Los asegurados ahorran en los riesgos

Por primera vez en una década, están disminuyendo las primas de los seguros de automóvil. Pero, por novedoso que sea este dato, no tiene nada de sorprendente a la vista de lo que está ocurriendo en el sector de la automoción, que ha visto descender drásticamente las ventas, y sobre el bolsillo de los consumidores, obligados a reducir gastos para llegar a fin de mes. Como obligatorio que es, el conductor no puede prescindir de este seguro para circular –aunque se calcula que unos 400.000 vehículos circulan en España sin seguro–, pero sí busca la forma de abaratarlo.
La rama del automóvil siempre ha sido la más propensa a las guerras de precios ya que, a diferencia de otros riesgos, los clientes suelen comparar las tarifas del mercado en busca de la póliza que le ofrezca mejores condiciones económicas. Pero los cambios de compañía han crecido más que nunca en los últimos meses, porque las primas en nuevas contrataciones pueden resultar hasta un 14% más baratas según la aseguradora que se elija.
La mayoría de quienes optan por no renovar con su compañía recurren a otra más barata y, por lo general, a los seguros directos que pueden contratarse a través del teléfono o de internet, lo que ha disparado los resultados de algunas de estas aseguradoras de machacona publicidad televisiva.
Los expertos advierten, no obstante, que en caso de siniestro no todos los productos ofrecen las mismas garantías, de modo que lo barato puede resultar caro. Otra forma más arriesgada de ahorrar en el seguro del coche que comienza a generalizarse es la de rebajar las coberturas de la póliza y bastantes de los que tenían un seguro a todo riesgo han pasado a contratar sólo a terceros.
No todos los conductores están dispuestos a prescindir de las máximas coberturas, pero incluso en este caso optan por las pólizas con franquicia, una fórmula que supone una prima menos onerosa a cambio de que el cliente se implique más en el pago de los daños en caso de producirse un accidente.
El descenso del número de vehículos asegurados también explica la pérdida de ingresos en el seguro del automóvil, cuyas primas han descendido un 7,3% en los tres primeros meses del año, una caída que ha afectado a siete de cada diez compañías que operan en este ramo.
Que se aseguren menos vehículos que antes es una cuestión que tampoco puede extrañar, ya que han descendido radicalmente las nuevas matriculaciones y muchos coches se están quedando aparcados en el garaje debido al esfuerzo de sus propietarios por evitar gastos superfluos. En este sentido, son numerosas las familias que han dejado de utilizar el segundo coche porque han perdido el empleo y ya no lo necesitan para trabajar o que se ven obligadas a prescindir de él para ajustar su presupuesto.
La mala evolución de las empresas de transportes también colabora en la caída de ventas de este seguro, dado que, ante el descenso del volumen de negocio, están optando por achatarrar sus vehículos más veteranos para reducir las flotas.

Mantenerse con los seguros obligatorios

En esta ocasión, el ramo de no vida no ha logrado compensar el bajón en los seguros del automóvil, a pesar de las discretas subidas en la facturación de algunos productos tradicionales, como las pólizas de multirriesgos (4,7%) o las de salud (5,7%). Según la directora de Segurcantabria, Silvia Rodríguez, está descendiendo la venta de algunos productos destinados a un cliente de capacidad económica media, como los seguros hospitalarios o los de accidentes y, sin embargo despuntan las pólizas de salud privada, con las que personas que perciben un salario medio mensual superior a 1.800 euros buscan evitar las listas de espera del sistema público.
Los seguros de vida, por su parte, han aumentado a un ritmo cercano al 5%, pese a que, como añade la directora del operador de bancaseguros de Caja Cantabria, “siguen sin estar demasiado implantados en nuestra cultura y suelen estar ligados a préstamos hipotecarios de entidades bancarias, que son las que han creado esta necesidad social”.

Demasiados riesgos

Las aseguradoras conciben hoy como una amenaza lo que no hace mucho vieron como una oportunidad de negocio. Si hace apenas unos meses depositaban sus esperanzas en la venta de seguros de crédito para que las empresas puedan hacer frente a los posibles impagos de su cartera de clientes, el creciente aumento de la morosidad y los cada vez más habituales procesos concursales hacen que muchas de las compañías de seguros ahora ni siquiera se molesten en valorar esos riesgos, sobre todo, si pertenecen a sectores tan tocados por la crisis como el inmobiliario.
Aunque se siguen contratando seguros de crédito en ámbitos profesionales como el de la alimentación o, incluso, el de la automoción, las aseguradoras rechazan casi todas las operaciones de cobertura para riesgos de cobro que solicitan proveedores del sector de la construcción.
Es como si el problema de la morosidad se hubiera vuelto en contra de las propias compañías, que temen excederse a la hora de respaldar operaciones de cobro por miedo a verse afectadas ellas mismas: “Es como comprar siniestros. No se puede apostar por algo que de antemano sabes que vas a perder”, dicen.
El resultado de este comprensible empeño del sector por mantener el equilibrio entre las primas que recauda y la siniestralidad es la desatención de un mercado: hay una gran demanda de empresas que buscan blindarse ante los impagos pero pocos dispuestos a ofrecerles ese servicio.
Los seguros de crédito no son la única víctima que el parón del ladrillo se ha cobrado sobre el mercado asegurador. También ha caído estrepitosamente –se calcula que hasta un 90%– la venta de otros productos vinculados al mundo de la construcción como el seguro decenal, que suscriben las promociones nuevas y que cubre los desperfectos de la edificación durante diez años, y el todo-riesgo de la construcción, que cubre los daños a una obra o los que pueda sufrir un tercero en el transcurso de su ejecución.

Seguros de alquiler

Ante este desolador panorama, solo parecen salir a flote, aunque con dificultades, los seguros obligatorios como el del coche, o muy habituales, como el del hogar –exigido con la firma de una hipoteca–, pero también éste ha quedado muy mermado en su facturación por el descenso en la venta de viviendas nuevas.
Ahora bien, el sector todavía está a tiempo de sacar partido al parón inmobiliario a través de los seguros de alquiler, destinados a promotores que han optado por esta fórmula para dar salida a las viviendas que no pueden vender. Estas pólizas le cubren al propietario del inmueble los desperfectos causados por los inquilinos o el riesgo de no cobrar la cuota mensual de alquiler.
Es posible que, como expresaba recientemente la presidenta de la patronal española del sector asegurador, Pilar González de Frutos, “lo peor todavía no haya pasado y el sector del seguro entre en recesión este año”, pero, aunque sea uno de los mercados más sensibles a los cambios sociales, es también uno de los más hábiles para aprovechar las oportunidades que le brindan los nuevos tiempos.

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