Requejada se especializa en grandes piezas

Desde que en 1984 Julio Cabrero adquirió el puerto de Requejada a AZSA, la actividad de este pequeño puerto comercial tierra adentro se ha revitalizado. Cabrero, defensor desde los años 60 de la necesidad de construir en Requejada el gran polígono industrial de Torrelavega, estaba convencido del futuro de la gran marisma que forma la Ría de Suances, con ferrocarril de vía ancha y vía estrecha y al borde de una carretera nacional que hoy es autovía.
El puerto languidecía entonces como consecuencia del escaso calado de la Ría y la falta de interés de su adjudicataria –la Real Compañía Asturiana primero y AZSA después–, pero también acabó por resultar estratégico. Al hacerse con la propiedad, Cabrero trasladó la industria de refino de azufre que tenía en Polanco al mismo puerto, lo que le permite atender las estibas con este personal. Esta circunstancia y una nueva generación de barcos de escaso calado preparados para navegar por los canales centroeuropeos, dieron nueva vida al Muelle, como se conoce en la zona, que el año pasado recibió 69 barcos (un 43% más que el anterior) y movió 70.000 toneladas, una cifra muy modesta en comparación con las que manipula la red de puertos del Estado, pero significativa por el tipo de tráficos, dado que resuelve problemas logísticos a varias industrias de la zona que de otra manera tendrían difícil solución. Es el caso de las grandes piezas y, en concreto, de los tanques cerveceros que Landaluce fabrica para empresas de todo el mundo y cuyas enormes dimensiones hacen imposible su traslado por carretera a Santander.
En otros casos, la elección de Requejada es consecuencia del valor de las mercancías, que exigen un mimo especial en el trato que no todos los puertos pueden garantizar. Eso ocurre, por ejemplo, con las espectaculares palas de aerogeneradores que llegan periódicamente desde Holanda para ser instaladas en parques eólicos españoles. Cada una de estas palas, de 34 y 38 metros de longitud (el equivalente a un edificio de doce pisos) y con un diámetro de dos metros, parece una gigantesca trainera boca abajo sobre la campa del puerto, donde además del inverosímil tamaño destaca la ingeniería de curvaturas y perfiles de su diseño, destinada a aprovechar al máximo la energía del viento.
Requejada mueve también los generadores eólicos que fabrica la reinosana Cantarey, pero, curiosamente, en sentido contrario, dado que su destino es Holanda.
No es la única paradoja. Un puerto que durante años embarcó grandes cantidades de alambrón fabricado por Global Steel Wire para Gran Bretaña y Alemania, ahora va a ser la puerta de entrada de alambrón europeo para una empresa española que lo comercializará aquí.
Otros tráficos significativos de Requejada son la madera de pino sueca que importa Armando Alvarez, o las grandes balas de turba que periódicamente llegan de Estonia. En las salidas, también son significativas la sepiolita que se envía a Inglaterra y la celulosa de Sniace.

Cambio de competencias

El principal problema del puerto sigue siendo la histórica falta de calados que reduce los movimientos a barcos de 1.000 a 2.000 toneladas de registro y, en algunas grandes mareas, hasta las 3.000. La situación puede cambiar si pasan a la autonomía las competencias, que ahora están en la Demarcación de Costas del Estado, como han pedido recientemente en el Parlamento Regional los tres partidos representados (PP, PSOE y PRC). En ese caso, la Consejería de Obras Públicas, que ya ha realizado importantes obras en Suances para construir un puerto pesquero, previsiblemente actuaría sobre el resto del curso de la Ría. El objetivo más inmediato de la familia Cabrero, propietaria del puerto, es conseguir al menos tres pies más de calado (aproximadamente un metro) y el balizamiento de la canal.
Aún con estas mejoras, quedaría por solucionar el problema de la barra, el lugar del lecho marino donde se encuentran las corrientes del mar con los flujos de la Ría, depositando las arenas, un obstáculo natural peligroso e imprevisible, dado que cambia permanentemente de lugar y exige una inspección diaria del práctico. La navegabilidad del canal de entrada sólo se podrá solucionar con unas obras de infraestructura muy importantes para modificar los flujos en la bocana, una inversión costosa, aunque los resultados no sólo afectarían al tráfico mercante, sino que también repercutirán sobre el puerto pesquero de Suances, que a pesar de estar mucho más cerca de la desembocadura no se libra de esta trampa de arena, que llega a condicionar la entrada y salida de sus barcos.

El futuro de la Ría

En cualquier caso, todas las opiniones de la zona coinciden en que las posibilidades de la Ría de Requejada están aún por ver y se conocerán en el momento en que se concluyan las obras de saneamiento integral de las comarcas del Saja y Besaya, cuyos ríos confluyen en ella, y la depuradora de Sniace. A priori, todo indica que la Ría tendrá unos usos para el ocio aún más significativos que los comerciales, dado que es el eje fluvial de un entorno de 150.000 personas, el más poblado de la región después del que conforma la bahía de Santander. Las grandes ensenadas que se forman en sus meandros parecen inevitablemente destinadas a los deportes acuáticos –aunque una de ellas va a ser casi completamente ocupada por la depuradora– y a propiciar la aparición a su alrededor de nuevas zonas residenciales.

Un caso único

El puerto de Requejada nunca será un competidor del puerto de Santander, pero sí ha captado algunos tráficos que se canalizan en barcos de pequeño tamaño, como las ferroaleaciones. Sus bajos costos de operación y las garantías que ofrece ante productos de alto valor han sido sus puntos fuertes y, probablemente el secreto de su supervivencia como un caso único en España. La mayor parte de los puertos de interior creados en el siglo XIX por las compañías mineraleras desaparecieron cuando se acabó el mineral o cuando los barcos pequeños dejaron de ser rentables para ese tipo de tráficos. El puerto de Requejada había nacido mucho antes, con el transporte de los cereales castellanos, pero esa utilidad también desapareció hace muchas décadas. No obstante, ha sabido encontrar otras oportunidades.
El caso no es tan insólito en otros países europeos. En Gran Bretaña hay dos docenas de puertos semejantes y en los Países Bajos, hay incluso grandes flotas de barcos preparados para estas navegaciones de interior, aprovechando su gran red de canales. Buques de muy poco calado, que sin embargo también pueden navegar en mar abierta con cierta seguridad gracias a unos estabilizadores laterales, y con puentes de mando que descienden mecánicamente como si el barco metiese la cabeza entre los hombros, para pasar por debajo de otros puentes, los muchos que se encuentran en las singladuras por tierra firme. Algunos de estos buques llegan a Requejada y han garantizado la continuidad de un puerto que, por la natural evolución de los tráficos marítimos hacia buques cada vez más grandes, de otra forma hubiese visto muy comprometida su permanencia.

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