La exportación se afianza como el motor de la economía cántabra

Con la demanda interna deprimida –aunque se atisben algunas tímidas señales de reactivación– las exportaciones son el único motor de la economía cántabra y el factor que explica el crecimiento del PIB previsto para este año (un 1,7%, según la estimación del BBVA). Que las exportaciones tiran de la economía local lo demuestra las últimas cifras publicadas por el ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior). El pasado año Cantabria vendió productos y servicios en el exterior por valor 2.537,8 millones de euros, un 5,1% más que en 2013, pero hay algo preocupante en estas cifras, porque no sólo no creció el número de las empresas exportadoras sino que disminuyó sensiblemente. Las 1.242 de 2013 se quedaron en 1.137. No tiene una fácil justificación perder en un solo ejercicio un 8% del censo exportador en unos momentos en que vender fuera no es una opción sino casi una obligación, y solo cabe achacarlo a la fuerte reducción del catálogo de empresas que ha sufrido la región.
Afortunadamente, las que exportan regularmente aumentan, aunque lo hagan muy moderadamente (un 2,4%), y ya hay 303 empresas cántabras que llevan vendiendo en el exterior al menos cuatro años consecutivos. Por sí solas concentran una facturación de 2.319,9 millones de euros, lo que representa el 91,4% de todo lo que exporta Cantabria. Ese núcleo duro empieza a necesitar una diversificación de mercados, ya que su clientela está demasiado concentrada en cinco países europeos (Francia, Alemania, Portugal, Italia y el Reino Unido), lo que hace que la región sea especialmente dependiente de la evolución europea y especialmente de la de los países más próximos, que no están registrando grandes crecimientos desde hace años.
El estudio del BBVA advierte que el «estancamiento» de la economía europea se mantenga al menos durante el primer semestre de 2015, puede «lastrar» nuestro crecimiento hasta el segundo trimestre del año, cuando se espera que tenga lugar el «punto de inflexión». Es tan determinante el impacto del estancamiento europeo en la economía cántabra que, por cada punto de PIB que pierde Europa (o deja de crecer), el de Cantabria se contrae un 1,2%-1,3%, según los autores de ese estudio. Y esa dependencia de nuestra región respecto a la demanda europea es lo que ocasiona que el crecimiento previsto para 2015 sea inferior al del conjunto de España.
No obstante, el informe señala que la comunidad ha «avanzado” en la diversificación de su clientela internacional y la política monetaria expansiva del BCE y la depreciación del euro le abren nuevas puertas en países no comunitarios. Entre esos destinos destacan China, Turquía y Brasil.
Desde organismos como la Cámara de Comercio, se viene trabajando en la apertura de nuevos mercados en Argelia, Marruecos, Arabia Saudí o Qatar, a las que, junto a Serbia y Montenegro, se organizaron el pasado año misiones comerciales. Son países en los que la Cámara –que se ha especializado en los mercados emergentes del Norte de Africa– detecta oportunidades claras de negocio, aunque no hayan sido demandados expresamente por las empresas cántabras.
También Sodercan realiza misiones comerciales, especialmente a Hispanoamérica, donde hay mercados muy atractivos, como los de Colombia, Perú, Chile o México.
Para evitar duplicidades y buscar la máxima eficacia en sus acciones de promoción del comercio exterior, Sodercan y el ICEX formalizaron el pasado año una serie de acuerdos, como la coordinación de programas y la integración de representantes de la empresa pública cántabra en las oficinas comerciales del ICEX de México y China.

Los productos siderúrgicos, a la cabeza

Aunque el grueso de la exportación recae en las grandes industrias, sobre todo en automoción, las pymes de la industria del metal juegan un importante papel exportador en Cantabria. Nuestra región cuenta con un importante número de empresas de componentes, que fabrican bajo pedido y que tienen un canal de promoción comercial muy definido, como es la participación en las ferias de subcontratación de bienes de equipo, automoción, electrodomésticos o maquinaria.
Los productos siderúrgicos y la venta de equipos, componentes y accesorios de automoción supusieron el pasado año una parte sustancial de todo lo exportado (531 y 435 millones de euros, respectivamente), si bien estas cifras tienen dos protagonistas muy concretos, las fábricas de GSW y Robert Bosch Treto. Le siguieron la química inorgánica de Solvay, con 129,5 millones de euros; la maquinaria y equipos para generar energía de ENSA (106,2 millones de euros); las materias primas y semimanufacturas de plástico del Grupo Álvarez (90,5); los tejidos para confección que hace Textil Santanderina y su filial Gildelsal (66,9) y los electrodomésticos de la línea marrón de BSH (60,6 millones de euros).

El potencial de las pymes

Nuestra capacidad exportadora se basa, sobre todo, en fábricas filiales de empresas europeas que concentran el grueso de nuestras ventas al exterior. Sus cifras de exportación –generalmente intracomunitaria– evolucionan al compás de la marcha de sus empresas matrices, pero en Cantabria existe un potencial de crecimiento exportador para la pequeña y mediana empresa que está todavía lejos de ser aprovechado. Sectores como el de la alimentación, o incluso los servicios, pueden encontrar en el mercado exterior el espacio de desarrollo que no les ofrece la deprimida economía local.
Para dar ese paso, las pymes deben vencer algunos miedos y cambiar de mentalidad. Para la consultora Sandra González, que trabaja habitualmente con la pequeña y mediana empresa desde su firma Lean-Export, “el principal hándicap es el idioma: Cuesta hacer una llamada en inglés por inseguridad y miedo al ridículo, y ése continua siendo el mayor obstáculo para muchos empresarios”, lamenta.
Sandra González añade dos aspectos más que son esenciales para iniciarse en la exploración de otros mercados: no basta con tener capacidad objetiva para exportar, sino que se necesita motivación para hacerlo, y una mentalidad abierta. Penetrar en otros mercados puede significar también hacerlo en otras culturas y es preciso capacidad de adaptación a otras costumbres y usos sociales: “A la exportación no hay que tenerle miedo” –señala esta consultora–, “sólo conocer el procedimiento y saber buscar la información, abrirse de mente y poner el foco en un mercado concreto para hacerlo de manera eficiente”. “Exportar es fácil, lo difícil es vender”, añade.
Otra de las razones que desincentivan a muchos pequeños y medianos empresarios es el desconcierto que a veces les provoca la multiplicidad de organismos que se ocupan de canalizar las iniciativas exportadoras. En Cantabria son cuatro las instituciones que están ofreciendo servicios de apoyo a la internacionalización: el ICEX, Sodercan, la Cámara de Comercio y la CEOE-Cepyme.
El no saber a quién acudir para participar en misiones comerciales, tener acceso a formación o percibir ayudas económicas para salir al exterior, hace que muchas pymes se retraigan. A pesar de que se han producido avances en la coordinación de esfuerzos, como el ya mencionado acuerdo entre Sodercan y el ICEX o el que esa empresa pública regional alcanzó con la CEOE (‘Cantabria Global’), todavía existe algún desajuste entre las instituciones que promueven la exportación.
El éxito de participación de las misiones comerciales está fuertemente ligado a las subvenciones para cubrir parte de los gastos. Esas ayudas, canalizadas por Sodercan a través del Plan Impulsa, suponen una aportación al empresario de 500 euros, si la misión comercial tiene por destino algún país europeo, y de mil euros si es a otro continente. El coste real de la misión para el empresario puede ser el doble o el triple de esa ayudas. Para la asistencia a ferias de proyección internacional, el Plan Impulsa contempla subvenciones de hasta el 50%.

Una apuesta por la alimentación

Los incentivos para la exportación pueden tomar también la forma de ayudas para la creación de un cluster o agrupación de empresas. Desde Sodercan se quiere promover la formación de estas plataformas, especialmente en un ámbito en el que la economía cántabra puede aportar algo diferencial, la industria agroalimentaria. La empresa pública de desarrollo regional está preparando las bases para la convocatoria de ayudas destinadas a agrupaciones de compañías de productos alimentarios y bebidas con vocación exportadora.
Además de las conserveras, que han sido pioneras en la creación de este tipo de plataformas, esta iniciativa puede fomentar la exportación de otros productos, como los sobaos, las mermeladas, postres y platos preparados, e incluso ofrecer un canal de salida al exterior a la incipiente industria de bebidas alcohólicas, como la ginebra y vodka de Siderit, o la cerveza artesanal que ya elaboran en Cantabria varias pequeñas empresas.
Un ejemplo de esta iniciativa exportadora de una pequeña conservera es Ana María que destina entre el 10 y el 20% de su producción al mercado europeo.
En el otro extremo del sector alimentario se sitúan gigantes como Nestlé. La exportación de la fábrica de La Penilla supuso el pasado año cerca del 40% de su producción, unas 35.000 toneladas. La planta cántabra vende en más de 30 países, aunque Francia, Países Árabes, Gran Bretaña y Portugal son sus destinos preferentes. “No prevemos abrir más mercados; nuestro objetivo es seguir encontrando oportunidades en aquellos a los que ya exportamos” –señala su director, Alberto López–. “De todas maneras, en el entorno de una multinacional siempre existe esa posibilidad”, añade.
En cuanto al papel que juega la exportación en la recuperación de la economía de Cantabria, el director de Nestlé no tiene duda: “Las exportaciones resultan una fuente de crecimiento muy importante en las economías regionales, que provocan cambios en los modelos productivos y hacen más competitivas a las empresas. Es necesaria la adaptación a otras formas de entender los negocios, pero la competitividad y la calidad del servicio siempre son factores clave en las exportaciones”.
 Otra empresa volcada en la exportación es Vitrinor, que ya destina el 50% de su producción a mercados externos. Estas ventas fuera de nuestras fronteras han crecido en los últimos cinco años un 230%. Su responsable de exportación, María Moreno, valora la importancia que ha tenido la I+D en ese crecimiento: “En Vitrinor, la investigación e innovación en el desarrollo de nuevos productos está motivada por la creación y mejora de gamas y composiciones de artículos que se adaptan a las sociedades actuales, impregnadas con los aromas de los diferentes mercados en los que Vitrinor está presente, desde el exotismo del lejano oriente a los sabores latinos, pasando por la tradición de la cocina europea, la originalidad de la norteamericana y las esencias de África.Todo ello, con el sello made in Spain, muy valorado por nuestros clientes y consumidores, frente al made in China de muchos otros productos existentes en el mercado”, señala.

 La ventaja de un euro más bajo

En el tramo final del pasado año, la depreciación del euro, que ha perdido casi un 20% respecto al dólar, reavivó las ventas cántabras en el exterior. Y es probable que en los primeros meses del año 2015, este impacto positivo se mantenga e incluso se agudice. Una oportunidad que debería ser aprovechada por las empresas locales para explorar mercados fuera de la Unión Europea, aunque en Cantabria ya existen notables ejemplos de empresas con fuerte penetración en países emergentes. Es el caso de Cisternas Cobo, que inició las ventas en el mercado internacional en 1992, y que, ante la crisis interna, decidió potenciar su presencia en el exterior. El pasado año su cifra de exportación creció un 50% y el éxito de esa apuesta ha sido tal que, actualmente, destina a la exportación el 95% de sus productos. Sus cisternas van al Reino Unido, Irlanda, Rusia y a países del Medio Oriente como Dubai, Omán y Arabia Saudita. Ahora tiene proyectos muy avanzados para entrar en Centroamérica y Sudamérica.
“Exportar es fundamental”, sostiene la empresa. “Hoy en día, las que no exporten están condenadas a no crecer, con riesgo muy alto de desaparecer”, advierte.
Otra compañía que ha encontrado espacio en mercados emergentes es Helios Dica, dedicada a la comercialización de equipos para la protección laboral. El pasado año la exportación le aportó un 33% de sus ventas totales, que crecieron un 12% respecto de 2013. Una evolución que ha venido, en buena parte, de la mano de sus clientes. A medida que ellos abrían plantas suyas en países como Rumania, Polonia, Egipto y Túnez, Helios Dica les acompañaba.
Los principales destinos de sus productos son Marruecos y Rumania y este año acaba de añadir Paraguay a su lista de destinos. “Para nosotros –explica su director, Juan Carlos López– las exportaciones se han convertido en la clave del crecimiento”.

Una oportunidad para los servicios

No solo en alimentación y bebidas existe un potencial sin aprovechar por las empresas cántabras. En España, una de cada cinco empresas de servicios ha comenzado a asomarse al exterior, aunque no es fácil localizar potenciales clientes en otros países, porque los servicios no tienen un código arancelario, que es como se buscan los proveedores o demandantes de productos en otro país.
Para intentar paliar esa carencia existen portales como el recientemente creado por la consultora Sandra González, Exporter Platform, un directorio en el que las pymes españolas pueden registrarse para promocionarse en Europa. “Hay mucho por hacer” –señala González– “y hay mucho interés, porque las empresas están sufriendo la crisis y es una manera de sobrevivir para unas, y de sacar partido a sus instalaciones ociosas, para otras. El interés ha crecido pero se ha materializado escasamente porque la gente, al final, no da el paso y sobre todo aquí en Cantabria”, concluye esta consultora, que apunta a una cultura poco sensibilizada hacia la necesidad de abrirse al exterior, como una de las razones que explican las oportunidades insuficientemente aprovechadas por la economía cántabra.

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