Renacen los carpinteros de ribera
Para una región con una historia tan ligada al mar, no deja de ser un contrasentido la práctica desaparición de los carpinteros de ribera. Tampoco esta noble tradición ha sido capaz de resistir el empuje de la construcción en serie de las embarcaciones destinadas a la náutica deportiva, con materiales más baratos y prácticos que la madera.
Afortunadamente, a veces las tradiciones vuelven de una forma inesperada y asimilan técnicas modernas que les abren nuevas posibilidades. Tampoco han desaparecido quienes saben apreciar la belleza de las formas clásicas en una embarcación, ni los nostálgicos que, navegando en esos viejos modelos, recuperan sensaciones ligadas en muchos casos a su infancia.
Por razones como éstas, e impulsado por una vocación descubierta en el transcurso de sus viajes por países que sí mantienen viva la carpintería de ribera, Enrique García acabó recalando en Cantabria para crear aquí un taller de construcción naval para embarcaciones ligeras. Shipshape, que es el nombre de la empresa, no sólo aporta savia nueva a un languideciente sector sino que viene a cubrir el vacío que ha dejado la jubilación de artesanos como Julio Ruiz o de Pepín, el de Pedreña, los últimos carpinteros de ribera cántabros.
La escuela británica
El interés de Enrique García por la construcción naval artesanal tiene mucho que ver con su propia trayectoria vital. Nada apuntaba, mientras terminaba sus estudios de Derecho en Madrid, a que esta acabaría siendo su profesión y auténtica vocación, pero la larga etapa viajera que emprendió con veintitantos años le acabó descubriendo una actividad muy alejada de los libros de leyes. Una afición que se despertó navegando por el Mar Báltico, familiarizándose con los trabajos de carpintería en Alemania, y con la construcción naval artesanal en puertos deportivos de California.
La formación como carpintero de ribera la hizo en la Falmouth Marine School inglesa, de la que salió, tras dos años de estudios, con la especialización en la construcción naval en madera e interiores de yates.
Después de trabajar en la rehabilitación de grandes yates en Francia –entre ellos el Orión, una goleta que fue propiedad de Alfonso XIII–, en Italia, y en Mallorca, llegó el momento de elegir un lugar donde afincarse de manera definitiva y crear su propia empresa. La elección, en parte por razones familiares, recayó en Cantabria y en 2009 Enrique García creaba Shipshape, un taller de carpintería naval situado en Cudón (Miengo).
Recuperando los ‘dinghy’
La llegada en los años setenta de los barcos de poliéster y fibra de vidrio fue arrinconando el trabajo de los carpinteros de ribera hacia tareas de simple mantenimiento y, como mucho, a la construcción de pequeños botes de madera. No llegaron a tiempo de incorporar otras actividades que demandan las embarcaciones actuales y que son el grueso del trabajo que realiza Shipshape: “Las embarcaciones de fibra de vidrio –explica Enrique García– muy a menudo tienen mamparos de tablero contrachapado que hay que cambiar si entra agua; también les puedes poner cubiertas de teca o los interiores. Nosotros tratamos de cubrir todo ese área de reparaciones y mantenimiento, y a veces de ebanistería, que es lo que soporta el negocio”. Muchos de los pedidos que se les hacen tienen que ver también con la fabricación de mástiles, remos y timones.
A esas tareas habituales hay que sumar la construcción naval propiamente dicha, en la que ya ha dado sus primeros pasos.
Tras lograr en 2011 la licencia para la fabricación de embarcaciones, Shipshape ha logrado su sueño de empezar a recuperar la construcción de modelos de vela ligera, los dinghy clásicos, cuyo diseño procede de hace un siglo. Como el dinghy 12, una embarcación de 3,6 metros de eslora (12 pies), creada por el británico George Cockshott en 1913, que fue clase olímpica en 1924 y 1928. O el dinghy 18 (5,5 metros), diseñado también en Inglaterra en 1919. Tras traer Díez Tejeiro a Santander los planos de este último, gustó tanto que llegó a haber más de una docena de embarcaciones en la Bahía.
García ya ha construido ambos modelos y trabaja actualmente en la reconstrucción de otros tres barcos de estas características, ligados algunos de ellos a historias familiares que vinculan a varias generaciones con una misma embarcación.
Los precios no son un obstáculo para recuperar el placer de navegar en embarcaciones muy marineras y de tan bella estética como son estos modelos clásicos. Oscilan entre los 12.000 euros del tipo más pequeño y los 22.000 del dinghy 18, totalmente aparejado.
Todos estos trabajos se hacen utilizando técnicas tradicionales pero también modernas, en una puesta al día de la carpintería de ribera en técnicas y materiales. “Nosotros utilizamos los sistemas de construcción modernos; usamos resinas epoxi y forramos barcos con fibra de vidrio, pero también doblamos las cuadernas al vapor y sabemos calafatear de la manera tradicional”, señala García.
Vela ligera no competitiva
Uno de los objetivos que se ha marcado este moderno carpintero de ribera es el de incentivar entre los aficionados a la náutica una forma de disfrutar la vela que no pasa por la competición en regatas ni exige tener el barco permanentemente en un punto de amarre. Se fija en los cruceros familiares por estuarios y ríos, acampando al final de la jornada, que son habituales en Gran Bretaña o Francia y en los que se emplean una o dos semanas. Las embarcaciones de vela ligera, muy manejables, permiten este tipo de navegación, con la ventaja de que se pueden depositar sobre un remolque, el garaje o un prado, sin necesidad de contar con un amarre en un puerto deportivo. Al ser fácilmente transportables, permiten navegar por lugares muy diferentes. Un concepto de náutica deportiva en el que encajan a la perfección los modelos de su empresa.
Mientras se abre camino esta idea, Shipshape se plantea extender su mercado a las comunidades vecinas, especialmente el País Vasco, donde también han desaparecido los carpinteros de ribera. Una tradición que vuelve a resurgir gracias a la iniciativa de un empresario que antes de encontrar su vocación ha arribado a muchos puertos.