el descenso de las exportaciones se frenaba en Cantabria hasta un –7,9%, pero ese porcentaje no podía dejar a nadie satisfecho cuando el conjunto del país mantenía una senda de crecimiento del 4,3%.
La exportación como motor de la economía cántabra renquea, y las limitaciones de nuestro tejido industrial a la hora de abrirse paso en el exterior resultan evidentes, porque el problema de Cantabria es que el grueso de la exportación se concentra en un puñado de grandes empresas (medio centenar), vinculadas a los sectores de la automoción, nuclear y de los bienes de equipo, que concentran el 85% de las ventas al exterior. De ahí que cualquier cambio en las operaciones de una de estas grandes empresas repercuta tan notablemente en la cifra de lo que exporta la comunidad, que en los once primeros meses del año alcanzó los 2.160 millones de euros. Basta con que Equipos Nucleares exporte un componente para un reactor más o menos para que la cifra media de ventas en el exterior se altere sustancialmente.
El peso de estas grandes empresas se hace más evidente si consideramos que en Cantabria las diez primeras firmas exportadoras suman el 46% de todas las ventas en el exterior, mientras que la media de cualquier otra región es del 15%.

Aumentar la base exportadora

En Cantabria son algo mas de 300 las empresas que exportan con regularidad (aquellas que lo hacen al menos durante cuatro años seguidos), y el reto continúa siendo ampliar este número trabajando especialmente con las pymes para ayudarles a internacionalizar sus productos.
El primer paso es identificar las capacidades exportadoras de esas empresas y evaluarlas, algo para lo que también sería muy útil contar con una herramienta como la que reclama el presidente de la CEOE-CEPYME, Lorenzo Vidal de la Peña: “No contamos, como otras comunidades, con un observatorio o una central de datos que nos suministre la información cuando la pedimos. ICANE hace lo que puede pero no tenemos datos actualizados y necesitamos ser capaces de diagnosticarnos”.
La diversificación de mercados es otro de los objetivos que siempre se mencionan cuando se habla de potenciar la exportación, hasta ahora concentrada en la UE.
Cantabria cuenta con fortalezas muy claras en los sectores mencionados, y especialmente –por el número de empresas– en la fabricación de componentes para la automoción. Un sector que, por sí solo, representa casi una cuarta parte de nuestro PIB industrial. Pero además de este nicho de mercado, o el más genérico de la fabricación de bienes de equipo y productos industriales intermedios, que suponen el 75% de las exportaciones de Cantabria, hay que explorar las posibilidades que ofrecen sectores nuevos, como los científicos y tecnológicos, con acciones enfocadas a la transferencia de tecnología como un producto más del comercio exterior.

Una exportación que no se computa

De hecho, una de las lagunas a la hora de elaborar las estadísticas del comercio exterior es que sólo se tienen en cuenta los productos despachados por la aduana. Esto deja fuera las cifras de negocio que, por ejemplo, facturan fuera de nuestro país la Universidad o las empresas instaladas en el Parque Científico y Tecnológico y que, en algunos casos, superan el umbral que fija el ICEX para considerar a una empresa como exportadora: que el 30% de sus ventas se realicen en el mercado exterior. Y es que el conocimiento no figura como mercancía exportable, algo que necesariamente debe empezar a cambiar.

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