Leading Enterprises partici pa en un contrato de 200 millones p ara el ITER

Se dice que es el tercer proyecto más importante de la humanidad, tras el que desembocó en la fabricación de la bomba atómica (el Proyecto Manhattan) y el que dio lugar a la puesta en órbita de la Estación Espacial Internacional. Y no es exagerado calificarlo así, ya que se trata de reproducir en la tierra la energía de las estrellas, es decir, la fusión nuclear. Si tiene éxito, el proyecto ITER abrirá el camino a una fuente energética prácticamente ilimitada y sin apenas residuos radiactivos.
Sorprendentemente, Cantabria va a tener un papel relevante en la conquista de esta última frontera tecnológica. ENSA ha conseguido un contrato de 74,5 millones de euros para soldar los nueve sectores y los 54 puertos que componen la cámara de vacío del ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), que se levantará en Cadarache, una localidad del sur de Francia. Pero no es la única. Un grupo empresarial con base en Los Corrales de Buelna, Leading Enterprises, también ha logrado introducirse en la muy restringida lista de futuros proveedores, ya que proporcionará parte del revestimiento de berilio que permitirá alcanzar las altísimas temperaturas que necesita el reactor para la fusión.
Tras pasar la fase de preclasificación como contratista y fabricar un prototipo que ha sido aprobado por la agencia europea que gestiona el proyecto, Leading Enterprises se dispone a construir una planta piloto en alianza con Iberdrola y la británica AMEC. En ella se pondrán a punto los complejos procesos tecnológicos que requiere la mecanización del berilio.
La planta experimental exige una inversión de tres millones de euros, pero solo es el primer paso hacia la creación de la auténtica fábrica, la que permitirá la producción en serie de los componentes. Si esa futura planta se construye en Cantabria se puede asegurar que la región tendría un lugar en el mapa de la vanguardia tecnológica durante al menos los próximos 25 años.

El azar y la planificación

La vinculación de Leading Enterprises con el proyecto ITER es fruto en parte de la casualidad y en otra parte de una decisión estratégica previa del propio grupo corraliego. Antes de que se desatase la crisis económica, la dirección de la empresa de Buelna ya era consciente de que en su sector, el de mecanizado de piezas para automoción, sólo sobrevivirían las empresas capaces de ofrecer productos singulares y creó un Centro de I+D, el único privado de la región, en el que trabajan cerca de 30 personas.
La planificación estaba hecha, y era cuestión de tiempo que apareciesen oportunidades en el mercado, como la que el director de desarrollo de negocio del Grupo, Marcos Pérez, encontró en una reunión convocada en 2009 en Madrid por el CDTI. En ella se informaba sobre los grandes proyectos científicos que se estaban desarrollando en el mundo, entre los que destacaba el ITER. “Pensé que ahí había muchas piezas que mecanizar y que la fusión era lo que estábamos buscando, porque precisa de unas capacidades tecnológicas”, explica.
El siguiente paso fue presentarse en Barcelona, donde tiene su sede la agencia de energía de fusión, conocida internacionalmente como F4E (Fusion For Energy), para conocer en detalle el proyecto. Allí se encontró con el reto que supone la mecanización de un material tan complejo como el berilio, un metal raro que se usa en pequeñas aleaciones en herramientas y plantas productivas que no pueden producir chispas por roce o golpeo (las evita) y como moderador del flujo de electrones en los reactores nucleares. En todo el mundo son muy pocas las empresas capaces de trabajar con este metal tan inestable.
En el caso de Leading Enterprises el problema no era solo tecnológico sino también financiero. Los 200 millones de euros en contratos que podía embolsarse el adjudicatario desbordaban las capacidades de un grupo que factura 40 millones. Había que buscar un socio con la entidad suficiente y lo encontró en Iberdrola, la empresa con la que se presentó al proceso de precalificación como contratistas abierto por la Agencia.
Los españoles no pasaron aquel primer examen pero no se desanimaron y plantearon un proyecto para el desarrollo de tecnologías de fusión que dio como resultado la construcción de un pequeño prototipo con el que demostraron a la Agencia que dominaban los secretos de la mecanización y ensamblaje del berilio. No solo lo demostraron, sino que obtuvieron el compromiso de la entidad europea de contar con ellos como segundo proveedor, después de la multinacional francesa Areva.

Un metal peligroso y estratégico

Una de las dificultades que entraña la construcción del reactor de fusión es controlar las altísimas temperaturas que se alcanzarán en el proceso de fusión nuclear. Es aquí donde el berilio juega un papel clave, al tratarse de un material que soporta mejor que ningún otro tanto la radiación como esas elevadas temperaturas. Además de los sistemas refrigerantes, el interior del reactor se revestirá de paneles de acero inoxidable con canalizaciones hacia unos intercambiadores de calor hechos de cobre, que es un buen conductor térmico, con la cara interna de berilio.
Esos componentes estarían sometidos a unas temperaturas de alrededor de 800 grados, muy moderada si se tiene en cuenta que se alcanzarán millones de grados en el plasma donde se produce la fusión de los isótopos de hidrógeno (deuterio y tritio), que se confina mediante campos magnéticos.
Pero si bien el berilio es el material más idóneo para ese revestimiento, su manipulación implica riesgos que exigen unas instalaciones de mecanización muy poco comunes. El polvo de este metal es tremendamente cancerígeno, por lo que toda la manipulación debe hacerse con robots y sistemas automatizados, dentro de unas naves absolutamente estancas. Eso obliga a diseñar y construir unas instalaciones exclusivamente para este fin. De momento, los tres socios harán una planta piloto que Leading Enterprises pretende ubicar en Cantabria, pero para ello ha de conseguir los tres millones de euros que cuesta.
El grupo ha presentado a Sodercan el proyecto, no para pedir subvenciones, sino para que le facilite la obtención de un crédito bancario, con el respaldo del Gobierno cántabro como avalista de la operación. No es un buen momento, pero el grupo corraliego está convencido de que es una oportunidad única para la región, porque allí donde se construya la planta experimental es muy probable que se acabe implantando la fábrica definitiva. De no hacerse la planta piloto en Cantabria se instalará en Inglaterra, donde tiene su sede AMEC, la ingeniería que aporta el diseño conceptual del proyecto.
La importancia de contar con una planta industrial de alta tecnología en un campo tan novedoso y sobre el que existen tantas expectativas como la fusión nuclear, no radica solo en el empleo que pueda generar, sino en el estímulo que representaría para otras empresas que deben darle soporte.

200 millones en juego

La planta industrial definitiva deberá estar en disposición de producir para mediados de 2015, que es cuando se iniciará la construcción del ITER en Cadarache. De los 240 componentes con que se revestirá el interior del reactor, todos ellos con diferente geometría para adaptarse a la forma toroidal del núcleo, la planta cántabra podría suministrar la mitad. Esos componentes deberán reponerse cada cinco o diez años, dependiendo de las especificaciones finales de la Agencia. El pedido inicial, por sí solo, ya supondría 200 millones de euros, lo que da idea de la magnitud económica de la futura fábrica. El volumen de empleo no será proporcional a esas dimensiones, dado que la mayor parte de los procesos estarán automatizados, algo a lo que nos deberemos acostumbrar en las fábricas del futuro, especialmente cuando se trate de materiales o técnicas tan complejos de manejar.
El reactor experimental de fusión empezará a funcionar en 2020, si se cumplen los plazos previstos, y continuará en pruebas durante al menos 15 años. A partir de ahí ya estará en disposición de dar paso a la construcción de una central de fusión nuclear para su explotación comercial. Bastaría esa única central para abastecer de energía a media Europa.
Marcos Pérez se muestra optimista sobre las posibilidades que se abren ante el grupo, gracias a su vinculación con el proyecto ITER: “Yo estoy convencido de que Leading Enterprises dentro de 40 años será uno de los grandes fabricantes mundiales de sistemas de fusión”, aventura.
Pero no es solo el acceso a la tecnología de fusión lo que está en juego. Dominar los secretos de la mecanización del berilio abriría las puertas a otras aplicaciones en las que este raro metal es muy apreciado, como el campo aeroespacial o la industria aeronáutica militar. Este valor estratégico hace que el gobierno de Estados Unidos, que es el país que monopoliza el suministro de berilio, ejerza un gran control sobre el uso que hacen de él las empresas que lo solicitan.
Si Cantabria se vincula o no a la energía de fusión y la tecnología del berilio se decidirá ahora. Una vez que el proyecto ITER se ponga en marcha y que formada toda su red de proveedores habrá muy pocas oportunidades de subirse al carro de la energía del futuro.

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