Náutica Puerto Gris: Ocio marítimo para todos los públicos

Jesús de la Hoz dejó su vida como jurista para embarcarse en una aventura empresarial a borde del velero ‘Klaudia’

Entre 1990 y 2007 se produjo el boom de la náutica en España, auspiciado por el buen estado de salud de la economía nacional. A partir de entonces se produjo una brusca caída, debido a la crisis económica, que empieza a remontar, pero las cifras siguen sin ser las de antaño. En estos tiempos de cambio, Jesús de la Hoz ha pasado de trabajar en un banco a ofrecer sus servicios como patrón en su gran velero ‘Klaudia’ a todo aquel que quiera vivir una aventura marítima.


Jesús de la Hoz y su familia son madrileños de nacimiento, aunque llevan unos veinte años viviendo en Cantabria. Su pasión por el mar viene de mucho antes, quizá desde que, de niño, leyó ‘Un capitán de quince años’, de Julio Verne.

Obtuvo la titulación que hoy equivale al PER (patrón de yate de altura) con solo 17 años, mucho antes de disponer de carnet de conducir, y la navegación se convirtió en algo tan importante en su vida que fue dueño de varios barcos antes de adquirir una casa.

También se inició pronto en los deportes acuáticos, especialmente en windsurf. A falta de mar, los fines de semana se iba junto a su mujer y sus hijos a los pantanos de la provincia de Madrid, donde lo practicaba.

Su primer barco lo compró tras vender sus tablas de windsurf y lo tuvo atracado en Denia, a donde se escapaba siempre que podía.

El barco dispone de cuatro camarotes dobles y tres baños completos.

En 1998, su mujer pidió un traslado a Santander y él pudo reunirse con ella y sus hijos dos años después. De la Hoz tenía un despacho de abogados en Madrid y Banesto le ofreció un puesto de trabajo, que pronto pudo ejercer en Cantabria. Lo primero que hizo al instalarse junto a su familia fue comprarse un pequeño barco para poder disfrutar de su tiempo libre.

Cuando llevaba cinco años en Cantabria, el Banco Santander absorbió Banesto y él pasó como letrado asesor a los servicios centrales del Banco, en la oficina central del Paseo Pereda. Aunque su trabajo era muy técnico, tenía una gran ventaja para él: desde su oficina veía la Bahía todos los días. En ese momento, ya tenía en mente dedicarse de algún modo a la navegación, pero fue en 2017 cuando se abrió la puerta que le permitió iniciar esta nueva singladura.

Comienza un sueño

El Banco realizó un ERE en los servicios centrales y De la Hoz fue el primero en adherirse. Gracias a esta circunstancia, a la indemnización que percibió y al apoyo de su mujer y sus dos hijos, pudo comenzar su proyecto.

Aunque ya era capitán de yate, se vio obligado a obtener los títulos profesionales expedidos por la Marina Mercante que permiten cobrar por llevar a gente en un barco, “lo cual me convierte en un Uber del mar”, explica entre risas.

A finales de 2017 empezó a buscar un barco de segunda mano. Sabía perfectamente lo que quería y encontró el ‘Klaudia’, un velero que cumplía todos sus requisitos. El único problema era que estaba en el Báltico, concretamente en Kołobrzeg, una pequeña ciudad de Polonia.

El ‘Klaudia’, tiene más de 15 metros de eslora y su base está en el puerto deportivo de Raos, Marina del Cantábrico.

Tras desplazarse para comprobar que era el barco que necesitaba, tuvo que tomar una decisión: si esperaba al verano de 2018 para traerlo, perdería toda la temporada y no podría comenzar a usarlo hasta 2019, por lo que decidió ir a buscarlo en enero, venir navegando hasta Santander y acondicionarlo de inmediato, lo que le permitiría iniciar su andadura empresarial ese mismo verano.

“Me lié la manta a la cabeza y engañé a unos cuantos, pintándoselo muy bonito, para que me acompañaran”, confiesa. La realidad es que fue un viaje duro, con días de 12 grados bajo cero, una cuarta de nieve en cubierta, olas de 5 metros, puertos cerrados, las tuberías del barco congeladas… Eso sí, no tuvieron ningún percance. El periplo duró un mes exacto. Salieron el 12 de enero y llegaron a Santander el 12 de febrero, aunque fueron 18 días de navegación, porque descansaban en tierra cuando el clima no la permitía. “Conocimos muchos pubs, muchos museos y mucha gente entretenida”, añade.

Tras reparar el velero, constituyó su empresa, Náutica Puerto Gris, con la ayuda de Luis Escagedo, de la Agencia de Desarrollo Local de Bezana.

El Camino de Santiago

En junio realizó sus primeros viajes para clientes, con una oferta muy amplia. En el ‘Klaudia’ se puede navegar unas horas por la Bahía de Santander, conocer Cantabria desde el mar, hacer escapadas de fin de semana al País Vasco o viajes a La Rochelle para tomar vino y ostras.

Su producto estrella es el Camino de Santiago a vela, que dura ocho días. Se navega hasta La Coruña, desde donde se camina a Santiago durante tres días, y se vuelve por mar a Santander. De hecho, el primer cliente fue un sacerdote que quiso realizar esta original peregrinación con otras cinco personas.

El ‘Klaudia’ tiene 15,5 metros de eslora y 4,5 de manga y dispone de cuatro cabinas dobles, tres baños, cocina completa, doble calefacción y toda la instrumentación necesaria para la navegación de altura. Esto quiere decir que en cada grupo pueden viajar seis personas, además de dos tripulantes, con todas las comodidades.

Aunque el comienzo ha sido bueno, ya que ha contado con veinte grupos de clientes hasta final de año, Jesús no vive por el momento de su negocio ni puede tener ningún empleado fijo, todos son eventuales. No obstante, confía en acabar este año con beneficios y que, a finales de 2020 pueda contar con un empleado permanentemente.

Ya hay muchas personas interesadas en realizar el Camino de Santiago a vela a partir de primavera. Además, tiene pensado expandir su negocio a otros dos planos: las actividades de coaching o los team building para empresas, en los que tiene amplia experiencia, y colaborar con centros sociosanitarios, ofreciendo paseos por la Bahía a sus usuarios.

Su sueño como navegante es viajar a las islas Hébridas, un santuario de submarinismo ubicado en el norte de Escocia, y, dado que su hija vive en Londres, remontar el Támesis hasta St. Katharine Docks para tomarse unas pintas en The Dickens’ Inn mientras cuida de sus nietos. El mar le espera.

María Quintana

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