Maderas MG inaugura su sede en Ambrosero
Iniciar una aventura empresarial en los años más duros de la crisis económica y en un sector tan ligado a la construcción como es la madera parece un empeño suicida. Pero no lo es tanto si quien se atreve es alguien con una larga experiencia como Miguel García Salomón, quien en 1978 creó, con otros tres socios, Maderas García Diego y es un profundo conocedor del mercado de la distribución de estos materiales.
Tras cerca de cuarenta años en sociedad, García Salomón ha optado por crear su propia empresa, Maderas MG, con la que se dispone a iniciar una nueva etapa desde las instalaciones construidas en el polígono de Ambrosero.
Cuando creó la empresa, a finales de 2010, y mientras buscaba una ubicación definitiva, MG optó por alquilar parte de las grandes naves que la antigua Cunosa poseía en Limpias. Desde allí, Miguel García retomó el contacto con clientes y proveedores y el nuevo almacén de madera inició su andadura. Eran tiempos muy difíciles, en los que se agudizó la crisis de la construcción y de la fabricación de muebles. Incluso el cliente tipo al que va dirigida su empresa, los carpinteros que trabajan en reformas o rehabilitación de inmuebles, experimentaron una notable caída. De los cerca de mil profesionales que el propio Miguel García estima que podía haber en Cantabria al inicio de la crisis, calcula que apenas quedan 300.
Esta caída del mercado local le impulsó a buscar clientes en otras zonas y hoy Maderas MG distribuye sus productos en Vizcaya, norte de Palencia, Burgos e, incluso, en Asturias.
La ubicación del polígono de Ambrosero, tras descartar por el precio del suelo o por las dificultades de comunicación otros polígonos de la zona oriental, como el de Vallegón (Castro Urdiales) o Gibaja (Ramales), le ha facilitado una plataforma adecuada para atender a las más de 300 carpinterías, repartidas en varias comunidades, que forman su clientela habitual.
Madera en bruto y transformada
La doble actividad de Maderas MG, como distribuidor y como industria transformadora, requería unas instalaciones con amplios espacios para almacenar la madera y una zona cubierta donde albergar la delicada maquinaria de control numérico que emplea en el mecanizado de puertas. Para ello Maderas MG ha levantado en Ambrosero, sobre una parcela de 6.000 m2, una nave de 2.000 m2 y ha cubierto parte de la campa con marquesinas para crear un espacio donde almacenar las maderas que pueden guardarse en el exterior.
Además de la venta de maderas en bruto, la empresa lleva a cabo pequeños trabajos de transformación, desde el cepillado o el corte de tableros hasta el mecanizado de puertas, que se entregan prácticamente acabadas al carpintero que las va a instalar. También comercializa vigas y madera para tejados o suelos, desde las tarimas convencionales hasta los parquets flotantes que ahora son los más usados en la construcción.
La empresa ha invertido un millón de euros en su nueva nave, un esfuerzo para el que ha contado con una pequeña ayuda procedente del programa Invierte de la Consejería de Industria. La demora en la ejecución del proyecto, causada por la poca agilidad de Adif a la hora de emitir un certificado reconociendo que la obra no afecta a las cercanas vías de Feve, ha estado a punto de complicar la llegada de esa ayuda pública y ha retrasado en varios meses la finalización de las instalaciones.
El carácter de empresa familiar de Maderas MG se ha visto reforzada por el hecho de que, junto a Miguel García trabajan ya dos de sus hijos, Nerea y Unai. El resto de la plantilla lo integran ocho trabajadores.
A pesar de las negativas circunstancias por las que ha atravesado su sector, este industrial de la madera se muestra optimista sobre el futuro que aguarda a este material. Aunque el pvc ha desplazado a la madera en la carpintería exterior, son muchos los usos en que resulta insustituible en las viviendas, tanto por estética como por prestaciones acústicas o térmicas, “La madera –señala García Salomón– continúa teniendo sus cuotas de mercado y sigue siendo importante; sólo tenemos que fijarnos en otros países de Europa. Te da un confort que otros materiales de construcción no tienen”, defiende. Un criterio que está muy vigente en los países del norte de Europa y que en regiones con un clima atlántico, como el de Cantabria, debería dar más protagonismo a la madera en la construcción.