Calima: Diez años que cambiaron el mundo de la imprenta

En el sector de las artes gráficas casi todo es para ayer. Por alguna razón, todos los trabajos que llegan para imprimir sólo pueden dividirse en urgentes o muy urgentes y eso condiciona la actividad. Calima, que ya hace algún tiempo optó por trabajar las 24 horas del día, ahora ha potenciado ese aspecto con la introducción de una nueva máquina de impresión Heilderberg de cuatro colores capaz de trabajar a un ritmo de 13.000 pliegos por hora, lo que ha supuesto para la empresa una inversión de 250 millones de pesetas.
Javier San Miguel, director de la compañía, está convencido de que en su mercado sigue siendo decisivo el plazo, aunque la clientela busca cada vez más un servicio integral. En este sentido, sostiene que el acierto estratégico de Calima fue el haber nacido con un departamento de preimpresión, algo que por entonces nadie tenía, donde se diseñan y maquetan muchos de los trabajos que llegan a la imprenta. La filosofía de la empresa ha sido, desde un principio, la de apostar por la calidad y ofrecer el proceso completo, desde que el cliente entrega un original, por ejemplo el manuscrito de un libro, hasta que lo recibe encuadernado y retractilado en celofán.

Reducción de costes

La creación de Calima coincidió con la difusión en España de los programas de autoedición de altas prestaciones para entornos informáticos McIntosh que permitían componer en la pantalla del ordenador, no solo los textos, sino también el diseño de las páginas. Con ello se daba un vuelco a un sector donde todavía muchas imprentas seguían componiendo los textos a mano. Poco después la informática permitiría también suprimir muchas tareas de montaje insertando las fotografías ya digitalizadas y con ello se iban a reducir sustancialmente los procesos de manipulación y los costes.
La cuatricromía, hasta entonces muy cara, empezaba a tener precios más accesibles y el sustancial aumento de la demanda hizo que Calima se plantease en 1997 la compra de una máquina de cuatro colores. Hasta ese momento, se había defendido con una Roland de dos tintas, que obligaba a pasar dos veces cada pliego para completar la impresión de las cuatricromías.
La impresora de cuatro colores ha trabajado en los últimos cuatro años día y noche sin interrupción, algo que puede dar fe de su resistencia y de la productividad que Calima ha sabido sacarle. Los 9.000 golpes por hora se han convertido en este plazo en muchísimos millones de pliegos impresos en forma de revistas, folletos, calendarios o libros. Gracias a ella, la imprenta ha llegado a una facturación superior a los 500 millones de pesetas al año y ha sido capaz de desbordar el mercado local, para hacer pinitos en el francés (un ámbito de negocio con muchas posibilidades) y en el portugués.
La apuesta por la expansión se hará más evidente con la introducción de una nueva máquina de cuatro colores, que acaba de recibir de Alemania y con la que duplicará su capacidad productiva. Una impresora compacta, totalmente informatizada, que no necesita otra atención que la programación en el panel de mandos y el cambio de las planchas grabadas.
Calima tiene en la actualidad 35 trabajadores y al cabo del año realiza un centenar de libros y decenas de catálogos de arte, folletos publicitarios, revistas, papelería etc. Después de lograr la ISO 9000/2000, su objetivo es conseguir atender simultáneamente a los grandes clientes, como la Universidad de Cantabria, y a los particulares. Sólo de esta manera y con la presencia en mercados nacionales e internacionales se puede combatir un mal tradicional de las imprentas, el de las crisis cíclicas que, afortunadamente para el sector, hace mucho que no llegan. El tiempo dirá si tiene éxito la estrategia. Por lo pronto, la facturación del pasado año creció en un 10% y las expectativas para el actual ejercicio son francamente buenas.

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