“No es posible que el precio de la electricidad esté al margen de la evolución de los combustibles”

Pregunta.– En teoría, en España tenemos un sistema eléctrico holgado para las necesidades del consumo ¿Por qué hemos sufrido momentos de apuro a comienzos del verano?
Luis Atienza.– La demanda punta se ha disparado. La del pasado invierno fue la que los planificadores preveían para 2008 y en Andalucía, para 2011. Además, a comienzos del verano se han unido varias circunstancias. Ha habido dos grupo nucleares fuera de servicio (Vandellós II y Cofrentes) y estos 2.000 Mw de indisponibilidad no prevista castigaron al sistema. Entraron en servicio grupos térmicos viejos, que se estropean con frecuencia y eso mantuvo una indisponibilidad técnica de 7.500-8.000 Mw, lo cual es una barbaridad. Si a esto se añade que más de 9.000 Mw hidráulicos estaban sin agua para poder operar y que los 8.500 Mw eólicos estaban aportando apenas 400 por falta de viento, o las dos líneas de Levante y Aragón que nos tiraron por accidentes, podemos hacernos una idea.
Afortunadamente, nuestro sistema es robusto y gestiona estas dificultades de forma razonable. Pero el sector eléctrico es demasiado importante para vivir en un ay. El sistema necesita recuperar holgura. Por decirlo de una forma gráfica, necesitamos tirantes y cinturón.

P. ¿En el sector de generación eléctrica también hay modas? ¿Estamos en la época de las centrales de ciclo combinado y los parque eólicos?
R.–Nuestro parque de generación es bastante diversificado y equilibrado, pero es cierto que eso es fruto de varias inversiones monotemáticas que se han vivido en España a lo largo del tiempo: la del carbón, la hidráulica, la nuclear y la del gas. Pero todo ello ha acabado por producir un sistema más diversificado que el europeo. En cuanto a la energía eólica, resulta algo más cara, pero es una opción política y social y el gas es cierto que es la energía de moda en casi todo el mundo.
P.– ¿Tenemos una red de transporte eficiente? ¿Cuánto se pierde por producir la energía en unos puntos geográficos y llevarla a centros de consumo que, por lo general, se encuentran muy alejados?
R.– El transporte representa un 5% del precio final medio del kilovatio y es uno de los más baratos de Europa. Red Eléctrica fue la primera compañía del mundo especializada en transporte y, de hecho, la segunda, la inglesa, fue hecha a imagen nuestra. La nuestra fue realizada ex novo, por eso es tecnológicamente más avanzada y más eficiente que las de otros países. Además, la compra, sin personal, de los tendidos de 220 que le quedaban a Iberdrola y Viesgo nos va a permitir rediseñar los equipos y mantener una productividad muy alta.
Las pérdidas de energía en el transporte son aproximadamente un 1,5%, bastante menos de las que se producen en la distribución.

P.– El gran proyecto de Red Eléctrica en Cantabria es la línea Soto de Ribera-Penagos-Güeñes, que lleva quince años de gestación. ¿Cuánto tiempo cree que se demorará aún?
R.– En la línea Penagos-Güeñes ya tenemos la Declaración de Impacto Ambiental. La autorización administrativa probablemente estará para finales de verano y a lo largo de 2006 espero que terminemos la construcción. Hacia Asturias, aún estamos pendientes de la Declaración de Impacto Ambiental. Quizá la tengamos en breve. La autorización administrativa podría tardar unos tres meses más.

P.– Cuando se produce un problema como éste, sólo se pueden sacar dos conclusiones: o están mal hechas las regulaciones legales o Red Eléctrica ha cometido muchos errores de procedimiento. ¿Cuál es su opinión?
R.– Desde que se empieza a plantear una línea se intentan definir al menos tres pasillos, entre los técnicos y la administración local. Con ello se hace una memoria resumen que va al Ministerio de Medio Ambiente, que lo pasa a cuantos pueden tener algún interés (ayuntamientos, ecologistas, comunidades autónomas, etc.). De ahí salen sugerencias que nos envían a Red Eléctrica. Con ello hacemos el estudio de Impacto Ambiental, apostando por una de las alternativas, sin desechar las otras.
Hay que tener en cuenta que los procedimientos son extraordinariamente largos, teniendo en cuenta el carácter vital y estratégico que tienen este tipo de infraestructuras para la calidad de vida de los territorios. El más corto de los trámites lleva de cuatro a cinco años de procedimiento administrativo.
Los medioambientales son aún más complejos. Hay elementos con suficiente margen de interpretación como para alargar por vía judicial hasta hacerlos eternos. Nuestros procedimientos son muy garantistas y eso es bueno, pero quizá no atiendan suficientemente los intereses colectivos. Y es cierto que se han podido cometer errores de procedimiento, que han abierto el flanco a las estrategias obstruccionistas.
Pero que el procedimiento administrativo de una línea lleve cuatro o cinco años es una barbaridad para un país que crece el ritmo del nuestro y produce un cuello de botella. En condiciones normales, una línea tarda de seis a ocho años en ponerse en servicio, cuando la construcción sólo lleva de doce a dieciocho meses.
Estoy convencido de que la medida más importante para el desarrollo económico español sería simplificar el procedimiento administrativo y no estoy pidiendo con esto que se reduzcan los plazos.

P.– ¿Por qué suscitan tanto rechazo los nuevos tendidos?
R.– Hay dificultades de aceptación de las infraestructuras que no son utilizadas directamente por el ciudadano. Esta escasa aceptación social en lugares donde la demanda eléctrica no crece, como EE UU, el Reino Unido o Francia plantea problemas menores, porque tienen la posibilidad de aprovechar al máximo el sistema existente, pero nosotros, con un gran aumento del consumo de segundas residencias y la implantación de industrias avanzadas, con mayor consumo eléctrico, no tenemos alternativas.
Este año, la demanda punta se ha incrementado un 15% y el consumo un 7%. Las costuras se nos resienten.

P.– El sistema de transporte eléctrico está pensado para una época en que las centrales se hacían allí donde había minas, saltos de agua o centrales nucleares, siempre lejos de los centros de consumo. Ahora es posible instalar las nuevas centrales de ciclo combinado cerca de donde se va a consumir la energía y, por tanto, reducir las necesidades de transporte, en las que se pierde energía. ¿Cabría pensar en racionalizar la red?
R.– Las nuevas centrales de gas es verdad que se hacen más cerca de los centros de consumo, donde hay más desequilibrio entre generación y demanda, menos en Madrid, donde parece casi imposible que se haga una central de ciclo combinado.
Nosotros hacemos la simulación de las necesidades que se producen con las nuevas centrales de generación y de consumo para el diseño de las redes. Pero en el caso la red del Cantábrico no estamos hablando del futuro, sino del pasado. Hace tiempo que tenía que estar funcionando. La garantía de calidad de suministro exige que todas las comunidades autónomas estén suministradas desde una red mallada de 400 kV. Ese objetivo se consiguió, excepto en unos pocos puntos, y cerrar el eje del Norte permite cubrir las necesidades de evacuación de la Cornisa y dar más versatilidad al suministro. También podrá absorber la punta de demanda, evacuar la energía de las centrales de ciclo combinado que se van a construir aquí y evitar los guiños de tensión que se producen por mala calidad del suministro, que ya no son comprensibles.

P.– ¿Agilizaría los tendidos el establecer un sistema de compensaciones para los ayuntamientos afectados?
R.– Trabajamos con unidades de compensación social, pero eso no se plantea sólo en términos económicos. Para quienes viven en un valle aislado y tienen una mala calidad de suministro, la mejor compensación es tener energía suficiente.

P.– ¿Por qué cree que de Red Eléctrica está teniendo tanto atractivo en Bolsa?
R.– Los analistas han percibido claridad en la orientación estratégica de la empresa. Hemos abandonado el negocio de las telecomunicaciones, que han drenado beneficios. Además, es una empresa muy atractiva. Es estable, como todas las reguladas; es rentable, con una política de dividendos atractiva y, a diferencia de las europeas, está aún en fase de crecimiento, porque estamos terminando de comprar el resto de la red de transporte y por el incremento de la demanda eléctrica. Tiene las tres ventajas. Además, es una de las empresas europeas más eficientes en el transporte.

P.– ¿Permanecerá el Estado siendo accionista de referencia?
R.– El Estado seguirá siéndolo, aunque somos una de las empresas del sector que más ha avanzado en la liberalización. El Estado tiene el 28% y bajará al 10%. El proceso de maduración de los mercados eléctricos es aún incipiente y es razonable que el Estado mantenga un ojo puesto sobre el sistema.

P.– Las industrias se han quejado de la interrupción del suministro que se produjo en junio. ¿Es de temer que se produzca en más ocasiones? ¿Realmente, la insuficiencia del sistema eléctrico es un problema coyuntural o es estructural como ellas dicen?
R.– La interrupción del suministro en caso de necesidad está dentro de la cláusula del contrato que tienen firmado y si no se aplicase nunca sería un derroche para el sistema eléctrico. Querría decir que el sistema se habría desmesurado. Es un contrato con contrapartidas para las dos partes. Evita tener que dimensionar el sistema para las puntas de demanda de unas pocas ocasiones y, a cambio, el consumidor obtiene unas rebajas de precios muy importantes.
En toda Europa la interrumpibilidad se aplica mucho más frecuentemente y es lógico que sea así, porque es lo que aporta eficiencia al sistema eléctrico. Los contratos son voluntarios y están para ser usados.

P.– Las eléctricas parecen tener más interés por la generación que por la distribución, donde dicen haberse quedado sin márgenes. Podemos encontrarnos con una situación paradójica, que tengamos un buen número de centrales eficientes, como las que se están construyendo, que contemos con buenas líneas de transporte y que, no obstante, la calidad del servicio para el consumidor empeore, como está ocurriendo en Cantabria, donde hay polígonos industriales sin atender, porque las eléctricas no invierten lo suficiente en la red de distribución?
R.– Nadie se ha quedado sin alimentación eléctrica por el retraso en nuestras inversiones. Es un problema de garantía del suministro, no de alimentación. Pero es verdad que las retribuciones de la distribución no han incentivado las inversiones. No es posible que los precios al consumidor estén al margen de la evolución del mercado mundial. Todos los combustibles se han duplicado y, sin embargo, la electricidad en España sube un 2%.

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