El Matadero de Reinosa por fin empieza a funcionar

La experiencia acumulada durante tres generaciones de ganaderos y las posibilidades que ofrece una instalación tan moderna y amplia como la de Reinosa es un buen punto de partida. Pero si algo está demostrando la reciente historia de los mataderos en Cantabria y en muchos puntos de España, con cierres conflictivos o bajas tasas de actividad, es que no se trata de un negocio fácil de gestionar.
Los hermanos Jesús y Alfonso Fernández Ruiz, dos jóvenes ganaderos de Beranga, lo saben. Aun así han dado el paso de hacerse cargo de la explotación del reinaugurado Matadero de Reinosa, una instalación en la que el Gobierno de Cantabria invirtió 6,3 millones de euros y que, desde su inauguración formal en diciembre de 2010, permanecía cerrada ante el desajuste entre lo que el Ayuntamiento reinosano pedía para ceder su explotación y lo que desde el sector se estaba dispuesto a ofertar.
Una rebaja sustancial de las condiciones en el último pliego de adjudicación, ha conseguido, finalmente, que el matadero haya echado por fin a andar.

De Zorroza a Reinosa

El conocimiento que los concesionarios tienen del negocio hunde sus raíces en el paso que dio su abuelo paterno al trasladarse a Zorroza, el antiguo matadero municipal de Bilbao, para sacrificar las reses que luego vendía a carniceros de la zona. Aquella iniciativa fue continuada por la segunda generación de esta familia de ganaderos, el padre y un tío de los actuales gestores del matadero de Reinosa. Ellos tuvieron que hacer frente al cierre de Zorroza, en 2010, una circunstancia que puso en grave riesgo su continuidad como mayoristas. A pesar de que su negocio estaba en la distribución de canales en el Gran Bilbao, no tuvieron más remedio que trasladar los sacrificios de ganado a otros mataderos, como los de Haro, Guarnizo y Valladolid. Se había roto el flujo ininterrumpido de trabajo que suponía la cercanía entre el punto de sacrificio de las reses y las salas de despiece que les aseguraba las instalaciones bilbaínas y que hacia el negocio más competitivo.
El matadero de Reinosa será la plataforma para seguir atendiendo a las carnicerías bilbaínas, una vinculación que se va a mantener por razones más sentimentales que prácticas, porque el negocio familiar será, a partir de ahora, la gestión de las instalaciones reinosanas. La competencia en la comercialización de vacuno se ha acentuado, porque los distribuidores de aves o porcino llevan ahora todo tipo de carnes y mantener una actividad comercial al mismo tiempo que se gestiona el sacrificio de reses, puede crear reticencias en otros mayoristas, que son los principales clientes de un matadero.
El objetivo de Jesús y Alfonso Fernández se centra ahora en optimizar el rendimiento de las instalaciones campurrianas captando mayoristas de Cantabria y en las provincias limítrofes, como Palencia, Valladolid, el País Vasco, y las comarcas burgalesas de Villarcayo y el valle de Mena.
A su favor cuentan con las ventajas que les proporciona unas instalaciones recién construidas, estratégicamente situadas y bien comunicadas, gracias a la autovía de La Meseta. Aunque el coste del transporte sea uno de los factores que un mayorista sopesa con más atención a la hora de elegir un matadero, la normativa sobre bienestar animal permite trasladarlos a largas distancias para su sacrificio, siempre que se haga en las condiciones apropiadas. Eso unido a la mejora de las comunicaciones abre un amplio abanico de posibilidades a la hora de elegir matadero y es una de las causas de que muchos de ellos hayan acabado por cerrar. En Cantabria, además del matadero de Reinosa, los hay en Guarnizo, Barreda y Tama (Liébana). En el País Vasco, en cambio, Vizcaya se ha quedado sin matadero, mientras que en Alava, aunque se cerró el de Vitoria, cuenta con otro en Llodio, y Guipúzcoa dispone de tres (dos en San Sebastián y uno en Cestona).

La incógnita de la sala de despiece

El punto de partida del nuevo matadero de Reinosa son las reses que los concesionarios ya venían sacrificando en las antiguas instalaciones municipales, unas cien por semana, la mayoría de ellas procedentes de ganaderos de la zona de Campoo. Esa cifra ya ha aumentado y desde que el 12 de septiembre se inauguró el complejo, el número de cabezas sacrificadas se aproxima a las 200 por semana, muy cerca de las 250 en que se calcula el umbral de rentabilidad para el sostenimiento de la actual plantilla, 14 trabajadores, de los que siete provienen del antiguo matadero y el resto son nuevas contrataciones.
La sala de despiece todavía no está en funcionamiento y los nuevos gestores continúan barajando varias posibilidades, desde explotarla por su cuenta hasta alquilarla a empresas que ya se han interesado, atraídos por la gran capacidad que tiene, ya que podría deshuesar cien reses diarias.
La sociedad Nuevo Matadero de Reinosa, que es el nombre de la empresa creada por ambos hermanos para hacerse cargo de la explotación, ha tenido que hacer algunas inversiones en la puesta a punto del recinto. Por ejemplo, en la instalación de los sistemas de limpieza (mangueras y dosificadores para espumar y limpiar). A cambio de esto, de hacerse cargo de la plantilla del viejo matadero y de una fianza de 15.000 euros, estos jóvenes ganaderos van a explotar las instalaciones reinosanas durante los próximos 25 años por una cantidad casi simbólica, 120 euros al mes.
Será la ocasión de demostrar si esta infraestructura, que ha requerido una cuantiosa inversión pública, está justificada o no. Los hermanos que se han quedado con la concesión no solo aspiran a continuar con la tradición familiar, sino que creen que tienen ante sí la oportunidad de convertir el matadero reinosano en uno de los más importantes del norte de España.

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