El futuro de Torrelavega

Hablar de Torrelavega –aún hoy continúa ocurriendo–, era referirse implícitamente a su posicionamiento como núcleo industrial, donde la prosperidad de otrora supone un punto de comparación casi permanente. Después, llegó la también repetida crisis, en la que –a título de ejemplo– se perdieron 7.210 puestos de trabajo en el periodo 81-91. Del total de paro registrado en las oficinas de la capital del Besaya en diciembre de 1990, 5.175 personas, el 17,45% procedía del sector secundario, donde también se ubicaba gran parte del PIB local. En el mismo periodo, en Cantabria se perdieron 9.600 puestos de trabajo en el sector industrial; mientras, la crisis industrial también había calado en España pero en menor medida, pues en el mismo periodo se perdieron 226.600 empleos (el 7,26% del empleo industrial).
Esta comparación muestra sin ambages, que la crisis industrial afectó más profundamente a Cantabria y, sobre todo, a Torrelavega.
Huelga decir el impacto que tuvo en una economía acostumbrada a ciertos niveles de renta, y que se tradujo en una reducción de la vitalidad ciudadana, del nivel de optimismo, con su impacto lógico en la actividad de otros subsectores (qué decir de la influencia sobre el comercio minorista torrelaveguense).

Evolución del entorno económico

A partir de ahí, se pasó de una economía abierta hacia la región y a España, a una estructura de red local y regional, donde –sin estar básicamente preparados– muchos empresarios se enfrentaron, sin solución de continuidad, a un sensible incremento de la competencia.
En este contexto, ya en la década de los 90), se aceleró la evolución de la estructura económica y laboral, potenciándose el sector terciario, con un sensible trasvase de empleos desde los sectores básicos e industriales.
Torrelavega, además, empezó a enfrentarse –sin ser quizás consciente de ello– a otra realidad: la competencia interterritorial. Del clásico status quo, donde Santander y Torrelavega avanzaban por caminos paralelos, se ha pasado a una gran competencia entre un buen número de localidades, como ocurre entre regiones:
n Se potencia el arco de la Bahía; y se acentúa la centralidad de Santander desde el hecho autonómico.
n Crecen nuevos asentamientos demográficos (Bezana, Astillero, Piélagos…).
n Diversos ayuntamientos –además del Gobierno Regional–, compiten por captar inversiones, actuaciones en infraestructura, etc, que los dinamizarán social y económicamente.

Un «doble vacío»

Mientras se esperaba y demandaba volver a tiempos anteriores, se producía un doble vacío: No había recambios a la crisis industrial y distintos agentes sociales se preguntaban quién debería asumir el liderazgo de la mejora económica.
Unos volvían –y aún todavía ocurre– la mirada hacia el Ayuntamiento, esperando fuera el regenerador industrial; otros empezaron a organizarse en asociaciones empresariales basadas en pymes y microempresas –con su dificultad para abordar iniciativas inversoras, si bien unificaron voces y plantearon soluciones muy concretas–.
Por otra parte, las nuevas inversiones regionales se ubicaban en los lugares que les ofrecieran un valor añadido atractivo para afrontar la competencia interterritorial (suelo industrial, subvenciones, buenas comunicaciones, decisiones políticas, etc.). Y, en paralelo, en Torrelavega –con una mano de obra muy cualificada (superior a la media regional)-, se fraguaba un progresivo cambio sociocultural, además de una atomización social, más o menos disgregada, no tanto por factores políticos, sino como resultado de algo más profundo y anterior.

La comarca del Besaya

Siempre se ha hablado de comarca del Besaya, pero ¿qué queda de ella? ¿continúa siendo relevante esta realidad? Si teóricamente esta situación aún persistiera, ¿podría aplicarse la aprobada Ley de Comarcas de Cantabria y desarrollarla en el que pudiera ser su mejor ejemplo de referencia?
En opinión de este equipo consultor –y de otras fuentes, muchas de las cuales han tenido traslado a los medios de comunicación–, Torrelavega podría tener serias dificultades para asumir el cambio de su estructura económica anterior, cambio quizás aún insuficientemente aceptado, con ausencia de un modelo de desarrollo y sin tener claro «hacia dónde debe dirigirse».
Es una situación habitual en muchas localidades antes prósperas que guardan una memoria histórico-económica de lo que fueron y querrían recuperar. La cuestión está en reflexionar –y esto pretenden esta líneas–, sobre el modelo de desarrollo socioeconómico que defina la Torrelavega del siglo XXI: si debe recuperarse la tradición industrial, si debe avanzarse decisivamente hacia la sociedad terciaria, si Torrelavega debe redefinir su área de influencia (caso de precisar tenerla), si –en definitiva– necesita una forma concreta de progresar aprovechando sus oportunidades. Quizás aquí podríamos recordar aquello que decía Peter Drucker: «dirigir una sociedad (él se refería a una empresarial) no es resolver problemas, sino aprovechar oportunidades».
Lo que sí parece obvio es la necesidad de abrir un proceso de reflexión, para lograr unos objetivos, sin quedarse en el mero diálogo, y siempre alejándose de planteamientos academicistas y teóricos que no aportarían sino confusión, y ralentizarían todo el proceso.

Evolución demográfica

En Torrelavega se produce un hecho muy significativo y relevante: la población ha sufrido un retroceso. En 1981 había empadronadas 56.490 personas, 60.023 en 1991, y 57.493 en la actualidad. La evolución ha sido negativa desde el año 91, produciéndose el mayor decrecimiento en el período 91-96 (–3,04%), si bien entre 1998 y el 2000 podríamos hablar de estabilización, con una tendencia negativa más suave (–0,35%). Todo ello en un contexto de apenas un crecimiento global del 1,42% en 20 años (1981-2000), frente al 3,5% de Santander.
La zona de influencia próxima de Torrelavega –a la que nos referiremos más adelante– presenta un comportamiento bien distinto a la capital del Besaya. El área próxima, ha crecido un 10,52% entre 1981 y 2000, y un 5,9% en los últimos cuatro años. Pero, aún es mayor el incremento poblacional en el área de influencia media: +13,7% entre 1981 y el 2000, y +7,8% en el cuatrienio 1996-2000.

La ciudad

En 1996 se empieza a analizar la crisis comercial de Torrelavega. En realidad se estaba manifestando que la ciudad podía no estar preparada para avanzar hacia la terciarización socioeconómica, pues a colación de lo expuesto iban surgiendo otros argumentos (causas-efectos), con un trasfondo común: el insuficiente grado de atractivo que tenía la ciudad, para sus visitantes y los propios residentes. Así, mientras Santander se focaliza cada día más como punto de referencia –a partir de la concentración de servicios públicos y privados que ofrece, sus playas, la oferta comercial, etc.–, la capital del Besaya carecía de argumentos que justificasen su capitalidad comarcal, pues la feria de ganado significaba un hecho relevante, pero no suficiente.
En junio del 97, se elaboró un Plan Estratégico para dinamizar el centro de la ciudad de Torrelavega, aportándose en el mismo un diagnóstico ciertamente severo: «…La ciudad de Torrelavega no tiene un centro histórico, cultural, comercial, con suficiente atractivo y entidad, basado en focos concretos y que sirva de estímulo para atraer a más visitantes… con un componente de ocio y cultura… ingredientes precisos e inseparables de la actividad económica…». Se plantearon diversas medidas, una de las cuales fue la definición espacial, comercial y social que se llamó Barrio Concha Espina –con un fuerte componente de urbanismo comercial–, que intentaría resolver problemas expuestos por los ciudadanos que fueron encuestados: el 35% de los entrevistados aducía que «la ciudad no era apta para ir de compras»; para un 34% «era muy incómoda» y un 52% reflejaba problemas de aparcamientos, tráfico, etc. La peatonalización de diversas calles, la mejora del mobiliario urbano y otras medidas se presentaron como alternativas necesarias, y así lo demuestra un reciente estudio de opinión donde el 72% de las personas consideran muy positivas las obras ya realizadas.
A colación de lo anterior, parece conveniente reseñar que el referido proyecto –hoy hecho realidad– fue fruto de un proceso previo de trabajo conjunto y entendimiento propuesto por la patronal Apemecac y abordados con el Gobierno Regional, el Ayuntamiento de ese momento y la Cámara de Comercio, que fue impulsado felizmente hasta su finalización por el actual Consistorio local. Este hecho puede significar todo un ejemplo de cómo alcanzar objetivos tangibles, en estrecha cooperación. No es la solución a todas las necesidades, pero sí un paso significativo, como lo pone de manifiesto que frente a los más de 40 locales vacíos que había en el centro de Torrelavega en 1996, hoy apenas son una decena, lo cual confirmaría la previsión que se hizo en su día, de un posible incremento de las cifras de negocio comercio-hostelería, superior a los 1.000 millones de pesetas si se realizaban las actuaciones que se han llevado a cabo.
Un reflejo empírico del dinamismo socioeconómico local está en los presupuestos municipales. Si comparamos la evolución presupuestaria de las localidades más importantes de la región, puede observarse cómo Torrelavega, segundo municipio en extensión y habitantes de los indicados en el cuadro de la página siguiente, estaría en cuarto lugar en aplicación presupuestaria por km2, y el quinto en gasto por habitante, lo cual significa una notable mejoría respecto al octavo lugar de 1998. Si analizamos la evolución, comprobamos una franca mejoría de los ratios pesetas/km2 y pesetas/habitante en el periodo 98-00 (el segundo mayor incremento), si bien aún no refleja la importancia regional de dicha ciudad.

La comarca

Según estudios recientes, entre el 25 y el 30% de las personas que se mueven en el casco urbano de Torrelavega, son de fuera de la ciudad, y en su inmensa mayoría proceden de la comarca.
Las localidades de referencia las hemos dividido en dos subgrupos: el área próxima, de 28.451 personas, y la media (con 41.426 personas). En total, unos 70.000 habitantes (el 13% regional). Si añadimos la población de la capital comarcal, tendríamos 127.170 personas (casi una cuarta parte de la población cántabra). Todo esto tiene diversas connotaciones que no pueden quedar ajenas a cualquier reflexión.
El posicionamiento comarcal de Torrelavega queda de manifiesto también al analizar el gasto comercializable. Efectivamente, durante 1997 la capital del Besaya atrajo 16.510 millones de pesetas de gasto, lo que configura un balance comercial muy positivo, con 14.130 millones de superávit (el gasto atraído menos el evadido). El grueso de dicha cantidad procede de la comarca.
No obstante lo indicado –y esto sería un factor a considerar cara al futuro, por sus diversas incidencias–, las previsiones para los próximos años, muestran un cierto cambio de tendencia (el balance comercial neto para 2000 sería sólo de unos 7.745 millones de pesetas), frente al incremento producido entre Santander y su área, que habría pasado de 9.200 millones de superávit en 1997, a una previsión de más de 27.000 para el presente año. Las causas estarían en la creciente concentración de oferta comercial y de ocio en Santander y alrededores, aspectos –comprar y cómo se ocupa el tiempo libre–, que tienden a solaparse. En este sentido, Torrelavega puede ir perdiendo posiciones, agravado por una situación de escasa oferta de ocio (la abundante programación cultural, no sería suficiente), como lo indican diversos análisis. La medida tomada en el Barrio Concha Espina, tiende a ir resolviendo esta situación.
La pregunta que puede hacerse a partir de lo indicado es si Torrelavega continuará o no y en qué grado, siendo cabecera de comarca, y qué localidades la integrarían, ya que todo el amplio territorio que circula sobre la autovía Torrelavega-Santander es un público objetivo que cada vez será más difícil fidelizar.
Es obvio que Torrelavega –por su tamaño, capacidad cultural, servicios públicos, etc–, continúa siendo referente obligado para muchos ciudadanos. Se trataría de reflexionar sobre qué zonas conformarían una posible nueva comarca, y qué valor añadido debe ofertar.

Nivel de rentas en Torrelavega

Los datos disponibles atribuyen a Torrelavega un nivel 7 de rentas per capita (entre 1.100.000 y 1.420.000 pesetas). Dentro de este baremo se encuentra también la media de Cantabria, incluso Santander. Dado que el margen entre ambos extremos de la horquilla es del 29%, y puede presuponerse una menor renta en Torrelavega que en Santander, hemos intentado centrar más el dato. Para ello, nos basaremos en el presupuesto familiar. En 1996 suponía 2.878.405 pts. en Cantabria, y 2.249.013 en Torrelavega (diferencia del –28%). Y, en 1999 en Cantabria nos situamos en 2.994.620 pts, y 2.435.225 en Torrelavega, es decir una diferencia del –22,9%, que supone una mejoría, aunque mantiene las diferencias. Es decir, la capital del Besaya estaría situada en la franja baja del nivel de rentas 7.

Estructura empresarial

A pesar del posicionamiento industrial de Torrelavega, la realidad indica una cierta terciarización económica. El 83,69% de las empresas se encuentran ubicadas en el sector servicios, y sólo alrededor del 10% se dedican a actividades industriales. Destaca, también, el peso de los transportes y del comercio.
Un 69,3% de empresas tienen menos de 10 trabajadores y un 7,4% tienen más de 50.
Este equipo consultor estimó en 2.667 el número de empresas existentes en 1997. Análisis propios más recientes nos indican que en estos momentos se ha producido un sensible incremento de actividad –sobre todo en servicios–, por lo que se puede cifrar en unas 3.000 empresas. La Cámara de Comercio de Torrelavega refleja 4.683 altas en actividades económicas, cifra mucho más elevada que las 3.860 licencias del año 96.
A tenor de estos datos parece aconsejable ser prudente sobre el sentido industrial actual de Torrelavega, pues la actividad económica ha evolucionado claramente hacia la terciarización.
El 50,07% de los trabajadores desarrollan su trabajo en empresas con menos de diez operarios y las que tienen menos de 50 dan empleo a un 72,54% de los ocupados, cifra alejada del porcentaje de empresas que se encuentran en este tramo (92,6%), lo cual evidencia una relativa dependencia respecto de la empresa grande que, no obstante, absorbería sólo el 27% del empleo total.
El desempleo de Torrelavega se ha reducido, según datos del INEM, en el periodo 98–00, al pasar de 2.740 parados a 2.050, lo cual supone un descenso del 25,18%, dato orientativo respecto a la situación y su nivel de mejora. Por colectivos de edad, las personas más jóvenes (hasta 29 años), que en 1998 registraban 1.261 desempleados (46,02% del total), en estos momentos tienen 767 (el 37,41%); las mujeres paradas en el 98 eran 1.618 (59,05% del total de paro), y ahora 1.327 (el 64,73%); y las personas de 45–55 años habrían evolucionado de 329 a 349.
Los desempleados del sector industrial suponen un colectivo que se mantiene estable en número en los últimos años, aunque ha disminuido su peso porcentual, del 13,04% en 1996 al 14,73% del 2000.
Hay que resaltar que el sector servicios ha experimentado una sensible mejoría en términos de disminución del paro: los 1.396 desempleados de 1998 son hoy 1.112. Este dato es concordante con la actividad económica y estructura empresarial expuesta.
Mientras en 1996 el 28,97% de los parados eran trabajadores no cualificados, en el 2000 suponen el 32,29%. Llama la atención que el desempleo en el colectivo de personal técnico y profesionales se ha incrementado desde el 13,98% del 96 al 17,77% actual.
Y, también hay que reflejar –para argumentar la mejoría de situación económica y laboral– el creciente número de contrataciones en Torrelavega, con un comportamiento muy positivo en los dos últimos años.
La reflexión podría plantearse sobre la naturaleza del sensible incremento de empleo en los servicios y el bastante menor que se produce en las actividades industriales (que no tiene por qué ser sólo en empresas grandes: las pequeñas y medianas tienen hipotéticamente más capacidad de generar empleo). Qué condiciones deben darse para mejorar la trama industrial (que aportaría más estabilidad económica), además de evaluar la calidad del nuevo empleo creado, todo ello debido a las dudas razonables que surgen sobre si la mayor actividad económica está trasladándose o no a una mejora de calidad de vida, medida en términos de renta familiar, y/o si se produce realmente una mejora más bien pequeña, derivada del paso de desempleado a ocupado, en términos coyunturales. Son preguntas que requerirían un posterior análisis.

Asentamientos industriales

Nos referiremos a polígonos industriales donde se asienta lo que llamaríamos el nuevo desarrollo de la actividad industrial. Pero esa actividad, para cumplir su misión necesita lo más esencial: suelo industrial. Y, aquí entraríamos en un tema muy debatido, donde los empresarios de Torrelavega son muy sensibles.
Según datos facilitados por la organización empresarial Apemecac, entre sus asociados hay peticiones por 92.500 m2, repartidas en una media de 5.000 m2 por empresa. A ello pueden sumarse otras peticiones menores (en total unos 17.500 m2). El conjunto sumaría unas necesidades explícitas de 110.000 m2 (en términos de suelo bruto más de 150.000 m2). El empleo que puede crearse cubriendo esta necesidad lo evalúan en 70 nuevos puestos de trabajo.
A estas y otras fuentes pueden agregarse las empresas que ya han trasladado fuera de Torrelavega toda o parte de su actividad.
Es evidente que existe un problema al que no se ha encontrado solución –no valoramos esta situación y las dificultades existentes, por no ser nuestro objetivo–. Pero sí podemos citar –como contraste–, lo siguiente:
A.- Torrelavega y su comarca tiene una situación de obvia inferioridad respecto otras zonas de la región, al aglutinar sólo el 17,6% de los polígonos industriales construidos, si bien hay en construcción más de 240.000 m2 (no en la capital del Besaya), y otras iniciativas en proyecto. La concentración de actividad en el arco de la bahía de Santander, con el 73,3% del total regional, es muy significativa, y marca, de hecho, una realidad que puede perdurar durante cierto tiempo.
B.- En Torrelavega no hay polígonos industriales construidos. Se están barajando diversas zonas para su ubicación, como Tanos-Viérnoles (próximo a la estación de Renfe), donde, descontadas las zonas comunes y los servicios, saldrían cerca de 120.000 m2. Y, desde el Ayuntamiento se plantean también algunas otras alternativas, como espacios entre Solvay y Sniace, en la margen derecha del Río Besaya. Esto pone de manifiesto una preocupación positiva por dar una solución a las necesidades existentes y que –en términos de superficie– podríamos cifrar entre 250.000 y 300.000 m2 de terrenos industriales.
C.– No obstante, sí deberemos decir que el tipo de desarrollo industrial de Torrelavega, basado en grandes empresas, no ha utilizado el modelo de los polígonos, teniendo otro tratamiento este abundante suelo existente. Pero también ese es otro punto de reflexión.

Un plan estratégico para Torrelavega

Durante los últimos años se ha debatido la necesidad de dotar a la capital del Besaya de un plan estratégico.
Una de las grandes ventajas de planificar a largo plazo es la integración de diversas iniciativas. De esta forma, su eficacia se vería aún mas reforzada, con unas sinergias valiosas, en un entorno tan cambiante. Nos referimos a la ciudad del transportista, la autovía con la Meseta, la estación de autobuses, las mejoras en los barrios, las viviendas sociales (Granja Poch), el saneamiento de la cuenca Saja-Besaya, el Barrio Concha Espina, la remodelación de la plaza de abastos, el campus universitario, el Teatro Concha Espina, la circunvalación Boulevard-Ronda, las muy frecuentes actividades culturales y lúdicas, etc, dando la importancia que tiene al hecho de contar con sólidos asentamientos demográficos en los distintos barrios.
El presidente de la Cámara de Comercio, Sr. Díaz Villegas, con ocasión de un debate que se suscitó a partir de una iniciativa de esta institución pública, opinaba lo siguiente: «… Creo que las miras, tanto de Torrelavega, como de su zona de influencia deben ir mucho más allá. Se tiene que plantear un plan estratégico comarcal. Torrelavega se extiende urbanísticamente hacia los ayuntamientos de Suances, Reocín, Polanco y Miengo…»
«… A Torrelavega le hace falta un Plan Comarcal, con el que debería ser capaz de aglutinar todas las energías que, de alguna forma se están yendo a otros municipios de alrededor que cada vez retienen más capacidad consumidora…».
Es evidente que –en una primera aproximación, a vuela pluma, sin ánimo de profundizar en este momento–, hay aspectos que pueden ser decisivos a la hora de definir modelos de trabajo: la buena capacitación profesional local, la centralidad comarcal, la imagen industrial y ganadera, la base comercial, el desarrollo medioambiental, el ser «cruce de caminos» (nunca deberíamos olvidarlo), y otros puntos de apoyo significativos.

Opciones para la creación de empleo

Entre 1998 y 99, elaboramos un informe a petición de Apemecac evaluando el empleo potencial en Torrelavega, a partir del aprovechamiento de distintos puntos fuertes y oportunidades, dentro del contexto territorial, es decir, de las opciones existentes. En él se ponía de manifiesto cómo, en función de un mantenimiento del ritmo de crecimiento regional, las inversiones en infraestructuras, la potenciación de la centralidad comarcal, el establecer dotaciones de suelos industriales, mejorando ciertos servicios a las empresas y poniendo en marcha reconversiones de actividades maduras podría crear, en conjunto, un mínimo de 1.435 puestos de trabajo (pudiendo llegarse hasta 1.722). Destacaban la capacidad de crear empleo industrial (más de 450, de los que el suelo industrial aportaría más de 300); la revitalización de subsectores específicos (más de 100), etc. Los servicios, sobre todo los relacionados con el entorno urbano, podrían crear –hostelería, comercio, ocio, y servicios a las empresas-, unos 400.

REFLEXION FINAL

Las líneas anteriores pretenden poner de manifiesto que Torrelavega continúa en un activo proceso de cambio acentuado en los últimos tiempos, si bien deberá ser analizado con detalle para diagnosticar si responde a situaciones coyunturales o estructurales.
¿Puede afirmarse que Torrelavega «ya no es lo que era», y está en una nueva dinámica? ¿Está consolidada? ¿Caben en Cantabria dos grandes ciudades? ¿y, si caben las dos, con qué grado de diferenciación? ¿Cuál debe ser el posicionamiento de Torrelavega?
Cada vez es más necesario abordar mecanismos de trabajo y planificación a largo plazo. El entorno está cambiando muy deprisa, la competencia entre las localidades y regiones es más intensa, y las fronteras sociales y culturales (que no mentales) tienden a diluirse, por efecto del fácil acceso a la información. Y, con el añadido –que no hace sino aumentar la incertidumbre–, de la rapidez del cambio, que implicará, para dar respuestas, disponer de una flexibilidad intelectual que contrasta con la tendencia de aferrarnos a nuestros planteamientos tradicionales.
Con frecuencia se habla sobre hacia donde debe ir esta región. Siempre se indica lo que se debe hacer, ideas más o menos brillantes que están relacionadas con aprovechar empíricas oportunidades (las nuevas tecnologías, el turismo…). Rara vez estas ideas surgen como resultado de aprovechar mas lo que ya hay, fruto de potenciarlo.
No se trataría, pues, de querer diferenciarnos, sino de saber detectar en qué es ya diferente (y competitiva) una localidad, aprovechando su potencial endógeno. Esta puede ser la fuerza motriz de un profundo proceso de reflexión estratégica. Y, Torrelavega es un caso paradigmático: pocos lugares tienen una capacidad endógena tan sólida y que, además, puede ser potenciada.
El contexto de desarrollo de una ciudad sería lo socioeconómico, que engloba lo económico, lo cultural, lo urbanístico, lo demográfico, etc. Y, todo a partir de un modelo específico que hay que poner en marcha cuanto antes.

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