Las autoescuelas temen perder su monopolio sobre la teórica

Con el fin de impulsar la creación de empresas, reforzar la competencia y empujar los precios a la baja en algunos sectores, el Gobierno aprobó el pasado mes de junio un proyecto de ley de liberalizaciones que traspone una directiva europea y modificará cuarenta y siete leyes españolas, entre ellas, la reguladora de la enseñanza en las autoescuelas.
Hasta ahora, para impartir este tipo de formación a los los futuros conductores era obligatorio estar autorizado administrativamente. La nueva norma elimina la necesidad de disponer de un permiso y sólo exige que la decisión se comunique a Interior antes de iniciar las actividades, lo que permitiría entrar en este negocio a todo tipo de empresas, sobre todo, a centros de estudios y academias.
Las prácticas al volante, en cambio, seguirán siendo un coto cerrado para el sector, pero eso no impide que las autoescuelas se sientan molestas por la irrupción de esta nueva competencia en materia de educación vial. La CNAE, patronal que reúne a 9.000 centros de formación de conductores de toda España y genera unos 37.000 empleos, no ha tardado en hacer público su rechazo, argumentando que esta ley, además de poner en riesgo su supervivencia, rebaja la calidad educativa que ha de exigirse en este tipo de formación.
La Asociación cántabra de Autoescuelas, presidida actualmente por Joaquín Pérez Vélez, ha preferido no pronunciarse al respecto, pero se suma a la postura de la patronal nacional, que ha recurrido la ley con la pretensión de que no prospere.
Detrás de esta reforma, la Confederación de autoescuelas encuentra distintos culpables. Por un lado, acusa a la Administración de degradar la preparación de los conductores para aumentar así el número de personas que suspenden el examen teórico y, en consecuencia, la recaudación por nuevas tasas; por otro, no entiende que Tráfico deje en manos de cualquier empresa la educación vial, una materia muy importante para reducir la siniestralidad en las carreteras. No obstante, una reciente encuesta demostraba que la inmensa mayoría de los conductores españoles olvida gran parte de esta información después del examen y suspendería si tuviese que volver a presentarse.

¿Un negocio rentable?

Aunque el negocio de las autoescuelas se liberalice, algunos empresarios del sector restan dramatismo al problema y dudan de que la entrada de nuevos actores suponga una amenaza real para su negocio. Y es que muchas personas ni siquiera acuden a las clases teóricas para sacarse el carnet de conducir y prefieren prepararse por sí mismos gracias a la oportunidad que brindan internet y la informática para el estudio de los test.
En realidad, las autoescuelas dependen económicamente de las clases prácticas más que de las teóricas y para dar clases a bordo de un coche seguirá siendo necesario contar con un permiso y unos profesionales con una formación específica: “Me extrañaría que a alguien ajeno al gremio le resultase interesante dar clases teóricas”, dice Víctor Elizalde, propietario de la autoescuela más veterana de Cantabria. “La rentabilidad está en las clases de coche porque, en estos tiempos, la teórica casi tenemos que regalarla”, añade.
No obstante, para Elizalde supone una contradicción que para liberalizar un sector se apruebe una ley que, en el fondo, “supone un mayor intervencionismo en un mercado que ya está muy regulado”.
Estela, propietaria de la Autoescuela Cámara, de Maliaño, tampoco ve con buenos ojos esta medida, que en su opinión degrada a las autoescuelas al equipararlas a las empresas convencionales de servicios: “Me parece ridículo que cualquiera y en cualquier lugar pueda impartir la teórica cuando nosotros estamos obligados a hacer fuertes inversiones para tener locales que cumplan los requisitos exigidos para la atención al público”
En cualquier caso, cabe pensar que nadie querrá desplazarse hasta dos centros distintos para preparar sus exámenes de conducir y, lo que es peor, pagar dos matrículas, una para la parte teórica y otra para la práctica. Así que, con ley o sin ella, todo hace suponer que muy poco o nada va a cambiar para las más de sesenta autoescuelas que operan en Cantabria.

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