TEKA: ¿Son los salarios o son las ventas?

La crisis de la construcción inmobiliaria se está llevando por delante muchos otros sectores, víctimas colaterales de un proceso en el que no tienen responsabilidad alguna. Uno de ellos es el de los electrodomésticos, donde el pasado año aumentaron un 56% las suspensiones de pagos. Las tiendas ya no venden lavadoras, ni frigoríficos ni cocinas. Y, si no las venden, las marcas no las fabrican. Esto es lo que le ha ocurrido a Teka, cuya producción ha caído radicalmente en los últimos cinco años y que ahora está dispuesta a despedir a la mitad de su plantilla cántabra.
En 2007 Teka Industrial facturaba 370,8 millones de euros. España vivía en el éxtasis inmobiliario y la empresa cántabra controlada desde hace muchos años por el alemán Klaus Graft tenía unos beneficios de 33,9 millones de euros, más de lo que le costaba la plantilla en ese momento. Eran buenos tiempos, pero ya no iban a durar mucho. Las ventas habían tocado techo. Al año siguiente, a pesar de que la crisis empezó a notarse tras el verano, la facturación caía un 17,3% y los beneficios se quedaban en la mitad.
Era el comienzo de una cuesta abajo que la compañía no ha conseguido enderezar desde ese momento. Cada año, las ventas han bajado un poco más y desde 2009 Teka se ha visto obligada a aplicar regulaciones de empleo para ajustar la plantilla a las cada vez menores necesidades de producción. Sin embargo, el hecho de que en el último cuatrimestre de 2011 no utilizase este expediente que le autorizaba a enviar temporalmente al paro a una parte de la plantilla ha provocado que la decisión de despedir a casi 200 trabajadores haya sorprendido más a los sindicatos que si se hubiese tomado hace algún tiempo.
El pasado año la facturación bajó otro 30% y, a pesar de los recortes en los gastos, eso le ha supuesto (según las cuentas provisionales entregadas al comité de empresa) unas pérdidas de ocho millones y medio de euros, lo que ha decidido a la empresa a trasladar la fabricación de cocinas a Turquía, en busca de salarios más bajos. Una deslocalización que puede mejorar los resultados, pero no de forma significativa, dado que en los productos que fabrica Teka el coste de personal apenas supone un 15% del precio de venta a los distribuidores. Además, es evidente que una parte de la mejora quedaría absorbida por los costes de transporte para hacerlas llegar al mercado español, donde Teka coloca más de la mitad de sus electrodomésticos y fregaderos.
La paradoja es que la planta cántabra se queda con el producto más veterano y de menos valor añadido, los fregaderos de acero inoxidable, y pierde los más evolucionados, en beneficio de un país tecnológicamente menos avanzado. Teka comenzó a fabricar esos fregaderos en 1964, aplicando en ellos un concepto por entonces innovador, el del encastre, que casi medio siglo después obviamente ya no lo es.
La actual Teka forma parte de un grupo alemán fundado hace 90 años, con fábricas en todo el mundo, 4.400 trabajadores y una facturación de 1.100 millones de euros.

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