El secreto de las personas mayores que no pierden la alegría; no es genética, es estimulación – centros de día innovadores en Madrid
A los 84 años, Teresa se ríe como una niña cuando canta boleros en el taller de musicoterapia. No recuerda con exactitud el nombre de su vecina, pero sí la letra de cada estrofa. “Me siento viva”, dice. Lo sorprendente no es que lo diga. Es que lo siente. ¿Cómo es posible que, en medio del deterioro físico o de la soledad, algunas personas mayores sigan irradiando alegría? La respuesta no está en los genes. Está en el entorno. En la estimulación. En el acompañamiento.
Centros de día innovadores en Madrid: la alegría en la vejez no es una rareza biológica
Durante años se creyó que la pérdida de entusiasmo y vitalidad era inevitable con el paso del tiempo. Pero hoy, la neurociencia y la psicología del envejecimiento están desmontando esa creencia. En realidad, la capacidad de disfrutar, emocionarse y conectar sigue intacta, incluso en personas con deterioro cognitivo. Lo que marca la diferencia no es la genética, sino el entorno y los estímulos a los que están expuestos día tras día.
Un estudio publicado por el Journal of Gerontology confirma que los mayores que participan en actividades de estimulación cognitiva, social y emocional muestran un 40% menos de síntomas depresivos y una mayor resiliencia ante enfermedades neurodegenerativas.
Estimular el cuerpo, la mente y el alma
En centros como Neurovida, pioneros en Madrid, se ha entendido que la alegría también se entrena. No como algo superficial, sino como una consecuencia natural de mantener activos los vínculos, los recuerdos, la creatividad y la autonomía.
Cada día, personas mayores participan en talleres de arte, sesiones de fisioterapia neurológica, grupos de estimulación cognitiva, juegos de lógica, salidas culturales a museos y parques, talleres de historia y memoria biográfica, actividades intergeneracionales y dinámicas de grupo que fortalecen la autoestima y el sentido de pertenencia. Pero lo importante no es la actividad en sí, sino cómo se vive: con acompañamiento profesional, sin juicios, y desde una visión profundamente humana.
“No tratamos patologías, acompañamos historias de vida”, explican desde el equipo terapéutico de Neurovida. Y en esa frase se resume el enfoque.
Los resultados emocionales son transformadores
En un seguimiento interno realizado con más de 120 participantes de Neurovida en 2024, se observó que el 83% mejoró su estado de ánimo de forma sostenida tras 6 meses de intervención. Y muchos de ellos llegaron al centro tras meses o incluso años de aislamiento.
No es magia. Es estimulación emocional. Es recuperar rutinas. Es que alguien te mire a los ojos y te llame por tu nombre. Es sentir que todavía importas. Porque importar —como amar, recordar o reír— no tiene edad.
La visión que lo cambió todo: el enfoque de Priti Sadhwani
Este modelo no habría sido posible sin la visión de Priti Sadhwani, CEO y co- fundadora de Neurovida. Para ella, el cuidado no es una respuesta a la enfermedad, sino un acto de prevención, dignidad y presencia. Desde sus primeros pasos en el proyecto, Priti apostó por un enfoque integral en el que las personas mayores no fueran tratadas como pacientes, sino como protagonistas activos de su vida.
“Cada historia merece ser escuchada. No se trata solo de alargar la vida, sino de hacerla valiosa en cada etapa”, afirma. Gracias a esa filosofía, Neurovida se ha consolidado como un referente en centros de día con alma, donde la ciencia y el cuidado humano caminan de la mano.
Alegría, dignidad y ciencia: el nuevo trinomio del envejecimiento
La vejez no tiene por qué ser sinónimo de decadencia. Puede ser una etapa de redescubrimiento, de conexión profunda con uno mismo y con los demás. Siempre que existan espacios como estos centros de día innovadores en Madrid, que acompañen ese proceso.
Centros de día con enfoque terapéutico, como el que propone Neurovida, están demostrando que se puede vivir mejor, más tiempo, y con más sentido. Que la alegría no desaparece: sólo necesita un lugar donde florecer.
A Teresa le preguntaron hace poco qué es lo que más le gusta de su centro de Neurovida. Respondió sin pensar: “Que aquí vuelvo a ser yo”.
Y tal vez ese sea el verdadero secreto de las personas mayores que no pierden la alegría: nunca dejaron de ser ellas mismas. Solo necesitaban el espacio, el respeto y los estímulos adecuados para recordarlo.