A la caza de las partículas más nocivas

La preocupación por el cambio climático ha otorgado un desmesurado protagonismo al CO2, pero hay otros contaminantes más directamente nocivos para la salud, que dan la medida real de la calidad del aire que respiramos, entre ellos las partículas en suspensión. La Unión Europea prepara una directiva para extremar el control de estos contaminantes, empezando por las partículas más pequeñas, las de 2,5 micras de diámetro que son, también, las más dañinas para la salud.
La nueva normativa sobre contaminación entrará en vigor en un plazo de dos años y extenderá la exigencia de control de la calidad del aire a estas minúsculas partículas, para las que hasta ahora no había limitaciones. Varios estudios han demostrado que sustancias nocivas de ese tamaño pueden incorporarse al torrente sanguíneo a través de los pulmones y son la causa de muchos casos de asma, alergias, infartos de miocardio e, incluso, cáncer, cuando proceden de metales pesados. Para combatir este peligro, el proyecto de la directiva comunitaria sobre la calidad del aire establece un límite de diez microgramos por metro cúbico de media anual en la concentración de estas partículas imperceptibles.
La legislación actual tan sólo regula las que tienen un tamaño superior a las diez micras, para las que fija un promedio anual máximo de 40 microgramos por metro cúbico. Este umbral de peligrosidad también va a ser sustancialmente reducido en la nueva directiva, que planea establecer el límite de tan sólo 14 microgramos por metro cúbico. De aprobarse así, la comarca de Torrelavega se enfrentaría a una situación difícil, ya que los valores actuales son muy superiores. Las mediciones del pasado año alcanzaron valores medios de 30 microgramos de partículas en suspensión en La Lechera, 31 en El Zapatón o 40 –el límite máximo permitido ahora– en Barreda, por lo que no parece fácil ajustarse en sólo dos años a la directiva en elaboración.
No se puede presumir, en cambio, lo que ocurrirá al aplicarse la nueva normativa sobre partículas de menos de 2,5 micras, ya que se desconocen las concentraciones que se dan actualmente en las zonas urbanas e industriales de Cantabria. Para curarse en salud, el CIMA (Centro de Investigación del Medio Ambiente) de Torrelavega ha decidido anticiparse a la normativa y va a adquirir cinco analizadores para poder evaluarlas. Estos equipos vendrán a unirse a las once estaciones que tiene repartidas por toda la región para el control de la calidad del aire y que también serán modernizadas. La intención de este organismo, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente es que los medidores de micropartículas estén instalados el próximo verano.

La importancia del tráfico

Al igual que ha ocurrido en muchos puntos de España, la disminución de las emisiones de partículas en suspensión de origen industrial se está viendo negativamente contrarrestada por el aumento de las producidas por el tráfico. Se da la paradoja de que mientras la industria del automóvil plantea la batalla contra las emisiones de CO2, está perdiendo la guerra contra otros gases y sustancias contaminantes que originan los vehículos a motor. Los coches cada vez emiten menos dióxido de carbono pero más óxidos de nitrógeno, que también proceden de la combustión, y partículas contaminantes procedentes del desgaste de los neumáticos (zinc) o de los discos de freno (cobre y vanadio).
El creciente uso del gasoil como combustible –los motores diésel suponen ya casi la mitad del parque automovilístico español– contribuye aún más al notable incremento de partículas nocivas en suspensión.
Los distintos factores contaminantes confluyen especialmente en un núcleo industrial y viario tan importante como Barreda, en Torrelavega. Para determinar con toda exactitud cuáles son las fuentes que contribuyen de una forma significativa a la mala calidad del aire en este punto, el CIMA va a iniciar un estudio de las partículas en suspensión que hay en la zona.
La situación de Barreda no es extensible a otros puntos, incluso de Torrelavega, como subraya el director del CIMA, Juan Carlos Guerra: “Yo creo que no se puede decir que el conjunto de Torrelavega tenga un aire malo. En El Zapatón el aire que se respira es comparable al de cualquier otra área urbana de Cantabria; donde hay algunos problemas es en Barreda. Aunque el entorno industrial influye, es debido, en buena medida, al tráfico”.
Minimizar los problemas de contaminación que plantea el transporte particular y de mercancías es la asignatura pendiente tras Kioto y a ello va a dedicarse la Unión Europea en los próximos años. Más sencillo parece el control de las emisiones industriales, que en Cantabria se dejará notar a partir del día 30, cuando entren en vigor las autorizaciones ambientales integradas. Las limitaciones impuestas a las industrias supondrán, para muchas de ellas, la obligación de realizar importantes gastos para minimizar sus emisiones, pero contribuirán a mejorar la calidad del aire en los núcleos urbanos de la región.

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