Una nota de color para el PCTCAN
Más crecimiento y mayores posibilidades de supervivencia. Éstas son las ventajas para las empresas que supone el ubicarse en un parque científico o tecnológico. Son argumentos que pueden explicar el éxito obtenido por la iniciativa de la Sociedad Gestora del PCTCAN, integrada dentro del Grupo Sodercan, de construir oficinas pensadas que las empresas de base tecnológica tengan un lugar adecuado en los que poder desarrollar su actividad. Su primera actuación como promotora, el Edificio 3.000 –llamado así por los metros cuadrados que tiene sobre rasante– se inauguró en marzo y ya se encuentra completo, como también lo está la incubadora de empresas, un espacio habilitado en el mismo inmueble en el que veintiún emprendedores de la región han podido llevar a cabo sus iniciativas.
Con la misma intención de ofrecer espacios de mediano tamaño, donde poder desarrollar su actividad, a empresas que no necesitan una sede propia, el PCTCAN ha levantado un segundo edificio, construido por Ascan, y el ritmo que lleva la comercialización abre buenas expectativas. Sin entregar la obra, ya está alquilado o vendido el 30% de las oficinas del ‘Salia’ (el nombre prerromano del Saja que se ha elegido para este inmueble). De las dos fórmulas ofrecidas, la mayoría de la clientela ha optado por el alquiler.
Una multinacional entre sus ocupantes
El Parque se ha mostrado muy eficaz a la hora de reunir compañías tecnológicas locales dispersas por la geografía regional pero el auténtico objetivo del PCTCAN es atraer empresas de nuevo cuño y ese también comenzará a cumplirse. Además de las firmas locales que han contratado ya su ubicación en el nuevo edificio, una multinacional con sede en Madrid ha comprado la mayor de las oficinas del Salia, 600 metros cuadrados distribuidos, en forma de dúplex, entre la planta baja y el sótano.
La planta bajo rasante del edificio es perfectamente utilizable como área de trabajo, dado que, al estar construido siguiendo la técnica del ‘patio inglés’, tiene luz natural. Una posibilidad que el Plan General de Santander no contempla para la ciudad pero que se admitió en el Parque Tecnológico.
Otro objetivo del nuevo inmueble es acoger, en el futuro, a los emprendedores que hayan cumplido su periodo de permanencia en la incubadora de empresas del Parque y logren cuajar un proyecto viable. La incubadora comenzó a funcionar en mayo de 2010 y en ella no se puede estar más de tres años, por lo que algunos de los 21 emprendedores que ahora la ocupan es probable que necesiten más espacio para su proyecto empresarial y podrán trasladarse al edificio Salia, sin tener que abandonar el Parque Tecnológico.
Un edificio modulable
Aunque había sido diseñado para albergar oficinas de gran tamaño, la adaptación a las nuevas necesidades del mercado ha hecho necesaria la repartición del nuevo edificio en espacios de dimensiones muy variadas. La superficie de las oficinas oscila entre los 60 y los 360 m2 construidos, de manera que cada empresa pueda encontrar el tamaño que precisa.
El diseño interior del edificio parte de un núcleo central en el que se encuentran los vestíbulos de distribución así como las zonas e instalaciones comunes. Liberadas de esas servidumbres, las oficinas resultantes son espacios diáfanos y modulables.
Los 5.000 m2 construidos están repartidos en seis plantas de unos 800 m2 cada una. Una de las ventajas es su inmejorable situación dentro del PCTCAN, en la confluencia de las calles Albert Einstein y Severo Ochoa, o, lo que es lo mismo, en la rotonda de la que parte el vial que transcurre por el puente atirantado de Juan José Arenas. Frente al Salia se encuentra la parcela en la que próximamente se construirá un edificio de servicios para todo el parque, que incluirá restaurantes, cafeterías, entidades bancarias, guardería y un hotel, además de un aparcamiento público de 350 plazas.
La singularidad de este segundo edificio de oficinas promovido por el propio PCTCAN es su llamativo color, que destaca dentro del Parque. Frente a los discretos acabados en pizarra natural y aluminio del cercano Edificio 3.000, o la sobriedad de tonos de los otros inmuebles, el Salia ha optado por una paleta de colores cálidos, especialmente naranjas y rojos, que le dan una imagen dinámica y atractiva. Para ello, la fachada ventilada se ha revestido con placas coloreadas de resina termoendurecidas, un material que ha demostrado ya su resistencia a los agentes atmosféricos. Otra de las características del inmueble son los grandes ventanales, que en la fachada sur están protegidos con lamas en voladizo para evitar el exceso de soleamiento en verano.
La planta baja y el sótano están unidas por una escalera de caracol metálica de grandes dimensiones cuya instalación supuso un auténtico reto, ya que se ensambló en el taller y se colocó en una sola pieza.
El consumo energético del edificio ha sido aquilatado gracias un sistema de climatización que recupera el calor y a los paneles térmicos y fotovoltaicos situados en la cubierta.
Está previsto que las empresas puedan instalarse en el Salia durante los primeros meses de 2012 y dependiendo de la marcha de su comercialización, el PCTCAN decidirá el momento de acometer el siguiente proyecto, un edificio idéntico que llevará el nombre de Bisalia (la denominación antigua del Besaya). Irá situado en una parcela contigua y se distinguirá de su gemelo por los tonos verdes de sus fachadas. Ambos crearán un llamativo núcleo cromático dentro del Parque.
Un Parque en movimiento
A los cinco años desde su creación, en el PCTCAN hay ya 13 edificios funcionando, más de 20 empresas asentadas, entre las que cuentan con sede propia y las que comparten el Edificio 3.000, y unos 1.400 trabajadores. En realidad sólo son una tercera parte de los que se calcula que habrá cuando el Parque esté plenamente ocupado, en cuatro o cinco años. A las iniciativas del propio PCTCAN para crear inmuebles de oficinas hay que sumar las de las empresas que proyectan asentarse en el recinto, como la multinacional eléctrica E.On, que construirá en él su futura sede en España, o Sniace, que levantará un centro de bioenergía.
Son dos ejemplos del interés que despierta este recinto tecnológico, cuya ampliación está asegurada tras el acuerdo alcanzado entre el consejo de administración del Parque y el Ayuntamiento de Santander para redactar un plan parcial que facilitará su ampliación en 140.000 metros cuadrados.