Comillas estrena la primera EDAR subterránea de España

Ni se ve, ni se oye, ni se huele. Si la mejor obra de saneamiento es la que pasa más desapercibida, la EDAR de Comillas es sin duda la más lograda de cuantas se han ejecutado en Cantabria y probablemente en España, porque es la primera depuradora subterránea de aguas residuales construida en el país. Claro que la contrapartida de una obra tan discreta es el esfuerzo inversor para soterrar la planta y dotarla de la tecnología de biofiltración que ha permitido minimizar su tamaño, muy inferior al de las depuradoras convencionales.
El resultado es una instalación más cara pero modélica en su integración con el entorno que se quería preservar, el conjunto de edificios de la Pontificia de Comillas, el único emplazamiento posible después de descartar otros al aire libre.
La ubicación de una planta depuradora de aguas residuales ha sido siempre una cuestión polémica en Cantabria. A la necesidad de situarla en el lugar más adecuado para simplificar la conexión de los colectores se une la dificultad de encontrar un espacio suficientemente alejado de las zonas habitadas, algo que no es sencillo en un territorio tan salpicado de pequeños núcleos de población como el cántabro.
Además, obligaba a encontrar un emplazamiento en el que no se vulnerase el elevado nivel de protección ambiental y paisajístico del Parque Natural de Oyambre. Ante tantas complicaciones, la Consejería de Medio Ambiente optó por una planta subterránea que se ha construido en un terreno de 11.600 m2 situado entre el nuevo cementerio de Comillas y el mar, próximo a unas naves que se encuentran junto la carretera que conduce a Trasvía.
A pesar de la cercanía al Seminario Mayor, sede ahora de la Fundación Comillas, lo único que se llega a percibir desde allí de la enorme instalación soterrada es una suave ladera de césped, en la que tan solo destacan dos motivos casi ornamentales, aunque responden a una necesidad funcional: un cubo de cristal que aporta luminosidad al interior de la planta y unos discretos tubos en forma de estrella que sirven al sistema de ventilación. Nada que indique que en el subsuelo existe una sofisticada depuradora de 3.500 m2, diseñada a partir de equipos más compactos que los habituales y con una tecnología que permite prescindir de los enormes tanques de decantación, al que las aguas llegan tras el tratamiento biológico en las plantas convencionales.

Depuración por Biofiltración

En Cantabria ya se aplican tecnologías de última generación en la depuración de aguas residuales, como las de membrana o las de ultrafiltración, que se van a aplicar en breve en Vuelta Ostrera. Pero para poder soterrar la planta de Comillas era preciso, además, encontrar una tecnología que permitiese reducir el espacio físico que habitualmente se necesita para todo el proceso de descontaminación del agua: desde el pretratamiento (eliminación de sólidos, arenas y aceites) hasta el tratamiento biológico y la fase final de decantación. El único sistema que responde a estas características es una tecnología de biofiltración desarrollada en Francia que tiene la ventaja de no necesitar decantación secundaria, ya que realiza el tratamiento biológico y el filtrado en un mismo depósito. Esto ahorra hasta un 80% del espacio que requieren los procesos convencionales, algo que resulta muy importante en el caso de plantas con limitaciones de tamaño.
El sistema aplicado (bios­tyr) consiste en un lecho formado por gránulos de poliestireno sobre el que se fijan los microorganismos, en vez de estar en suspensión como ocurre en los procedimientos de fangos activados. Además de cumplir en un mismo espacio la doble función de degradación de la materia orgánica y filtración, esta tecnología permite modular el tratamiento biológico para adecuarlo al caudal que llegue a la planta en cada momento, lo que resulta especialmente valioso en Comillas, donde la población varía sustancialmente en la época estival. De ahí que la planta haya sido diseñada para poder pasar de los 856 m3 diarios de aguas residuales que se generan en invierno en la villa y en los núcleos cercanos que utilizarán la depuradora, a los 5.310 m3/d que llegan a la planta en verano.
Pensando en los próximos 25 años, el horizonte temporal para el que se calcula la capacidad de estas plantas, la previsión es que la EDAR de Comillas llegue a dar servicio, en los momentos de máxima carga, a unos 33.000 habitantes, lo que medido en caudal de aguas residuales supondría unos 8.790 m3 diarios.
Al estar soterrada y no ser posible su ampliación, las instalaciones de la planta debían estar calculadas para hacer frente a ese posible crecimiento de la población. Para ello se han construido siete depósitos o celdas de biofiltración, de las que por el momento tan solo están operativas tres, que son las que se precisan para tratar los efluentes que ahora llegan a la planta.
La calidad del agua que sale de la EDAR una vez tratada permite utilizarla para el riego de las amplias zona ajardinadas que tiene la Fundación Comillas, a cuyos depósitos se bombea desde la estación, aunque gran parte de ese agua se va a reutilizar en la propia planta para el lavado de los biofiltros. De esta manera se minimizará el vertido al mar y se aprovechará un recurso que resulta cada vez más preciado, sobre todo en época estival.
La elección de la tecnología de biofiltración tiene, sin embargo, un inconveniente nada desdeñable: el del gran coste energético que requiere, muy superior al de las depuradoras convencionales y que explica que tan solo se haya construido otra en España con este sistema, concretamente en Chiclana. Una factura eléctrica que Mare, la empresa pública que estará encargada de gestionar la planta, observa con preocupación, a la espera de conocer los resultados del primer año de explotación. En este tiempo será la UTE constructora (Ferrovial-Cadagua-Emilio Bolado, con la dirección de obra de la ingeniería A-Gatein), la que se encargue de gestionar su funcionamiento.

Una red de colectores de 18 kilómetros

Si la nueva EDAR pasa visualmente desapercibida mucho más la red de colectores que confluyen en la planta, que suman 18 kilómetros de tuberías, lo que ha exigido 40.000 m3 de excavación en zanjas y la ejecución de 300 pozos de registro. En la EDAR de Comillas se van a tratar no solo las aguas residuales del municipio sino también las que llegan de los pueblos colindantes de San Vicente de la Barquera, Valdáliga o Ruiloba.
Antes de la construcción de la EDAR, en la zona había algunas pequeñas depuradoras locales que ahora van a ser utilizadas como estaciones de bombeo –el nuevo saneamiento cuenta con siete puntos de bombeo– para impulsar las aguas residuales en aquellos lugares donde no basta con la gravedad para moverlas.
La inversión que ha requerido esta infraestructura, que resultaba vital en una zona tan turística como Comillas y el Parque Natural de Oyambre, ha sido de 15,4 millones de euros, de los que 11,7 se han empleado en la EDAR y el resto en la red de colectores. Un esfuerzo económico con el que se culmina el saneamiento de las principales poblaciones costeras de Cantabria, que aunque empezó relativamente tarde, ha avanzado a paso de gigante en los últimos quince años, dado que tan solo faltan por integrar en él pequeños núcleos rurales.

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