Los planes forestales no pasan de meros propósitos

Una de las paradojas de la economía de Cantabria es que, siendo una comunidad eminentemente forestal (el 68% de su superficie está calificada como tal), apenas saque provecho de las posibilidades que encierra esa riqueza. Y no solo en la explotación directa de esos recursos. Tampoco tienen un peso relevante las industrias de transformación de la madera o la fabricación y venta de muebles, con la notoria excepción de Maderas José Sáiz
Aunque las claves del desarrollo de cada uno de esos subsectores responda a condicionantes muy diversos, hay un factor común a todos ellos, el de estar muy ligados a la construcción de viviendas, cuyo hundimiento ha arrastrado a muchas otras actividades.
La industria de la madera (que engloba tanto a las empresas que se dedican a la explotación del monte como a los fabricantes y comercializadores de muebles) da trabajo en Cantabria a unas 2.000 personas, con una dramática pérdida de puestos de trabajo en los tres últimos años –cerca de mil empleos menos–. La facturación anual no se ha resentido tanto: en 2012 era de 120 millones de euros y ahora ronda los 110, una cantidad que supone el 0,9% del PIB regional (12.229 millones de euros en 2014).

Planes forestales que no se cumplen

Cuando se trata de evaluar las potencialidades económicas de Cantabria, la explotación de su masa forestal aparece siempre como uno de los argumentos recurrentes. Sin embargo, los anuncios de nuevos planes forestales nunca llegan a concretarse en medidas que aprovechen todos los recursos que la región encierra y contribuyan a relanzar la industria de la explotación de la madera. El último plan fue presentado por el Gobierno de Ignacio Diego en enero de 2014 pero, como tantas otras veces, las empresas directamente afectadas por las medidas que se contemplaban, no volvieron a tener noticias de él.
Lo único que ha quedado es la cuantificación de la superficie desaprovechada y del rendimiento que, según las estimaciones de la Asociación de la Madera y Mueble de Cantabria (ACEMM), se podría obtener de ellas.
En Cantabria existen actualmente 150.000 hectáreas desarboladas (de un total de 360.000 hectáreas calificadas como forestales, el 70% de ellas públicas) que se podrían reforestar. Bastaría, según los cálculos hechos por ACEMM, con recuperar como maderables 30.000 de esas hectáreas para crear 1.100 puestos de trabajo y generar unos ingresos anuales de 32 millones de euros, repartidos entre propietarios, rematantes, aserraderos e industria de trituración.
Cálculos que nunca han tenido la ocasión de hacerse realidad porque, lejos de recuperar masa forestal, el arbolado productivo de Cantabria se ha reducido un 20% en los últimos seis años, según datos del IV Inventario Forestal nacional.
En opinión de ACEMM, la multiplicación en los últimos años de las tasas, licencias, fianzas y de los procedimientos burocráticos para llevar a cabo la tala de arbolado, sumado a la aparición de nuevas enfermedades y plagas que atacan al pino y al eucalipto, es lo que está desincentivando el mantenimiento de masas arboladas.
Cantabria tiene 210.000 hectáreas de superficie arbolada, pero la explotación se reduce, casi exclusivamente (el 96%), a los eucaliptales, que suman 40.000 hectáreas. El pino radiata, del que existen poco más de 9.000 hectáreas, representa otro 3% de la producción y las especies autóctonas (roble, haya) no llegan ni al 1%.
El pino es uno de los recursos en los que la región es más deficitaria, hasta el punto de que se adquieren fuera de la comunidad medio millón de metros cúbicos al año. Sin embargo, la superficie dedicada a esta especie ha experimentado una fuerte reducción en los últimos años (había más de 20.000 hectáreas entre pino albar y radiata, según el III Inventario Forestal).
El mayor rendimiento económico del eucalipto, que se puede cortar a los 12 o 14 años, explica ese desequilibrio. Además, la explotación del eucalipto es menos trabajosa que la del pino, que requiere ir realizando entresacas.
Desde el punto de vista de la generación de empleo, esa preeminencia del eucalipto penaliza la creación de puestos de trabajo, ya que necesita la quinta parte de mano de obra que el pino. El ciclo de explotación industrial de una especie y otra son muy distintos y mientras que el eucalipto va directamente a las papeleras, para convertirse en pasta de papel, el pino se transforma en materia prima para aserraderos y fábricas de muebles o palets.
Frente al potencial desaprovechado que representa el pino, la explotación del eucalipto garantiza una demanda sostenida. Ni siquiera el cierre de Sniace se ha dejado sentir, ya que se ha visto compensado por el abastecimiento a otras papeleras, tanto nacionales como de Portugal, Marruecos o Turquía.

Una industria en declive

La transformación experimentada por el sector del mueble, con la irrupción de grandes y medianas superficies comerciales y el mobiliario barato de elevada rotación, hace tiempo que ha convertido en historia a los pequeños comercios que daban salida a los muebles fabricados de manera casi artesanal por la propia empresa familiar. Los pocos supervivientes se han reconvertido, refugiándose en mercados muy específicos, como la fabricación o instalación de muebles de cocina y los armarios empotrados. En ambos sectores se encuentran, sin embargo, con el problema del intrusismo, denunciado por la propia ACCEM. Y no se trata solo de trabajadores y empresas que trabajan sin estar dados de alta en la Seguridad Social, sino de ventas que se cierran sin IVA y que entran en el circuito de la economía sumergida.
Desde el sector se propone atajar este fraude fiscal con un IVA inferior para el mobiliario básico, o la estipulación de desgravaciones para los compradores de estos artículos.
El balance que realiza el presidente de ACEMM, José Sáiz, resume al situación de cada uno de los subsectores que integran la industria de la madera: “La actividad forestal se mantiene, a pesar de las trabas burocráticas, y tiene un futuro, que puede ser más halagüeño si se hacen planes que se apliquen; las carpinterías han recibido un palo terrible con la crisis y espero que, en un futuro, los empresarios sepan adaptarse a los nuevos tiempos; y la venta de muebles es una actividad que siempre tendrá demanda, aunque quizá el público no pida tanta calidad como antes”.
Cantabria cuenta, en todo caso, con una materia prima renovable y reciclable, cuya industria se encuentra entre las menos contaminantes del planeta. No hay ningún otro material de la construcción de uso común que requiera tan poca energía para su producción como la madera. Una materia noble que puede ser un importante generador de empleo en las zonas rurales de Cantabria y una base sobre la que asentar nuevas iniciativas empresariales.

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