Las empresas que más ganan

Si la razón de ser de las empresas está en la obtención de beneficios, hay que reconocer que algo pasa con las empresas cántabras. Una vez acabado el éxtasis de la construcción, los rendimientos cayeron espectacularmente, lo que era de esperar, pero lo que no era tan esperable es que el descenso fuese bastante más estrepitoso que la media nacional. El reflejo más inmediato está en la recaudación del Impuesto de Sociedades, que una vez depurado el efecto distorsionador que causan las enormes cifras del Banco Santander, fue muy inferior.
Las grandes compañías, sin embargo, se han comportado mejor que la media, gracias a la diversificación y al fortísimo recorte de gastos, que les ha permitido mantener el tipo, aunque sus márgenes han caído sensiblemente. Hasta hace algunos años, empresas como Cementos Alfa, Saltos del Nansa o Editorial Cantabria (El Diario Montañés) conseguían convertir en beneficio más del 50% de su facturación. Esa circunstancia quedó limitada a partir de 2007 a una compañía que ha tenido una evolución sorprendente, la agencia de publicidad Fraile y Blanco, una de las pocas empresas de la región que consiguió sobrepasar los seis millones de euros de beneficio anual (mil millones de pesetas). De cada euro que facturó, la agencia santanderina que ha promocionado el Plan de Gobernanza o el Plan Eólico para el Gobierno cántabro llegó a obtener 64 céntimos de beneficio, un ratio que es inimaginable para la mayoría de las empresas.

Fraile & Blanco, la empresa más rentable

Fraile & Blanco obtuvo 6,3 millones de beneficio bruto en 2007 con una facturación de 9,8 millones de euros y unos costes de plantilla de apenas 200.000 euros. La fuerte caída de la publicidad pública y de las campañas ambientales ha hecho que la cifra de negocio de la compañía haya descendido desde entonces tan rápidamente como ascendió y en 2009 la facturación se situó en 3,9 millones de euros, con unos beneficios de 1,25 millones, un ratio aún muy elevado (32%) pero lejos ya de los porcentajes de 2007.
En términos absolutos, nadie puede compararse con el grupo Sadisa, la mayor empresa por beneficios de la región, si se exceptúan el Banco Santander y Caja Cantabria. Sadisa declaró un resultado bruto de 22,8 millones de euros de beneficio en 2008, el 10,4% de su facturación, un margen inalcanzable para cualquier empresa del sector en estos tiempos. Probablemente sea la constructora que mejor se ha zafado de la crisis, si se tiene en cuenta que prácticamente ha mantenido los resultados desde entonces (en 2009 declaró 21,9 millones de beneficio bruto), mientras su sector pasaba por enormes dificultades. La diversificación de actividades que el grupo presidido por Santiago Díaz inició en los años 80, con la gestión del vertedero de Meruelo y, más tarde, con la prestación de servicios de recogida de basuras y el suministro municipal de aguas, ha tenido mucho que ver en esta evolución.

Teka mejoró resultados en plena crisis

En la industria, la diversificación no es fácil. El grupo Teka ha perdido en dos años un 28% de sus ventas, algo que no parece desmesurado en un fabricante de electrodomésticos, cuyo negocio está claramente vinculado a la construcción de viviendas. La compañía santanderina, con todas sus filiales nacionales y extranjeras, tocó techo en 2007 con unas ventas de 374 millones de euros y dos años después se quedaba en 272. A pesar de todo, la empresa ha conseguido ajustar sus costes para evitar que esos cien millones de descenso en la cifra de negocio cambiasen el signo positivo de sus resultados, hasta el punto que en 2008 llegó a mejorarlos, con casi 22 millones de euros de beneficio, una cifra que ya no pudo mantener en 2009.
Plásticos Españoles, la principal empresa de grupo Armando Álvarez, también ha sabido capear la crisis sin que se resientan sus resultados, dado que los de 2009 han sido superiores a los de 2007, cuando las ventas eran bastante mayores.
La que no ha podido evitar entrar en números rojos ha sido Evobus Ibérica, la constructora de autobuses del grupo Mercedes. La fábrica de Sámano se vio muy afectada por el fuerte descenso de la demanda, que redujo sus ventas en 63 millones de euros y no pudo evitar pisar ligeramente la raya roja, aunque las cifra de pérdidas no haya sido muy relevante, lo mismo que le ocurrió a la cablera de Maliaño B3 Cable.

Apia sigue creciendo

Los problemas se han extendido por todos los sectores aunque, curiosamente, en Cantabria hay empresas vinculadas a la construcción que no han seguido la evolución general, como la citada Ascan-Sadisa o Apia XXI, una compañía que ha crecido muy rápidamente, a pesar de la crisis. En 2008, cuando la mayoría de sus competidores pinchaba, aumentó su facturación en un 33,5% y sus beneficios en un 111%, hasta alcanzar los 2,9 millones de euros. En 2009, Apia volvió a mejorar las ventas, aunque no pudo hacer lo mismo con los beneficios, que se resintieron del endurecimiento de las licitaciones para la adjudicación de obras. No obstante, la ingeniería del Parque Tecnológico está muy diversificada y, amparada en los programas de I+D+i de los gobiernos cántabro y nacional, tiene garantizado el crecimiento para varios años más, especialmente después de haber recibido una de las demarcaciones del Plan Eólico, en alianza con Ascan.

El cemento ya no es tan buen negocio

Con estas excepciones, 2009 fue un año de fuertes descensos, tanto que ni siquiera el cemento es ya tan buen negocio. En 2006, el beneficio de Portland Valderribas, propietaria de Alfa, era de 5,50 euros por cada acción, cuyo nominal era de 1,5 euros. Desde entonces, ha visto como se iban reduciendo los márgenes: 5,03 en 1007; 4,70 en 2008 y tan solo 0,76 euros en 2009. Tanto que ahora los beneficios no salen del cemento, sino de los derechos de emisión de CO2.
La gran preocupación de hace algunos años se ha convertido en un jugoso regalo. Las cementeras españolas ganaron el pasado año 144 millones de euros por contaminar mucho menos de lo que estaban autorizadas y revender los derechos. La razón no ha estado en una mejora de la eficiencia sino en algo mucho más prosaico: como no había demanda, produjeron mucho menos cemento, con descensos de hasta el 48,5% y eso provocó que les sobrasen derechos de emisión.
La caída en la facturación ha sido especialmente brusca en la cántabra Cementos Alfa, con un descenso del 24% en 2009, cuatro puntos más que la media de su grupo. Si en 2008 vendió cemento por importe de 77,1 millones de euros y tuvo un beneficio de 11,1, en 2009 las ventas se quedaron en 56,2 millones y los beneficios cayeron un 50%.
El problema es general, ya que afecta a todas las cementeras españolas. El pasado año, el conjunto del sector ha caído otro 16%, lo que supone un descenso acumulado del 60% desde el máximo histórico de 2007 y las circunstancias no permiten aventurar un cambio de tendencia. Si se tiene en cuenta que el Ministerio de Fomento ha paralizado parte de sus inversiones y que las comunidades autónomas también han tenido que aplicar un severo ajuste de los gastos, es difícil imaginar que se pueda producir un repunte en el consumo de cemento. No obstante, el grupo Valderribas confía en que la próxima generación de autovías españolas sean de hormigón, en lugar de asfalto, con un mejor rendimiento a largo plazo, lo que abriría nuevos horizontes a un sector que los necesita.
Por el momento, los fabricantes se han defendido tratando de impulsar las ventas en el exterior, a pesar de que los márgenes son más estrechos, y a través de reducciones de plantilla pactadas con los trabajadores.

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