La caja AFRONTA LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE DE SU HISTORIA

Las alianzas entre cajas de ahorros no están resultando fáciles y Caja Cantabria lo ha comprobado. La entidad no desea llegar más allá de una fusión virtual, lo que técnicamente se conoce como SIP (Sistema de Protección Institucional). Eso le permite conservar no solo la marca y el territorio, sino también la personalidad jurídica. La integración se hará bajo la forma de banco y no de caja, y en esta nueva entidad se consolidarán las cuentas de todas las que se alíen. A partir de ese momento tendrán un único rating y compartirán los principales servicios financieros, por lo que individualmente necesitarán menos plantilla.
No será sencillo encajar todas las piezas, porque hay menos almas gemelas en este sector de lo que parece y algunos matrimonios están siendo forzados por los tutores de los contrayentes, los gobiernos autonómicos, que prefieren la integración de sus cajas regionales, aunque hasta ahora hayan sido competidoras y, en algunos casos, mantengan importantes rencillas. Pero todo puede pasar, incluso que alguna de estas integraciones forzadas se desintegre, porque son las asambleas de las cajas las que tienen la última palabra y van a dar más de una sorpresa.
Caja Cantabria sólo tiene la posibilidad de unirse a entidades de otras regiones y, por ese motivo, no tenía nada que esperar. Salió muy pronto a establecer contactos y ha comprobado que en el resto del país tiene una imagen claramente positiva, como ocurre con la región o con su presidente. La prueba es que ha recibido invitaciones para formar parte de todas las integraciones de cajas que se han planteado hasta el momento.
Si las ha rechazado es porque busca un perfil concreto de aliados y la mayoría de las cajas que se ajustan a ese perfil son piezas que están todavía sobre el tablero de juego: Caixanova, Ibercaja, Cajamurcia, Caja Extremadura, Caja Rioja, Caja Granada, Caja Asturias (que a pesar de haber absorbido la CCM no queda al margen de este juego de integraciones), Unicaja e, incluso, las tres cajas vascas, las más sanadas del país.
La entidad cántabra no tiene tamaño suficiente para actuar como catalizador de un grupo de semejante tamaño, que ocuparía el tercer lugar en el ranking nacional de cajas y el quinto entre las entidades financieras del país, por encima del Banco Popular, pero sí es una pieza con notable influencia sobre otras, que se han vinculado a la decisión que tome la Caja cántabra.
En el sector se baraja, incluso, la posibilidad de que dos cajas catalanas, Penedés y Laietana, que no parecen muy cómodas con la fusión intrarregional que impulsa su gobierno, se acerquen a la opción de la entidad cántabra. Algo parecido ocurriría con Caja Burgos, que aparentemente ha optado por la alianza encabezada por Cajanavarra y Cajacanarias pero que aún podría bascular hacia el grupo de Cajacantabria. En este caso, el movimiento arrastraría a otras dos cajas castellanas más pequeñas, Caja Ávila y Caja Segovia, muy reacias a integrarse en la sociedad de Caja España y Caja Duero impulsada por el gobierno castellanoleonés.
El encaje de un puzzle tan complejo no resulta sencillo, porque depende de la decisión de los órganos de gobierno de cada entidad y de algunas decisiones previas, especialmente de que se produzcan o no las integraciones intrarregionales que los gobiernos gallego y catalán pretenden. En cualquier caso parece muy probable que el grupo en el que se integre la caja cántabra reúna los 100.000 millones de euros de volumen de negocio que pretende (pueden llegar a ser bastantes más) y alcanzar una posición muy fuerte en una docena de autonomías, además de contar con un número muy significativo de oficinas en las cinco restantes, especialmente en Madrid, de donde no procederá ninguno de los socios pero sí tienen representación la gran mayoría.
En Madrid estará la sede del banco que crearán las cajas asociadas, una entidad con capacidad para prestar servicios financieros plenos a todo el grupo. El banco canalizará las grandes operaciones que las asociadas no pueden hacer individualmente, y será el titular de los servicios centrales, entre ellos el soporte tecnológico. Eso no quiere decir que estos servicios estén físicamente ubicados en la capital de España, sino que podrían ser repartidos por las sedes de las cajas integrantes dado que para algunos de ellos, como el de auditoría, el emplazamiento no es relevante.
Puede parecer extraño que se haya decidido el dónde –Madrid– o el cómo –un banco– sin saberse aún el quiénes, pero el tiempo apremia y quedan muchos otros problemas por resolver. El principal será resolver la cuota que le va a corresponder a cada entidad en el capital del futuro banco. Si adquiere la dimensión mencionada, la participación de Caja Cantabria debería estar en torno al 10%, aunque la entidad cántabra aspira a un porcentaje significativamente mayor por el hecho de que su cartera de créditos está más saneada que la media y sus ratios de eficiencia y productividad son buenos. Un punto arriba o un punto abajo en el reparto final no parece tener mucha importancia en estos momentos, pero la tendrá en el futuro, a la hora de distribuir los beneficios o la dotación de las Obras Sociales.
Cuando esté el terreno de juego quede definitivamente perfilado, lo que va a ocurrir antes de finalizar el mes de marzo, y se supere otro de los escollos, el de los ajustes laborales y cierres de oficinas que serán necesarios en cada caja tras la integración, una buena parte del protagonismo pasará al equipo directivo designado para el futuro banco. Hay partidarios de que para los primeros pasos, los más duros porque habrá que imponer disciplina a los asociados con peores ratios, se busquen ejecutivos ajenos a las cajas que participen en el acuerdo. Esto tampoco está exento de problemas: un director general de una caja de ahorros mediana cobra alrededor de 300.000 euros al año. Para fichar a un cargo de un nivel equivalente en un banco, que parece el único caladero donde encontrar un ejecutivo con el perfil necesario, será necesario pagar el doble.

Los márgenes se estrechan

El Banco de España ha vuelto a instar a las cajas a que aceleren estos procesos de concentración y amorticen oficinas. Y es que las perspectivas inmediatas no indican que pueda haber más negocio, sino menos. Caja Cantabria, que ha sido muy comedida a la hora de abrir oficinas fuera de la región no tendrá que someterse a una poda severa, pero en otras cajas va a ser imprescindible. La casi desaparición del crédito al promotor deja sin justificación muchas sucursales cuya razón de ser estaba en captar compañías inmobiliarias, lo que producía un alto volumen de negocio en una sola operación, y aportaba muchos clientes particulares a medio plazo, al subrogarse los compradores de las viviendas la hipoteca formalizada por el promotor.
La caída del negocio de estas oficinas coincide con un hundimiento de los tipos de interés, que ha estrechado los márgenes de la operativa diaria. Aunque inicialmente los amplía, puesto que las hipotecas tardan en revisarse algunos meses más que los depósitos remunerados, el proceso de actualización de los tipos está ya casi completado y los márgenes entre los intereses que se cobran y los que se pagan vuelven a ser muy pequeños. Una hipoteca vinculada al euribor que en octubre de 2008 se revisaba al 6%, doce meses después bajaba a poco más del 2%. Los efectos sobre los beneficios de una reducción semejante en los márgenes quizá se hubiesen podido compensar años atrás, cuando el negocio crecía muy deprisa y apenas había morosidad, pero no ahora.
Afortunadamente para las cajas y bancos, el ensanchamiento inicial de los márgenes, que se produjo en el primer semestre del año pasado, les permitió hacer importantes provisiones para cubrir la morosidad que afloró a lo largo de 2009. Esas ubres ya se han secado y el incremento de la mora en 2010 no sólo se comerá gran parte de los excedentes, sino que es posible que algunas cajas acaben el año en pérdidas, lo que no tiene por qué resultar dramático, si se tiene en cuenta que muchas empresas de otros sectores pasarán por la misma circunstancia.

Apremiantes vencimientos de deuda

No es la única nube sobre el horizonte. Las cajas tendrán que devolver este año nada menos que 30.734 millones de euros, como consecuencia de los vencimientos de la deuda que han emitido con profusión en los últimos tiempos. En vista de que el sector está lejos aún de recuperarse, reintegrar ese dinero va a suponer un problema añadido para las entidades de ahorro y puede provocar nuevas restricciones de crédito. Aunque la parte que le corresponde a Caja Cantabria de estos 30.000 millones es pequeña, no lo es tanto en proporción a su volumen de negocio, ya que supone unos 500 millones de euros, si bien esta cantidad no llega al 5% de los recursos que maneja.
La entidad cántabra tendrá que afrontar vencimientos por importe de 1.200 millones de euros hasta finales de 2012 y, aunque pueda cubrirlos con nueva financiación, las condiciones serán más duras. Aunque España consiguió que Bruselas le autorizase a mantener durante seis meses más las garantías públicas para las emisiones de deuda –debían haber concluido el 15 de diciembre– la bajada de los ratings del país y de las propias entidades obligará a pagar más por estas emisiones.
El negocio financiero propiamente dicho tampoco va a dar muchas alegrías. Cajas y bancos disponen de simulaciones muy exactas sobre lo que puede ocurrir tanto en el ejercicio en curso como en el siguiente –la mayor parte de los compromisos en los activos y en los pasivos están estipulados– y hace muchos meses que estos simuladores alertaban de que 2010 sería mucho peor que 2009.
En el caso de Caja Cantabria, el beneficio podría llegar a reducirse en una tercera parte, de no compensarse el descenso que se ha producido en los márgenes con un sustancial aumento del negocio, algo muy improbable, incluso en el caso de que aparezcan los manoseados brotes verdes. En otras entidades las cosas pueden ir bastante peor. El presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros, Juan Ramón Quintás, ya advirtió a mediados del pasado año de que, en 2010, las cajas y bancos que forman el sistema financiero español tendrían pérdidas en su conjunto.

Un terreno por explorar

Este escenario preocupante ha servido para acabar de convencer a las cajas de que el tiempo de las alianzas apremia. Finalmente van a dar el paso más importante desde su creación –y muchas de ellas tienen más de un siglo– pero lo harán sin conocer muy bien el terreno que han de pisar, porque, en realidad, está por explorar. Tanto que ninguna de las muchas consultoras que se están ofreciendo para tutelarles en esta aventura se ha presentado con una estrategia previa.
Para llevar a cabo las fusiones virtuales van a ser imprescindibles algunos cambios legislativos, mucha capacidad de entendimiento entre directivos que hasta ahora eran rivales encarnizados y no poca comprensión por parte del Banco de España, porque de lo contrario, el proceso no superará los obstáculos que se encontrará enfrente.

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