Un destino turístico compartido

Qué hacer cuando las localidades turísticas que te rodean tienen tal capacidad de atracción que te condenan a ser zona de paso hacia destinos con más nombre? Pues, seguramente, lo que han hecho el municipio cántabro del Val de San Vicente y el asturiano de Ribadedeva: unir sus fuerzas para promocionar juntos un patrimonio paisajístico y cultural común. Aunque se encuentren en comunidades diferentes, comparten la cuenca del Bajo Deva y siempre han tenido una relación muy estrecha. Aprovechando la oportunidad que les brindaban los planes de dinamización turística puestos en marcha por el Ministerio de Industria y Turismo, los alcaldes de las dos orillas, el cántabro Miguel Angel González y el asturiano Alejandro Reimóndez, compañeros de partido en el PSOE, han logrado subir a sus ayuntamientos al que quizá haya sido el último tren de estas ayudas. Gracias a ello se han invertido dos millones de euros en varias iniciativas que dan valor a sus atractivos turísticos.
Se trata de la primera vez que municipios de dos autonomías distintas comparten un mismo plan de excelencia turística –denominados después de ‘dinamización’– que tan buenos resultados han dado en una docena de ayuntamientos cántabros desde su puesta en marcha en los años noventa.

Dos proyectos estrella

Ser un cruce de caminos entre la entrada cántabra a los Picos de Europa y localidades tan turísticas como Llanes o San Vicente de la Barquera, convertía a esa zona dividida por el río Deva en un mero lugar de tránsito. Sólo acontecimientos singulares como el descenso del Deva, la Fiesta de la Gaita Cántabra o la concentración de motos clásicas de Colombres, tenían el atractivo suficiente para convocar en Val de San Vicente o en Ribadedeva a grupos significativos de visitantes. Era necesario dar continuidad a la llegada de turistas y para ello nada mejor que crear una infraestructura enfocada a la divulgación de las cualidades paisajísticas, culturales y de ocio de ambos ayuntamientos.
Entre los proyectos previstos había dos que estaban llamados a ser los más representativos de cada localidad: la recuperación de un molino en Muñorrodero para convertirlo en un Museo del Maíz y la creación de un Museo de la Arquitectura Indiana en Colombres, un núcleo urbano famoso por sus casonas de estilo colonial y que ya cuenta con un Museo de los Indianos, en el que se recogen muchos documentos y objetos que reflejan su aventura americana. Pero, por diversas causas, ninguno de los dos proyectos pudo ser finalmente ejecutado. Ni fue posible llegar a un acuerdo con la propietaria del molino, la empresa Tinamenor, inmersa entonces en una polémica con Costas por la ubicación de su planta de acuicultura, ni la familia propietaria de la casona de Colombres en la que se iba a crear el Museo estaba dispuesta a su cesión si no era a cambio de recalificaciones urbanísticas que finalmente no obtuvieron.
Cuando Alberto Portero, gerente del Plan de Dinamización, se hizo cargo del proyecto en 2007, su primera tarea fue buscar alternativas a esos dos objetivos para cumplir con los plazos de inversiones contemplados en el Plan. Así surgió la idea de crear un Centro de Interpretación que potenciase los recursos naturales y arqueológicos de Ribadedeva, en concreto el encinar costero de San Emeterio y las conocidas Cuevas del Pindal que en 2008 fueron declaradas, junto con otras diez cavidades astur-cántabras y alguna del País Vasco, Patrimonio de la Humanidad. 384.000 euros se invirtieron en poner en pie ese Centro de Interpretación que permite al visitante conocer mejor no sólo las pinturas prehistóricas del Pindal, sino el entorno que rodea a las cuevas, de gran riqueza paisajística y medioambiental.
Faltaba la puesta en marcha de un proyecto de similar envergadura para la parte cántabra, el municipio de Val de San Vicente, y se encontró en la construcción de un edificio multiusos en Unquera, donde hace tiempo se perseguía el poder contar con un auditorio.

Un centro polivalente

El edificio, diseñado por el arquitecto Luis Castillo, cuenta con dos plantas de unos 340 metros cuadrados cada una. La superior, aunque esté a ras de suelo, será un espacio escénico susceptible de múltiples usos y la inferior –subterránea– permitirá ampliar notablemente la capacidad expositiva de la cercana Casa de Cultura, ya que un pasillo comunica ambos sótanos.
Para el escenario se ha ideado una fórmula reversible, de manera que en función de la puerta que se abra, dará al patio de butacas del Centro o al exterior, lo que permitirá que el espectáculo se contemple desde la plaza pública.
El interior del edificio estaba ideado como un espacio diáfano, pero por deseo expreso del alcalde de Val de San Vicente, Miguel Angel González, se van a instalar gradas y butacas, para darle el aspecto de un auditorio convencional. No obstante, y con el fin de que tenga mayor polivalencia, los graderíos serán retráctiles, de manera que la sala pueda tener otros usos, además de los escénicos. En la misma planta se ha habilitado un espacio para la Oficina de Turismo, desubicada tras la entrada en funcionamiento de la Autovía del Cantábrico.
En la construcción de la estructura se ha empleado medio millón de euros de los fondos del Plan, con aportaciones tanto de la Administración central como de la autonómica y de los dos ayuntamientos. Un amplio grupo de entidades aportarán el medio millón de euros que falta para concluir este centro multiusos cuya inauguración se prevé para el próximo otoño.

Museo de los ‘maquis’

Las iniciativas puestas en marcha con el Plan de Dinamización incluyen la recuperación de la torre medieval de Estrada para convertirla en un espacio museográfico dedicado a los guerrilleros que actuaron en la zona de Picos de Europa tras la finalización de la Guerra Civil. En esta muestra juegan un destacado papel dos famosos maquis cántabros, Juanín y Bedoya, este último nacido en la propia localidad de Estrada.
La instalación de este pequeño museo está muy avanzada por lo que podría ser visitable en breve, añadiendo un atractivo más a los que ya tiene una zona, cuyos habitantes, a uno y otro lado del río Deva saben que comparten un territorio común y han sido capaces de poner en marcha un proyecto turístico pionero en España.

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