El precio de los alquileres se dispara en Cantabria: ¿cuál es su impacto?
El mercado del alquiler en Cantabria atraviesa un momento crítico. Según los datos publicados en abril de 2025 por Fotocasa, Cantabria lidera el aumento de precio de alquiler en España con un incremento del 10% en el primer trimestre del año, hasta los 12,49 euros por metro cuadrado al mes.
Este incremento, muy por encima de la media nacional, se concentra especialmente en las zonas más turísticas, como Noja, Laredo, Santoña, Santander y Castro Urdiales. Las dos poblaciones que destacan por sus precios del alquiler más elevados en Cantabria son Laredo, con 19,36 euros/m2 y un aumento del 58% trimestral; y Noja, con 14,72 euros/m2. En áreas como la playa de Trengandín el precio medio sube a 15,8.
El impacto sobre los habitantes locales
Según el estudio elaborado por el Observatorio del alquiler, el precio medio del arrendamiento en la comunidad autónoma ha superado los 800 euros mensuales por primera vez, con un incremento interanual del 4,7%, lo que marca un antes y un después en la accesibilidad a la vivienda, un problema que afecta no solo a los residentes locales, sino también al sector turístico y hotelero de la región.
En lo que respecta a los habitantes cántabros, en muchas zonas el alquiler de larga duración o residencial ha sido desplazado casi por completo por la oferta de temporada. Un 80% de las viviendas ofertadas en los municipios más turísticos de Cantabria se destinan al alquiler vacacional.
En municipios como Castro Urdiales, Laredo, Comillas o San Vicente de la Barquera, apenas un 7% de las viviendas se ofertan para larga estancia, y pocos de estos alquileres están por debajo de los 800 euros, lo que reduce mucho la oferta de vivienda asequible. El salario medio en Cantabria es de 1500€, y así es complicado seguir la recomendación de expertos, como los de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y la Comisión Europea, que afirman que el alquiler tiene que suponer menos del 30% de tus ingresos.
Muchos residentes locales no pueden permitirse vivir en lugares turísticos y costeros, por lo que estas zonas acaban sufriendo despoblación fuera de la temporada estival, lo que afecta al comercio y a los servicios locales. Un ejemplo de estas circunstancias es el personal sanitario destinado en el hospital de Laredo, al que le resulta muy difícil encontrar una vivienda para poder trabajar allí.
El efecto rebote en el turismo
Este encarecimiento del alquiler también está afectando al turismo, uno de los motores económicos de Cantabria. Si bien el atractivo de sus playas, paisajes y oferta de ocio sigue intacto, los precios han comenzado a frenar la llegada de visitantes que buscaban alojamiento económico.
Muchas familias que solían alquilar apartamentos para sus vacaciones están encontrando precios similares o incluso superiores a los de un hotel de tres o cuatro estrellas. Esta equiparación de precios está cambiando los hábitos del turista medio, que cada vez planifica sus viajes con más antelación o directamente opta por otros destinos más económicos. Algunos incluso escogen experiencias más flexibles, como el alquiler de estancias más modestas y fuera del circuito tradicional.
El incremento de precios afecta también a las costumbres de entretenimiento de los turistas, que muchas veces buscan fórmulas para gastar menos, y en lugar de visitar lugares icónicos, como el histórico Gran Casino Sardinero en Santander, prefieren jugar en línea y aprovechar ofertas como las de los 10 mejores bonos reseñados por Casino.org de casinos online, con la esperanza de obtener beneficios sin hacer mucho gasto.
El sector hotelero, atrapado entre la competencia y el sobrecoste
Al mismo tiempo, la proliferación de los alquileres turísticos sin control en Cantabria se ha convertido en uno de los principales problemas del sector hotelero de la comunidad. Mientras los hoteles deben cumplir con estrictas normativas de seguridad, accesibilidad y registro de huéspedes, muchas viviendas turísticas no están sujetas a estos controles, lo que genera una competencia directa y desleal.
La subida de los precios de los alquileres también supone un problema a la hora de contratar a gente nueva en los hoteles. Muy pocos trabajadores quieren trasladarse en temporada alta a menos que tengan el alojamiento incluido en el contrato.
Para hacer frente a la competencia y a las nuevas necesidades de los trabajadores, los hoteles también están teniendo que subir sus precios. Según el banco de datos del Instituto Cántabro de Estadística (ICANE), los establecimientos hoteleros de Cantabria aumentaron sus tarifas en 2024 en un 4,83% interanual, con un pico del 17,41% en marzo del año pasado, coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa. Con estos precios en alza, Cantabria pasa del perfil de turista de clase media a un turista con poder adquisitivo alto.
La falta de regulación, clave del problema
La raíz del problema parece estar en la escasa regulación del mercado del alquiler turístico. Mientras otras comunidades como Baleares o Cataluña han impuesto límites a este tipo de arrendamientos, en Cantabria aún no se ha implementado una normativa integral que equilibre los intereses de propietarios, turistas y residentes.
Luis Martínez Abad, consejero de Turismo del Gobierno cántabro, ha comentado que el decreto que regulará las viviendas turísticas en Cantabria está en el “último tramo” para su aprobación y que entrará en vigor este verano; asegura que será una regulación eficaz y que dará respuesta a las necesidades del sector.
Por su parte, el “Movimiento por la Vivienda Digna” convocó una concentración en la plaza del Ayuntamiento de Santander el pasado 5 de abril contra la subida de los alquileres y para acabar con el negocio de la vivienda. “Hay un porcentaje cada vez mayor de inmuebles dedicados al negocio turístico, y hay grandes tenedores y arrendadores que se están aprovechando para pedir cantidades desorbitadas, alquilar por habitaciones y sacar más dinero, o para exigir subidas desproporcionadas a sus inquilinos antes de renovar un contrato”, comentaron los impulsores de la convocatoria.