Buruaga no logra la Presidencia de Cantabria en primera votación y tendrá que esperar al lunes

La líder del PP, María José Sáenz de Buruaga, tendrá que esperar al lunes para convertirse en presidenta de Cantabria ya que no ha logrado este viernes la mayoría absoluta que necesitaba en la primera votación de su investidura, tal y como se esperaba.

Y es que la ‘popular’, que en esta sesión requería de 18 apoyos para poder formar un Gobierno del PP en solitario –ya que la Cámara está compuesta por 35 diputados en total– solo ha obtenido los 15 votos a favor de los diputados de su grupo, frente a otros 12 en contra que suman los de PSOE y Vox y 8 abstenciones del PRC.

Un resultado que era el esperado en base a las posturas que ya habían avanzado los grupos, salvo Vox, que no había anunciado si se abstendría o votaría en contra, pero sí había manifestado que no lo haría a favor porque su objetivo era entrar en el Gobierno mediante una coalición con el PP.

Así, la candidata popular irá a una segunda votación que tendrá lugar el próximo lunes, 3 de julio –tienen que transcurrir al menos 48 horas desde la primera, según el reglamento–, y en la que ya solo necesitará una mayoría simple para convertirse en presidenta.

Esa sesión arrancará a las 16.00 horas y previsiblemente será la que lleve a Buruaga a la Presidencia de Cantabria, ya que le bastará con los votos a favor de los 15 diputados del PP y la abstención del PRC que tiene garantizada tras el acuerdo suscrito entre ambas formaciones.

El debate de investidura arrancó ayer jueves con el discurso de Buruaga –que será la primera mujer presidenta de Cantabria– y ha continuado este viernes con las intervenciones de todos los grupos y la réplica de la popular.

La previsión era que la candidata no resultara elegida hoy, ya que no le daban los números salvo sorpresas de última hora. Solo faltaba por conocer el sentido de voto que adoptaría Vox –si la abstención o el voto en contra–, aunque se conocía que no iba a apoyar la investidura porque rechaza que el PP gobierne en solitario.

Finalmente, el partido ha votado en contra pese a que Buruaga ha hecho hincapié en pedirle su apoyo. «Cualquier otra cosa que hagan les pesará», había advertido a los cuatro diputados de Vox, reclamándoles que no votaran con el PSOE y aclarando que el acuerdo de investidura firmado con el PRC para pactar su abstención no suponía «excluirlos».

De hecho, la futura presidenta ha insistido en sus intervenciones en que, al gobernar en minoría, necesitará del diálogo y de los acuerdos para poder sacar proyectos adelante, y ha asegurado que tratará de alcanzarlos con todos los grupos políticos. «Todos pueden entrar», ha dicho, comprometiéndose a estudiar cada aportación que puedan mejorar las ideas del PP.

Precisamente, ha trasladado a Vox que, «si se muestran constructivos, será una legislatura de importantes realizaciones». Aún así, Buruaga, si bien ha reconocido que tienen «muchas cosas en común», ha asegurado que «no quiere un pacto con Vox» porque «no le gusta».

Incluso su antecesor en la Presidencia y secretario general del PRC, Miguel Ángel Revilla, ha reconocido que ve a una Buruaga «firme», «con la seguridad» de que debe gobernar en solitario, aunque a la vez duda de si «será capaz de aguantar» sin pactar con Vox si ambos partidos se alían a nivel nacional tras las elecciones generales del 23 de julio.

En este sentido, le ha pedido que «no se contamine con partidos que están en las antípodas», a su juicio, tanto del PP como del PRC. «Gobierne sola, que es mejor que mal acompañada», le ha aconsejado Revilla, que cree que «hace bien y tiene motivos para no meterles [a Vox] en el Gobierno».

Y es que el regionalista ha dicho que no le gustaría que Cantabria sea noticia gracias a un Vox que «dice barbaridades, como en Castilla y León», en torno a la autonomía, porque «aunque no lo dicen abiertamente, el tema de Cantabria les provoca sarpullido».

Además, dado que el supuesto caso de corrupción que ha afectado a la Consejería de Obras Públicas ha salido a colación varias veces en el debate, tanto Buruaga como Revilla han insistido también en que su acuerdo para facilitar la investidura de la popular consiste únicamente en facilitar un Gobierno en solitario, sin Vox, y «no supone ninguna renuncia ni condicionante».

«No ampara silencios, no protege conductas sospechosas como se ha intentado trasladar a los ciudadanos», ha asegurado la popular, negando que se haya acordado la condición de no investigar la gestión del anterior Gobierno (PRC-PSOE) a cambio de esa abstención.

No obstante, Buruaga ha señalado que, aunque apostará por la «transparencia» y combatirá la corrupción, eso no significa «convertir al Gobierno en la Fiscalía». En la misma línea, Revilla, que ha insistido en que los regionalistas «no son corruptos», ha pedido a los partidos que esperen a que la Justicia termine la investigación en torno a la supuesta trama de contrataciones irregulares en el Servicio de Carreteras, porque «a la Fiscalía no le gusta que metan los dedos cuando están investigando ellos».

Por otro lado, la que está a punto de convertirse en presidenta autonómica también ha recibido críticas de PSOE y de Vox por su postura ideológica, aunque de forma contraria.

Y es que el líder socialista, Pablo Zuloaga, ha acusado a Buruaga de dar un discurso «entregado a la extrema derecha» y ha calificado a Vox como su «socio en la sombra», por lo que ha vaticinado «recortes de derechos y libertades» durante esta legislatura porque «eso es lo que hace la derecha cuando gobierna».

Por el contrario, desde Vox, Leticia Díaz ha opinado que del discurso ofrecido por Buruaga se desprende que ha apostado por «el continuismo» respecto a las políticas del anterior Ejecutivo de PRC-PSOE, al tiempo que ha criticado que haya elegido ir de la mano de un partido «manchado por la corrupción» en lugar de formar un gobierno «fuerte» a través de una coalición.

En este sentido, la futura presidenta ha considerado que, si recibe estas dos críticas opuestas, «igual es porque estamos en el punto justo o en el centro, que es donde queremos estar». Además, a diferencia de lo que ha indicado Vox, no cree que un Gobierno en solitario sea «débil» ni implica «ingobernabilidad a menos que alguien se dedique a bloquear o a hacer naufragar el cambio» que han pedido los cántabros en las urnas.

Algo en lo que sí han coincidido todos los grupos es en la crítica al PP por anunciar que bajará impuestos a todos los cántabros, ya que han cuestionado cómo lo va a hacer si pretende mantener los servicios públicos y seguir desarrollando proyectos para la región, porque «no dan los números».

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