Las consultoras quieren participar en la búsqueda de salidas a la crisis

Una crisis se puede medir de muchos modos. Además de las magnitudes macroeconómicas negativas o del implacable aumento del paro, caben también otras variables, como el estado de salud de un sector cuya función es la de asesorar a las empresas. Y la situación por la que atraviesan las consultoras cántabras después de cuatro largos años de crisis acusa un deterioro paralelo al de aquellos a los que prestan sus servicios. Se trata además de un sector especialmente vulnerable, con firmas de pequeño y mediano tamaño cuya actividad ha estado ligada a la contratación con la Administración o a la gestión de subvenciones y ayudas públicas para los clientes, dos campos que ahora apenas generan negocio.
No todas las consultorías han sufrido el parón de la actividad económica de igual manera. Entre las más perjudicadas se encuentran las especializadas en las normativas medioambientales que, paradójicamente, eran las que mayores expectativas de trabajo tenían hasta hace un año. El desarrollo del Plan Eólico puesto en marcha por el anterior Gobierno hacía suponer que este subsector iba a resultar directamente beneficiado por las evaluaciones ambientales que serían precisas para decidir la ubicación de los parques de aerogeneradores. Pero la paralización del Plan por el actual Gobierno regional dio al traste con estas expectativas, hasta el punto de que muchas consultoras han desmontado parte de sus departamentos medioambientales y algunos de estos profesionales han optado por trasladarse a Madrid o a otras ciudades para encontrar trabajo.
Tampoco le va mucho mejor a las asesorías tradicionales, las que se ocupan de orientar sobre procesos, calidad o implantación de certificaciones. Los clientes están tan acuciados por la crisis que esos servicios han dejado de estar entre sus prioridades, por lo que el volumen de negocio también ha caído sustancialmente en ese sector. Igual ocurre con la demanda de asesoramiento en planificación comercial estratégica o en reingeniería de procesos de gestión, donde tan solo se consultan cuestiones muy puntuales pero no se acometen proyectos que impliquen una carga de trabajo relevante para las consultoras.
Tampoco el asesoramiento fiscal pasa por su mejor momento. Con el impuesto de sociedades en caída libre ante la desaparición de los beneficios, las empresas están más preocupadas por los temas financieros que por los fiscales. El drenaje brutal de recursos al que la banca ha sometido a las empresas las está obligando a acometer procesos de reestructuración financiera que sí dan algún trabajo a las consultoras.
Quizá las menos afectadas por la crisis sean las consultorías que se dedican a asesorar sobre tecnologías de la información. Al tratarse de empresas muy flexibles, no solo se benefician de la potente evolución de este sector, sino que pueden trabajar a distancia. A pesar de todo, también acusan la paralización de los encargos realizados por las administraciones públicas.

Faltan estímulos para la exportación

Salir al exterior se ha convertido en una condición de supervivencia para muchas empresas. Sin embargo desde la Asociación que agrupa en Cantabria a las consultoras, se echan en falta políticas de internacionalización puestas en marcha en otras comunidades.
El esquema que se venía aplicando, basado en una colaboración entre la Cámara de Comercio, la Administración cántabra –a través de Sodercan– y el ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior), ha dejado de funcionar y se ha creado un vacío en los estímulos a la exportación de las pymes.
En concreto, la Asociación lamenta que no haya puesto en marcha en Cantabria un programa nacional llamado Conecta, mediante el cual los empresarios pueden ponerse en contacto con todas las oficinas comerciales del Instituto en el mundo, a través de videoconferencias, o con los representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores en organismos financieros como el Banco Mundial o el Banco Iberoamericano de Desarrollo.
Ese programa no se está aplicando en nuestra comunidad, con lo que, en su opinión, se pierde una información básica para el aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el mercado exterior para nuestras empresas.

Falta de expectativas

La presencia en el mercado internacional es lo que le está permitiendo aguantar a un puñado de empresas en Cantabria, bien posicionadas en el exterior. Pero exportar no es algo que esté al alcance de otras muchas pequeñas y medianas empresas, generalmente familiares, que son las que conforman el tejido industrial de la región. Estas firmas han tratado de capear el temporal con procesos de reestructuración y externalizando todo aquello que no forma parte del núcleo duro de su actividad, para rebajar los costes. Pero esta política de ahorros no ha sido suficiente en una crisis tan larga y muchas sociedades de carácter familiar han subsistido gracias a la reinversión de fondos propios del empresario. Pero su capacidad se encuentra al límite y el temporal no parece que vaya a amainar. “La situación es de un deterioro progresivo –señala el presidente de la Asociación de Consultoras, David González Pescador– y, sobre todo ,con una falta de expectativas tremenda. Estamos en un punto más que crítico”, concluye el director de Glezco.
El problema no es solo una falta de financiación de las pymes, que les ha llevado en muchos casos a situaciones concursales o a desaparecer. El problema es también la ausencia de un horizonte de confianza para las que todavía resisten.

Mirar hacia el País Vasco

Para paliar ese déficit de confianza y encontrar soluciones, González Pescador aboga por abrir un proceso de reflexión colectiva entre la Administración cántabra y los empresarios, y pone como ejemplo el modo de actuar en la vecina comunidad vasca. Allí se ha llevado a cabo una política de planificación consensuada con los empresarios, que se ha plasmado en una Ley de la Industria, con medidas de protección y de estímulo para el tejido industrial vasco.
En Cantabria, aunque el peso de nuestra industria en el PIB regional no sea tan relevante como en el caso vasco, tenemos empresas eficientes y muchas de nuestras pymes están muy interrelacionadas con las industrias de esa comunidad. De ahí la conveniencia de aprovechar esa proximidad para apoyarnos en la estrategia industrial vasca para encontrar salidas al actual bloqueo.
En la búsqueda de estas y otras soluciones tienen mucho que decir las consultoras, que se ocupan precisamente de elaborar estrategias, diseñar procesos y orientar la actividad comercial de sus clientes.
“Yo defiendo que el sector de la consultoría es estratégico para cualquier desarrollo regional y para la salida de la crisis” –afirma el presidente de la Asociación–. “Las consultoras puede que no tengamos el peso de sectores como el turismo o la industria pero agrupamos el talento y deberíamos ser mejor aprovechadas por las administraciones públicas y por las empresas”, concluye González Pescador.

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