El caso Bruselas contra Bruselas pasa por Parayas

La Asociación de Hostelería de Cantabria ha negociado con la empresa aérea irlandesa Ryanair para tratar de conseguir una línea que enlace el aeropuerto de Parayas con Londres. En principio, el obstáculo a salvar es la dura competencia de Vitoria, que tiene idénticas aspiraciones, pero se han añadido otros inconvenientes que los hoteleros cántabros tratan de esquivar. La Unión Europea va a declarar ilegal un acuerdo muy semejante entre el Gobierno regional de Valonia y esta misma compañía para que operase desde su aeropuerto Bruselas-Charleroi, lo que no resulta un buen precedente.
Los hosteleros y la Administración cántabra pretenden orillar este problema a través de un sistema de incentivos para la compañía aérea que no implique una subvención directa. De acuerdo con la fórmula ideada, Ryanair se convertiría en comisionista de los hoteles cántabros, de forma que obtendría un porcentaje (alrededor del 20%) de la facturación en habitaciones que generen los viajeros llegados en los nuevos vuelos. La condición de comisionista no es nueva para Ryanair, que ya ofrece en su página web reservas de numerosos hoteles con los que tiene algún tipo de acuerdo en otros lugares a los que vuela.
Por su parte, la Administración cántabra sustanciaría su aportación en una inversión publicitaria, la necesaria para promocionar los nuevos vuelos. La solución de contrapartidas en especie tampoco es nueva. En Gerona, la Generalitat, la Diputación, la Cámara de Comercio y la Federación de Hostelería se han comprometido con Ryanair a hacer una inversión publicitaria anual de un millón de euros en la web de la compañía aérea a cambio de que utilice su aeropuerto.
Años atrás, el Gobierno cántabro subvencionó a compañías nacionales para animarlas a operar en Santander y ampliar la corta oferta de vuelos existente con Madrid y Barcelona, pero la experiencia no cuajó. La última empresa que compitió con Iberia consideró las ayudas insuficientes y llegó a pedir 500 millones de pesetas para mantener el servicio, cuantía a la que el Gobierno cántabro no pudo hacer frente.

Nuevas oportunidades en el mercado

La aparición en el extranjero de aerolíneas de bajo coste, como Ryanair, ha abierto otras puertas y crea unas perspectivas de futuro impensables hace unos pocos años. La empresa irlandesa ha tenido un éxito espectacular con su política de precios baratos y ya es la segunda del mundo en este segmento del mercado, con un crecimiento rapidísimo que le ha llevado a duplicar sus ingresos en dos años, pero para seguir esa misma tendencia tiene que multiplicar los destinos y eso es lo que esperan muchas capitales de provincia españolas para ver resurgir sus aeropuertos, casi siempre infrautilizados.
Para abaratar sus billetes, las aerolíneas de bajo coste no sólo suprimen muchos gastos de explotación, como el catering o los servicios de tierra (handling), sino que operan en aeropuertos de segundo nivel, donde los costes son menores y pueden conseguir slots (horarios de pista) mucho mejores que en aeropuertos tan saturados como Barajas o El Prat.
Al elegir pequeños aeródromos, como el de Reus, las compañías se benefician, además, unas tarifas hasta un 44% inferiores para los vuelos nacionales y un 36% menores para los internacionales.
Todo ello ha creado expectativas en muchas ciudades españolas. Valladolid ya consiguió un acuerdo con Ryanair, al igual que Gerona. Ahora son Cantabria y Vitoria las que negocian y muchas más capitales de provincia se encuentran a la cola. La mayoría se fija en los resultados de Gerona: en los nueve primeros meses del año, el tráfico en aquel aeropuerto ha crecido un 92% como consecuencia de la llegada de las compañías de bajo precio. Para el 2005, Ryanair se ha comprometido a realizar un mínimo de 55 vuelos diarios desde la ciudad catalana, donde va a situar su plataforma para el sur de Europa, lo que implicará, además, la creación de unos 3.000 empleos.

Competencia incómoda

La tela de araña tejida por las compañías de vuelos baratos es cada vez más tupida y causa alarma entre las grandes aerolíneas, que ven en estos competidores una seria amenaza a medio plazo. Hay que tener en cuenta que Ryanair ofrece en sus vuelos ofertas tan tentadoras como billetes de Valladolid a Londres por 60 euros.
Iberia tratará de reducir la desmesurada diferencia de tarifas con este tipo de compañías abaratando los billetes y cobrando aparte algunos servicios de la clase turista que siempre han estado incluidos en el billete, como el catering, o suprimiendo la Primera Clase en muchos vuelos cortos, donde no tiene demanda suficiente. Pero no parece que sea suficiente y la presión que viven las compañías tradicionales ha llegado ya a la Comisión Europea.

La UE interviene

El comisario de la Competencia, Mario Monti, tiene sobre su mesa un expediente contra Ryanair por su actividad en la propia Bruselas. Curiosamente, en la capital de la severa Europa comunitaria, Ryanair mantiene varios vuelos gracias a las ayudas económicas que recibe del gobierno regional de Valonia, que desea dar más movimiento a su aeropuerto de Bruselas-Charleroi.
Un desafío semejante en el corazón de la UE no podía durar y Monti, casi con toda seguridad, va a declarar ilegales los acuerdos alcanzados entre la compañía y el gobierno valón que, a pesar de ser secretos, se supone que benefician a la empresa irlandesa con una reducción de las tasas de aterrizaje, la financiación de parte de sus gastos, entre ellos las estancias hoteleras del personal, y con publicidad gratuita de los vuelos. Además, la compañía dispone libremente de hangares y oficinas en el aeródromo.
Ryanair ya tiene prevista la apelación, basada en el hecho de que el Gobierno valón ofreció las ayudas a cualquier compañía que aceptase operar en aquel aeropuerto, por lo que, en su opinión, no se produce discriminación alguna. Pero las esperanzas de que este argumento sea tenido en cuenta tampoco parecen muchas, como se deduce del interés que ha mostrado la compañía por la adquisición del aeropuerto si se privatiza. Asumir la propiedad cambiaría por completo las circunstancias, como es obvio.
La decisión sobre el aeropuerto belga puede afectar al de Valladolid, en España, donde Raynair ha conseguido que la comunidad autónoma castellanoleonesa subvencione su línea aérea con Londres. Pero también podría serlo para el de Gerona, donde la contrapartida es en especie y para el de Santander.

Beneficiados y perjudicados

Los hosteleros restan importancia a este riesgo y están convencidos de que contar con vuelos internacionales rentabilizaría holgadamente la inversión que pueda hacer la comunidad, tanto por su efecto sobre el sector turístico, como para la industria. Pero ya empiezan a aparecer perjudicados que, aunque tangenciales, como las agencias de viajes no parecen muy conformes con la posible llegada de estas líneas.
Algunas agencias han mostrado su malestar por el hecho de que las compañías aéreas de bajo coste sólo venden sus billetes por Internet, para no pagar comisiones, por lo que ellas no tendrían participación en el negocio que generase la nueva línea.
La otra perjudicada es Iberia, ya que la implantación de estos vuelos puede menoscabar, aunque relativamente, el movimiento de su línea entre Bilbao y Londres, la solución que tienen ahora los cántabros que quieren desplazarse a las islas británicas. Unos perjuicios muy limitados frente a los grandes beneficios que los hosteleros calculan que puede obtener la región si consolida una línea internacional, algo que no ha tenido nunca y que hasta ahora parecía impensable.

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