Educar desde el fútbol
E n la carretera que va hacia Somocuevas, en la que muchos siguen reconociendo como ‘la casa de Quique Setién’, uno de los jugadores más queridos y laureados de la historia del fútbol cántabro, abre sus puertas este mes de octubre la IFS (International Football School) Costa de Liencres, una escuela de fútbol que pretende impulsar el aprendizaje y la práctica de este deporte, tanto en el aspecto técnico como en sus posibilidades para promover en el niño valores como el compañerismo, el trabajo en equipo o unos hábitos de alimentación y de vida sana.
Como su nombre permite adivinar, la escuela compagina la enseñanza del fútbol con la formación en idiomas (tanto inglés como francés) y, de forma opcional, sus alumnos pueden recibir clases de refuerzo para mejorar su rendimiento escolar o aprovechar para hacer los deberes en sus aulas de forma supervisada.
De la parte académica se encargan profesores nativos y de la formación técnica profesionales titulados que llevan muchos años ligados a este deporte. Para impartir sus clases cuentan con un campo de fútbol artificial, inalterable a las condiciones climatológicas, otro de fútbol 7, de hierba natural, y pabellones cubiertos para que los más pequeños puedan practicar el fútbol sala en invierno.
Aunque el objetivo no es la competición, sus responsables ya han avanzado que piensan organizar torneos y otros eventos que permitan a los niños sentir la emoción de un partido real. Además, como pertenecer a esta escuela de fútbol es compatible con la militancia en cualquier equipo de la región, los niños tienen libertad para jugar donde quieran. De hecho, ya han alcanzado un acuerdo con uno de los clubs históricos, el Atlético Perines y con la clínica de Fisioterapia Colmun, creada por los exracinguistas Colsa y Munitis, que brinda condiciones especiales a los niños y a sus familiares.
Educar en valores
Muchos padres nunca llegan a olvidar, con una pizca de nostalgia, las lluviosas mañanas de partido o las tardes de entrenamiento de sus hijos, con el barro entre los tacos y el frío metido en los huesos. Pero bastantes de ellos no estaban muy convencidos cuando los niños les anunciaron su interés por jugar al fútbol, por el exceso de competitividad vinculado a este deporte y el ambiente desabrido que se respira en algunos campos.
Evitar esa parte negativa y potenciar todo lo que el fútbol tiene de bueno como “un deporte que fomenta la disciplina, la recompensa al esfuerzo o la competitividad sana” es el principal objetivo de la escuela y, por supuesto, que los niños disfruten y se diviertan mientras aprenden. Al fin y al cabo, el fútbol no debería ser más que una excusa para que todos seamos un poco más felices.